CARLOS GARDEL, LA VOZ INOLVIDABLE

Publicado: junio 26, 2013 en Artículos, Tango
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Es raro que en estas páginas no hubiera aparecido nada referido al -para mí- más intenso cantor popular que ha dado la lengua española. Francés, para más inri. Pero la vida, que es la mayor paradoja, está constituida por un indisciplinado firmamento de ellas. Es difícil escribir sobre lo que se ama y, por eso, tal vez, no he dedicado a proyectar mi visión de Gardel ni la diezmilésima parte del tiempo que he dedicado a oírlo y ser feliz. Ayer, 25 de junio, 78 aniversario de la fecha en que el cantor se achicharrase en un Junker desmandado por el aeropuerto  de Medellín, y escuchando de nuevo su voz, volví a sentirme pleno y repleto. Me dije que tenía que colocarlo aquí. Hace unos años, una revista me pidió un artículo en el que explicara las razones por las que mi vida dio un giro -a mejor- cuando me obsesioné con el tango. Y lo traté de explicar. Mal, claro, estas cosas no se explican. Pero tampoco hoy me saldría mejor. Laberintos nº 4, , diciembre 2001, pp. 69-70. Gardel con gacho gris Recibí los dos primeros golpes intensos en sendas veladas alcohólicas en las casas del poeta bilbilitano José Verón y en la del cartagenero José María Álvarez, para mí el más alto de los autores que recogió la más famosa antología poética de la segunda mitad del siglo XX, Nueve novísimos. No sé cuál fue la primera de ambas pero sí que, entre los tangos de Gardel que proyectaron los tocadiscos, en las dos ocasiones, figuraba “Cuesta abajo”, que todavía hoy no puedo escuchar sin arrebato. La intensidad y la belleza que percibí en aquella voz empezaron a acondicionar mi sensibilidad. Yo conocía a Gardel, como cualquiera. Tenía un long play con sus éxitos y me gustaba mucho, pero a un nivel en el que también pudieran estar otros grandes como Jorge Negrete, Edith Piaf, Concha Piquer o Satchmo. Por otra parte, yo era un joven de veintidós años que, como cualquier otro en la época, se pirraba por el rock sinfónico de Génesis, King Crimson, Premiata Forneria Marconi o Pink Floyd y andaba bastante al tanto de la música progre hasta el punto de hacer pinitos de disc-jockey en algún local zaragozano. Sin embargo, el detonante de mi pasión por Gardel y el tango fue el dolce far niente, el ocio, más o menos creador, que dicen ahora. Una tarde de verano penetré en Guateque, una tienda de discos ubicada en el zaragozano Pasaje Palafox, sin otra intención que echar un vistazo a lo que hubiera por allí. Y he ahí que, en una caja, me tropecé con un LP, “La voz inolvidable”, en la que una muy vieja foto en blanco y negro de un Gardel más bien narigudo sonreía sobre un fondo bonaerense. Lo anacrónico de la pieza -siempre me ha privado lo excéntrico y extemporáneo- hizo que me fijara en él. En su contracarátula figuraban catorce títulos, pero seguro que fueron aquellos que aportaban un componente de extrañeza, como “Tan grande y tan sonso”, “Si se salva el pibe”, “Bulíncito de mi vida” o “Tortazos”, los que me decidieron a adquirirlo. Aún figura su precio en un pequeño círculo pegado en esa contraportada, 304 pesetas. Gardel-La voz inolvidable001 Cuando llegué a casa y empecé a oírlo -cientos de veces, como podrían certificar mis familiares, siempre he tenido un cierto componente obsesivo- el genio de Gardel me había prendido. No se podían decir cosas más insólitas, divertidas y fuera de todo circuito al uso con más intensidad, con más gracia, con más creatividad, con más genio. Además, se me escapaba el sentido de muchas de las palabras, lo que suponía un reto más. “Tan grande y tan sonso” se refería a un joven zangolotino al que Gardel apostrofaba: «Tan grande y tan sonso, si no tenés labia, no salís de noche, no sabés fumar, si hasta me da rabia, que tu ‘pior’ es nada* te sepa cascar». “Si se salva el pibe” constituía una cursilería de tal calibre que en su misma enunciación llevaba implícita su puesta en solfa, lo mismo que sucede en “La cieguita”, tango de autores españoles, que también figura en el disco. “Bulincito de mi vida” era un canto elegíaco al picadero -decíamos aquí- donde el amante, ahora abandonado, había disfrutado de los placeres carnales. Y, “Tortazos”, una sensacional milonga, que luego supe que había sido compuesta por el Gordo Casaravilla, llamado también «Alhaja falsa», un uruguayo, tío lejano de Carmen Posadas, con la que entré en contacto cuando buscaba datos para su libro sobre la Bella Otero, que por cierto, es lo mejor que se ha escrito sobre la mendiga gallega devenida en reina del gran mundo. El mote nos da una idea de las lindes por las que se movía el tal Casaravilla, lo que fue muy frecuente en el rantifuso mundo del tango. La letra, que reproduzco, me exime de cualquier glosa: «Te conquistaron con plata y rajaste para adentro, las luces malas del centro te hicieron meter la pata; nada te importó, ¡che, ingrata!, echaste todo a rodar; fue el afán de figurar que empañó  tu  alma de olvido y ahora, hasta tenés marido… las cosas que hay que aguantar. M’hjita, me causa gracia tu nuevo estado civil. Si hasta has engrupido a un gil, que creyó en tu aristocracia: Vos sos la ñata Pancracia, hija del tano Gerarto, un goruta flaco y alto, que trabajaba en la Boca, ¿no te acordás, gringa loca, cuando piantaste al asfalto? ¡Señora, pero hay que ver, tu berretín  de matrona! Si te acordás de Ramona, abonale el alquiler… No te hagás la rastaquouère desparramando la guita, bajá el copete m’hijita con tu pinta abacanada… ¡Pero si sos más manyada que el tango ‘La Cumparsita'»!

