ROMERÍAS DE ENDEMONIADOS EN LOS AÑOS VEINTE. JACA Y LA BALMA

Publicado: enero 2, 2012 en Artículos
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Publicado en El Bosque nº 8, mayo-agosto 1994, pp. 115-139, donde también se reproducen varios capítulos de los libros comentados.

                                        Romería de Santa Orosia. Foto de Francisco de las Heras

Los fenómenos de epilepsia, histeria, sugestión o procesos similares conectados con las enfermedades mentales, cuya exorcización daba lugar a ritos a mitad de camino entre la superstición y la religión, tuvieron en Aragón una presencia relevante. Los lugares más concurridos en los que se celebraban romerías, procesiones y ritos de curación para endemoniados fueron Jaca, Calatorao[1] y La Balma en la vecina provincia de Castellón[2].

Estas abracadabrantes ceremonias han dado lugar a muy escasa bibliografía hasta el punto de que en los Índices de la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, que reúnen casi mil artículos aparecidos en dicha publicación de 1944 a 1980, no aparece uno solo relacionado con tales ritos[3]. En los años veinte se observa, sin embargo, un interés por tales asuntos, que debe conectarse con la cada vez mayor presencia de la “modernidad” en la vida española que convierte estos hechos en una referencia pintoresca, en cuanto que se advierte su cercana extinción, sin que falte la mirada reprobatoria. Ya había aparecido anteriormente la mención literaria a los endemoniados de Jaca en un cuento del oscense Silvio Kossti, Los espiritados de Santa Orosia[4] y, también,  en un curioso libro de Enrique González Fiol, Domadores del éxito[5]. Pero fue durante los citados años veinte cuando aparecieron varios artículos y reportajes, por ejemplo en la muy popular revista Estampa, aparte de volúmenes como a los que hoy aludimos. Una de las últimas menciones literarias que conozco acerca de los espirituados aparece en la más que sugestiva novela de Sender, Monte Odina[6], donde el escritor afirma que “llevan allí posesos (todavía ahora) para que la santa los cure”[7]. El escritor exilado pensaba, pues, que el fenómeno que él había conocido de niño continuaba a cuatro lustros de distancia del año 2000. De cualquier modo, en Yebra de Basa está documentada la llegada de endemoniados con fines curativos a Santa Orosia hasta 1962[8]. Más recientemente un relato de Ramón Acín menciona también la famosa romería[9].

Hay dos libros, hoy poco conocidos, que tratan directamente el fenómeno de las romerías de endemoniados a la altura de los años veinte del pasado siglo desde una optica crítica y debeladora de estas prácticas primitivas tan ricas en contenidos antropológicos como en sugestiones de la llamada “España Negra”.

El primero[10], de la muy prolífica y polifacética Colombine[11], es una novela de carácter sentimental pero que tiene como fondo la entonces famosa y casi multitudinaria romería de Santa Orosia de Jaca[12]. El libro está fechado en Jaca-Estorial, 1922-1923, lo que indica que la autora – si no fuera suficiente prueba la lectura de la novela – se documentó directamente en le escenario. No podría, sin embargo, asitir a la vela en la catedral, la noche anterior a los exorcismos, que era donde se producían los episodios más descabalados, obscenos y delirantes – según confirma la tradición oral y las descripciones de Silvio Kossti y González Fiol-, pues el obispo Antolín López Peláez la había prohibido en 1908 (V. nota 4). De la procesión se editó una colección de tarjetas postales basadas en fotografías hechas por el jacetano Francisco de las Heras el 25 de junio de 1910 y que fueron publicdas por primera vez en el artículo de José Ido de Sagrario (V. nota 10), algunas de las cuales ilustran nuestro texto, aunque no el original de la novela que alcanzó varias ediciones[13]. Sí se reprodujeron algunas de ellas en el citado libro de Enrique González Fiol. El obispo de Jaca, José Bueno Monreal, prohibió definitivamente en 1947 la asistencia de endemoniados a la procesión.

                                Santa Orosia,  Jaca, 1908. Fotografía de Francisco de las Heras

El segundo de estos libros[14] reproduce una serie de artículos aparecidos en el diario madrileño La Libertad, y denota claramente su origen periodístico.

Alardo Prats permaneció los días, 6,7 y 8 de Septiembre de 1929 en “esta montaña de las pesadillas viviendo un monstruoso sueño de locura”[15]. Si bien su descripción se restringe al castellonense santuario de La Balma[16] en el Maestrazgo, cuyos romeros aún conservan prácticas muy entroncadas con supersticiones arcaicas, hay múltiples referencias a peregrinos procedentes de las muy cercanas provinicas de Teruel y Zaragoza. En este caso, las fotografías de J. Pastor que acompañan al trabajo están incluidas en el mismo libro.

