Nueve días después de colgar este artículo, me comunican la muerte de mi amigo. Salvo la edad, nada hacía pensar en ella. Aunque ingresado en una residencia y con algunas lagunas ocasionales, se encontraba perfectamente y su familia me comunicó su alegría y sus abrazos, cuando le llevó este texto. Estoy de viaje y no tengo a mano alguna otra cosa, que me gustaría publicar. Quedo comprometido en hacerlo a mi vuelta. Mientras este sindicalista radical y puro desaparece, veo en televisión cómo los capos de CCOO y UGT se reúnen con el Borbón. Estupor ante la muerte, repulsión ante esta clase de vidas.
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Francisco Carrasquer cumple hoy 97 años. En 2006, año en que recibió el Premio de las Letras Aragonesas, como se dice en este artículo, era el decano de las mismas y, venturosamente, sigue siéndolo. Lo conozco hace cuarenta años y a pocos seres humanos he respetado más por su entereza, su bonhomía, su inteligencia y su compromiso con la justicia. Carrasquer es uno de esos libertarios que empequeñecen porque uno siente que nunca podrá llegar a su grandeza de corazón.
El texto que se reproduce fue publicado en la revista Turia nº 84, noviembre 2007-febrero 2008, pp. 307-315.
La figura de Francisco Carrasquer (Albalate de Cinca, 1915), último Premio de las Letras Aragonesas y hoy decano de los escritores nacidos en el antiguo reino, resume en su peripecia un siglo de historia de España, centuria frondosa en acontecimientos, como lo fue la anterior, pero en la que los cambios estructurales y superestructurales en el país han sido infinitamente mayores. Carrasquer nace en el mismo año en que se publica la teoría de la relatividad y andan en eclosión los vanguardismos. En 1915 nacen también dos hombres generalmente bienintencionados, como Fernando Claudín y Manuel Tuñón de Lara, pero que militaron en la otra izquierda, la que calumnió, persiguió y, a menudo, pudo eliminar a la izquierda libertaria de la que Carrasquer es hoy, quizá, su representante vivo más eximio. De 1915 fueron también Torcuato Fernández Miranda, según algunos, árbitro y muñidor de la transición española, y dos Arturos universales, el checo Artur London, prófugo malgré-lui del “ideal” comunista y otro superviviente de mil batallas de otro cariz, el dramaturgo estadounidense Arthur Miller. Igualmente, durante ese año vinieron al mundo los aragoneses Alfonso Buñuel y Luis Horno Liria.
Poco tuvieron que ver los orígenes de todos ellos con los de Francisco Carrasquer, que ve la luz en un pueblo en el que, como la mayoría de los núcleos rurales españoles de la época, el tiempo se ha detenido y cuyos habitantes, menos de una década después, se fotografiarán maravillados rodeando el lujoso automóvil de su hijo más conocido, Miguel Fleta. Francisco es el sexto hijo de una familia de nueve de la que sobrevivieron cinco, Félix, Antonio, José, Francisco y Presentación. La situación familiar, aun dentro de la precariedad con la que entonces se vivía, no era mala porque el padre, Félix Carrasquer Pueyo, era secretario del Ayuntamiento, del Juzgado y del Sindicato de Riegos y también poseía algunas tierras. Prueba de la citada precariedad es que en 1921 la madre, Presentación Launed Carrera, muere ahogada en la acequia a la que había ido a lavar la ropa. El padre contrae nuevo matrimonio con Mariana Alaiz de Pablo, hermana del excelente y muy olvidado escritor anarquista, Felipe Alaiz[1] (1887-1959), con la que tuvo otro hijo.
Como sucedía frecuentemente con los escolares de algunas luces, Francisco ingresa a los diez años en el seminario de su diócesis, sito en Lérida. Cuatro años más tarde, perdida la fe, no quiere regresar a casa y se marcha a Barcelona, donde prueba en varios oficios y vive intensamente la proclamación de la República y la euforia popular pero, como le sucedió al Sender adolescente, su padre lo va a buscar para llevarlo de regreso al pueblo. Allí trabaja en el campo y, como panadero, en la tahona de su hermano mayor, Félix (1903-1995), que, a pesar de su ceguera, con el tiempo se convertiría en el referente inexcusable de la pedagogía libertaria en España. En 1933, como sucedió en otros lugares, Albalate de Cinca proclama efímeramente el comunismo libertario, lo que significa la cárcel para los izquierdistas que propiciaron el hecho, entre los que se encuentran tanto Félix, principal instigador de la revolución, como el padre de Francisco. Este decide volver a Barcelona, donde, con ayuda de su hermano José, que oficia de maestro en Esparraguera, cursa el Bachillerato en el Instituto Balmes y él mismo aprovecha su incipiente formación para impartir clases en la Escuela Racionalista Eliseo Reclús y en el Ateneo de las Corts. Ya comprometido militante libertario, al producirse la sublevación militar, es de los primeros en ocupar los cuarteles de Pedralbes y de Caballería. Todo ello lo ha narrado con vívida intensidad en “Mis tres días de julio”, texto incluido en Ascaso y Zaragoza. Dos pérdidas: la pérdida (2003). Allí cuenta cómo, cuando las multitudes se disponían a saquear el convento de los Descalzos, lanzó una arenga que salvó las vidas de los frailes y los tesoros del convento, que fueron puestos a buen recaudo.