Aparecía también el llamado «himno nacional argentino», “La cumparsita”, de la que hoy dispongo de casi cien versiones y cuya historia daría para un libro**, y otras ocho grabaciones, de las que he de destacar un vals que, con sólo oírlo, proporciona una inmensa felicidad y unas incontrolables ganas de bailarlo, “Yo no sé qué me han hecho tus ojos”. También, “Noches de Montmartre”, otra belleza, que gira en torno al tango hecho parisino.

Ya no pude salir de allí. He dicho alguna vez que el tango es, con la literatura, lo que más disfrute me ha deparado en la vida y con una compulsión digna, quizá, de empresas más productivas, me lancé a acaparar todo lo que tenía relación con Gardel, el tango y el lunfardo, durante una época en que estas pasiones no andaban por esta península en su mejor época. Empezaron los viajes a la Argentina, las adquisiciones de libros, discos, partituras, objetos y amistades que cercaban el tango y todo ello derivó en dos libros, una exposición, decenas de artículos y conferencias, el nombramiento de correspondiente en las Academias del Tango y del Lunfardo y, como dije, en una pasión -aunque ya no central en mi vida- a la que siempre vuelvo. La gente cercana sabe que si estoy de mal humor no hay más que ponerme un tango para que mi rictus facial devenga risueño y me lance al tarareo, al optimismo y hasta al disloque. Lo mismo que a mí me sucedió, les ha ocurrido a miles de seres humanos en todas las partes del mundo. Oyeron a Gardel y se quedaron colgados. Por eso es el cantante popular que dispone de una bibliografía más copiosa, el que tiene más estatuas en las calles del planeta -malas, todas las que conozco-, que sigue dando que hablar por su canto y por su vida -todavía algunos no han decidido si nació en Toulouse o en Tacuarembó, si su padre fue  un coronel o un viajante, si murió a los 45 o a los 54 años, y tantas cosas más… Pero, sobre todo, es escucharlo lo que suscita todas las preguntas o la única pregunta. Aquella que no se formula y que nos afecta a todos los seres pensantes: la perplejidad.

*En lunfardo, la mujer propia.

**Ha dado para varios: entre los mejores, el de mi amigo Juan Montero Aroca, catedrático y  magistrado valenciano, La  cumparsita. Vida y derecho del tango más universal, Valencia, Tirant lo Blanch, 2010. Gardel-La voz inolvidable002

Jorge Vidal: No habrá otro Carlos Gardel: http://www.youtube.com/watch?v=s78EFW5GWYI

comentarios
  1. oliver dice:

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  2. Rafi Sendra dice:

    carlos Gardel el mas grande de todos,a mi me pasa lo mismo que el escrito, cuando oigo a Gardel, me olvido de todo, un artista que no tiene igual.

  3. Gardel es descomunal y no para de ganar adeptos. ¿Será por eso que dicen que cada día canta mejor? En 2008 le dedicamos la portada del número 3 de la revista Sons de la Mediterrània, a propósito de sus andanzas barcelonesas y su amistad con el gran futbolista Pepe Samitier: http://www.enderrock.cat/quiosc/exemplar/67

    • Conozco muy bien los libros de Xavier Febres, al que invité a un congreso pero no el artículo en cuestión. ¿Tienes oportunidad de mandármelo? Hay abundante documentación de la relación de Sami con Gardel.

  4. […] desde 1986, año en que se acercó a mí por su desmesurada pasión por el tango y la figura de Gardel, como dejé escrito en alguna parte y compartimos vivencias y anécdotas de muy diverso […]

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