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         La Balma. Rosarito Usó Petit, niña «endemoniada» de las Alquerías del Niño Perdido (Teruel)

[1]Para Calatorao, puede verse José R. Ramos y Martín de Aragón, «El tren de las endemoniadas» , Estampa nº 401, 21 de septiembre de 1935. Ángel Gari me informó también de la existencia de una novela, El tren de los locos, cuyo autor desconoce y que yo no he localizado, que trata el tema de esta peregrinación de endemoniados a Calatorao.

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[2] “Fray Francisco Diego de Ainsa reproduce el texto de una tabla hallada en San Martín de la Val de Onsera donde se cuenta cómo traían a la capilla de San Bartolomé en la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca, a los endemoniados…

El padre Faci cita muy diversos lugares de la provincia oscense donde acudían los posesos: La Virgen de la Encina de Lierta; la Virgen del Olivar en Arascués; Jesús Nazareno en Fiscal; Cristo de los Milagros en Huesca; Virgen del Viñedo en Sarsamarcuello; Nuestra Señora de la Peña en Alastruey, cerca de Arbués y Yebra de Basa. Por su parte, el padre Huesca menciona el tan nombrado San Urbez de Nocito. Otros lugares fueron: Aniés, Torreciudad y San Román (de Panzano). Pero el centro hegemónico de los endemoniados, posesos y malhdados fue, y ha sido hasta muy recientemente (década de los 40), Santa Orosia de Jaca”. (Ángel Gari Lacruz, Brujería e Inquisición en el Alto Aragón en la primera mitad del siglo XVII, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1991).

También el Padre Huesca documenta el fenómeno en San Urbez (Nocito): Ramón de Huesca, Teatro histórico de las iglesias del reyno de Aragón, tomo VI, Pamplona, 1796 y el Padre Martón en Santa Elena (Biescas): León Benito Martón, Sumaria investigación de las plausibles antigüedades del célebre santuario de Santa Elena, Zaragoza, 1749. Hay edición facsímil: Ateneo de Zaragoza, 1983. En los santuarios de la Virgen de la Bella (Castejón del Puente) yla Virgen dela Piedad (La Almunia de San Juan) también se registran estas peregrinaciones de endemoniados.

[3] Sí que aparece un trabajo relativamente conectado con nuestro tema en el tomo XLVI (1991): Oscar Calavia Sáez: “La invención del Enemigo (Las figuras diabólicas en el Valle del Ebro del siglo IV al XVIII), Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, pp. 117-145. Pero se centra específicamente en la Rioja y no menciona para nada a los endemoniados aragoneses.

[4] Silvio Kossti (seudónimo de Manuel Bescós Almudévar), Cuentos aragoneses, Madrid, Emilio Casañal, 1910.

[5] Enrique González Fiol, Domadores del éxito. Confesiones de su vida y de su obra transcritas y aderezadas con murmuraciones indiscretas y respetuosas, Madrid, Establecimiento Tipográfico de la sociedad Editorial de España, 1915, pp. 80-94. El autor, que firmó en numerosas ocasiones con el seudónimo de “El Bachiller Corchuelo” fue un conocido periodista de los primeros años del siglo. Casi todo el fragmento que se cita y que está incluido en el capítulo dedicado a Antolín López Peláez, el obispo de Jaca que suprimió en 1908 la vigilia que se celebraba la noche anterior a la proceisón en la catedral, lo reproduce la revista La Esfera, nº. 84, Madrid,7 de agosto de 1915.

[6]  Ramón J. Sender, Monte Odina, Zaragoza, Guara, 1980, pp. 54-55.

[7] Ramón J. Sender, op. cit, p. 54.

[8] Enrique Satué Oliván, Las romerías de Santa Orosia,op. cit., pp. 70-71

[9] “Los cuadernos de Fray Servando” en Manual de héroes, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1989.

[10] Carmen de Burgos (Colombine),  Los espirituados, Madrid, Rivadeneyra, 1923.

[11] Nacida en Almería (1867), de ideas progresistas, defensora de los derechos de la mujer y de las minoríasmarginadas, su obra literaria y paraliteraria es extensísima. Fue amante casi oficial de Ramón Gómez dela Serna y muy popular en los medios periodísticos y literarios del primer tercio de siglo. Murió el 8 de octubre de 1932 en Madrid.