Carrasquer hizo toda la guerra[2] en el frente, primero como miliciano, después como jefe de centuria y, finalmente, como jefe de Estado Mayor de la Columna Durruti que pasó a denominarse 119ª Brigada de la 26ª División. Como era de rigor, combinó sus funciones estrictamente militares con las clases de primeras letras a milicianos no alfabetizados.
En plena derrota republicana Carrasquer cruza la frontera francesa el 10 de febrero de 1939 y es internado, con más de diez mil combatientes de su división, en el campo de concentración de Vernet d’Ariège, 58 kilómetros al sur de Toulouse. Las terribles condiciones de los internados las narra por ejemplo, otro Arturo más, Koestler, en La hez de la tierra. Sin embargo, Francisco tiene, al fin, algo de suerte pues, justo cuando el campo se va a convertir en el depósito de los intelectuales y revolucionarios considerados como peligrosos por el gobierno francés, es reclamado por la Universidad de Nantes para trabajar como lector. Sin embargo, Francia es invadida antes de incorporarse, con lo que ha de buscar un trabajo más productivo para ayudar a mantener a sus padres y hermanos, todos refugiados en el país galo. Acosado por los alemanes, en 1943 Francisco pasa clandestinamente la frontera pero es detenido, recluido durante seis meses en la Cárcel Modelo de Barcelona e incorporado al tabor nº 5 de Regulares en Marruecos, donde pasó tres años[3]. Licenciado a fines de 1946, vuelve a tomar relación con los círculos de la resistencia y es detenido de nuevo por redactar un manifiesto de la Alianza Democrática. Torturado, como era usual, y tras seis meses de cárcel, obtiene la libertad provisional en espera de juicio. Termina entonces su Bachillerato y, para sufragar su matrícula en la Universidad, escribe su primer libro, Manda el corazón (Bruguera, 1948), una novela rosa, que ni el propio autor pudo encontrar cuando se preparó la exposición conmemorativa de su reciente premio de las Letras Aragonesas.
Llevaba entonces Francisco, más de diez años –toda su juventud- consumida, en la guerra, en el campo de concentración, en la resistencia antifascista, en la cárcel y, como reclutado forzoso, en el ejército de Franco. No resulta extraño que, ante la perspectiva de la pronta celebración de su juicio, decidiera volver a cruzar la frontera y “descansar” en Francia. Más extraño parece el que gentes que pasaron por penurias como las que se narran, conservaran –y, en su caso, conserven- una inusitada bondad personal, una suerte de pureza que a algunos puede parecer ingenua y que sólo se comprende por la posesión de una fe en la humanidad, como la que ostentaban los primeros anarquistas, formados en una sociedad tan injusta y brutal, que hacía necesario construir una esperanza.
Carrasquer se apresta finalmente a cultivar lo que era su verdadera vocación, la intelectual, y opta por matricularse en la Sorbona para estudiar Psicología con maestros como Gurvitch, Merleau-Ponty o Piaget. Se ayuda con clases particulares y sucede a José Martínez como secretario de la FUE y delegado de Interayuda Universitaria. Con José Martínez Guerricabeitia, el fundador de El Ruedo Ibérico, sin duda, la más potente y digna iniciativa cultural antifranquista de toda la oposición al régimen, mantuvo Carrasquer una larga y profunda amistad, cimentada en una muy copiosa correspondencia.
Con José Martínez, fundador de Ruedo Ibérico, París, h. 1980
Con los cuatro certificados de la carrera en su poder, en 1953 acepta una propuesta para trabajar en programas culturales de la Radio Internacional neerlandesa, ubicada en Hilversum. Acomete entonces los estudios de letras, que culminará en 1965 y en 1956 publicará en Ámsterdam su primer libro de poesía, Cantos rodados. Desde entonces su labor cultural en los campos de la radiofonía, la traducción y los estudios literarios va a ser fecunda. Destacaremos en esta década de los cincuenta, la fundación de la revista Norte en 1956 y el premio Nijhoff del Gobierno holandés a la mejor traducción del neerlandés a la lengua extranjera (1960). En 1963 obtendrá similar distinción por parte del gobierno belga. Y es en ese mismo año cuando publica en la santanderina colección de La Isla de los Ratones el que quizá es su mejor libro poético, Baladas del alba bala, reeditado en 2001. En 1968 publica su tesis doctoral sobre Sender, la primera que se leía en una universidad europea.