[12] Sobre este tipo de festejos dedicados a dicha santa, tan venerada en la provincia de Huesca, véase J. Reig Gascó, “Los endemoniados de Santa Orosia”, La Derecha, núm. 77-82, Zaragoza, 1881. José Ido del Sagrario, “La procesión de los “espirituados” de Jaca”, Revista Por esos mundos, Madrid, agosto, 1910, pp. 214-242. Ricardo del Arco Garay, Notas de folklore Altoaragonés, Madrid C.S.I.C, 1943. René Ancely, “El Parlamento de Navarra y las peregrinaciones bearnesas a Santa Orosia”, Revista Argensola, nº 18, Huesca, 1954, pp. 173-176. José Ramón Marcuello, “Los endemoniados de Jaca», Andalán, núm. 120, 1-8 de julio de 1977, p. 15. Juan Domíngue Lasierra, Aragón legendario, Tomo II, Zaragoza, Librería General, 1984. Y, sobre todo, la ilustrativa monografía de Enrique Satué Oliván, Las romerías de Santa Orosia, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1988. También, y del mismo autor, Religiosidad popular y romerías en el Pierineo, Diputación General de Aragón, 1991.

[13] Satué, que fecha erróneamente la novela (1932), tal vez por no conocer la primera edición, proporciona información sobre otros textos que tratan la misma cuestión (op. cit., pp. 63-64).

[14] Alardo Prats y Beltrán, Tres días con los endemoniados. La España desconocida y tenebrosa, Madrid, Cenit, 1929.

[15] Alardo Prats y Beltrán, op. cit., p. 205.

[16] V. Ángel Luis Fernández Chomón, El santuario castellonense de Nuestra Señora de la Balma, Narria, núm. 17.

                                             La Balma. El diablo y  su loa

comentarios
  1. […] Especialmente curioso es el culto dado en Yebra, donde, hasta hace muy poco, era tradición coger a los “espiritados” (endemoniados) y atarlos al anda donde se portaba el relicario del cráneo de la Santa, para que fuesen siguiendo la romería. La tradición decía que, si lograban desatarse, estaban curados (!!!). Así, detrás del anda de la Santa marchaban los dementes o enfermos atados por los dedos de las manos con cintas de lana de un cordero hembra criado durante todo el año y sacrificado a tal fin. A largo del camino, el presunto “endemoniado” y su familía debían repetir: “Santa Orosia por los pies, Santa Orosia por la boca, Santa Orosia por las manos…” y entonces se soltaba una de las ataduras y se provocaba el asombro de los espectadores, que debían gritar “¡Ya se están marchando los demonios!”. Pero el momento más enfervorizado de la procesión tenía lugar cuando el obispo mostraba el manto y las reliquias de la Santa al público: inmediatamente se desataba una orgía de gritos y chillidos, de “endemoniados” revolcándose por el suelo, convulsionándose, desnudándose y hasta profiriendo insultos y blasfemias contra la Santa; tras lo cual tenía lugar su presunta curación. Todavía existen curiosas fotografías de principios del siglo pasado que ilustran este particular circo fervoroso. Naturalmente, tales escenografías condujeron fácilmente a los abusos y malas prácticas, por lo que el obispo Francisco Frutos Valiente, molesto con semejante espectáculo -y, ¿quién no lo estaría?- mandó acortar la presentación de las reliquias a cinco minutos, hasta que poco a poco y por razones obvias, acabaron prohibiéndose para siempre. Los últimos llegaron en 1962. Aconsejo visitar este enlace. […]

  2. jabi dice:

    Hay una alusión a los endemoniados de Jaca en la novela «Bearn o la sala de las muñecas», de Lorenzo Villalonga. Está al final de la primera parte, en la escena en que el protagonista y su mujer ponen en marcha el » auto-mobile» que funcionaba a vapor.

  3. gracias por estas notas, profesor Barreiro, desde Argentina.
    Nos hemos tomado el atrevimiento de nombrarlo y publicar dos notas suyas en Mediterruño, revista de cultura mediterránea desde Buenos Aires. Estemos comunicados.

  4. […] Texto originalmente publicado en El Bosque nº 8 Mayo/Agosto 1994, pp. 115-139. Versión al articulo original de la web de Javier Barreiro […]

  5. Magnífico trabajo de recuperación de la memoria perdida, sobre viejas costumbres y sorprendentes rituales propios de la religiosidad popular española

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