No resulta nada extraño que Carrasquer tomara la obra y, después, la figura de Sender como objetos de su indagación intelectual. Las coincidencias y concomitancias entre su vida y la de su paisano, nacido tan sólo catorce años[4] antes que él y a diez kilómetros de su pueblo, sólo que en distintas riberas del Cinca, son tantas que parece que no podría haber sido de otro modo, a pesar de que entre ellos nunca hubiese habido el menor contacto. A la cercanía de edad, origen y formación, se unía la militancia libertaria, la participación en la guerra y la dura peripecia del exilio, la actividad intelectual, el profesar en una universidad extranjera y una similitud de puntos de vista y hasta de actitudes literarias -salvando las naturales distancias en intención, actitud y género-, que pueden resumirse en el estilo desafectado, la multidireccionalidad temática y el variado sustrato cultural no acomodado a escuelas o esquemas.
Carrasquer no sólo fue el primer estudioso europeo que se acercó a Sender[5] sino el que, a través del tiempo, más ha insistido en la atención y en la voluntad de desentrañamiento. Desde la publicación de su tesis en 1968[6], han sido cinco libros monográficos[7],dos ediciones críticas[8] y una antología poética[9] en torno a la obra senderiana. Ocho, pues, en total, los libros dedicados al autor de Chalamera, amén de otros muchos trabajos dispersos, como el que contiene su, por ahora, último libro, Servet, Spinoza, Sender. Miradas de eternidad (2007). Para Carrasquer, fue Sender el autor del siglo XX que más se acercó y mejor comprendió críticamente el anarcosindicalismo y también el escritor español que, a lo largo de dicha centuria, más se ha inspirado en el pueblo y conspirado con él. Lo que, sin duda, le valió el ninguneo de la crítica durante mucho tiempo y, lo que es más grave, la neutralización de su obra. Efectivamente Sender, que en los años treinta se había constituido en el novelista más sólido y prometedor del panorama nacional, padeció el arrumbamiento destinado a los exiliados políticos, pese a que en los años cuarenta y cincuenta realizó, seguramente, la aportación más decisiva y más alta cualitativamente de toda su trayectoria narrativa[10]. Si desde muy temprano le acompañó el reconocimiento de la crítica, especialmente de la anglosajona, y fue repetidamente traducido, no corrió la misma suerte en los círculos críticos del exilio y hubo que esperar a los años sesenta para que en España se lo conociera y apreciara. A la primera recepción entusiasta -y más por parte de los lectores que de los orientadores de opinión- sucedieron las reticencias y guiños reprobatorios de una buena porción de críticos[11], en su mayor parte cómplices, conscientes o inconscientes, de la manipulación cultural comunista, que enfangó el debate intelectual durante tantos años. Francisco Carrasquer, especialmente en «El raro impacto de Sender en la crítica española», pero también a lo largo de muchos otros de sus escritos, es uno de los que con más tino han denunciado esa evidencia que sólo desde hace unos cuantos años ha empezado a suscitar las reflexiones oportunas.
Tras la publicación de su tesis, Carrasquer publicó en la prestigiosa colección El Bardo de Barcelona el que era su tercer libro de poesía, Vísperas (1969), que tuvo dos reediciones bilingües holandesas, la primera de ellas prologada por Lucebert, el más reconocido de los poetas de los Países Bajos. En la misma colección apareció poco después su monumental Antología de la poesía neerlandesa moderna (1971). Junto a la traducción del clásico por antonomasia de la literatura holandesa, el Max Havélaar de Multatuli y su libro Holanda al español (1995), amplísima visión sobre la sociedad y la cultura neerlandesas, son las tres principales contribuciones del escritor aragonés a la difusión cultural del país que le había dado acogida. Entre los reconocimientos que los holandeses le otorgaron, además de los citados Premios Nacionales de Traducción en Holanda (1960) y Bélgica (1963) figura la distinción de Comendador de la Orden de Orange-Nassau, impuesta por la reina Juliana.
A partir de la publicación de su tesis, pasa de la Universidad de Groninga a la de Leiden, donde enseñará durante dieciocho años. Será esta su época de mayor actividad en el campo de la crítica literaria[12], que combina con su pasión por el arte –junto a su mujer, María Antonia Vidal Morera, regentó durante varios años una galería en Leiden- y la defensa y difusión del ideal ácrata. Aunque en este terreno todas sus publicaciones serían en periódicos y revistas libertarias, especialmente en Cuadernos de Ruedo Ibérico, a partir de la llegada de la libertad de prensa en España publicará en revistas de ideas afines como El viejo topo, Ajoblanco o Polémica. Será años más tarde cuando aparezcan sus libros, llamémosles ideológicos: Nada más realista que el anarquismo (1991), El grito del sentido común. De los automatismos a la libertad (1994) y Ascaso y Zaragoza. Dos pérdidas: la pérdida (2003). Es en la segunda de estas obras donde el autor trató de explicar su pensamiento filosófico y político en un intento de sistematizar desde muy diversos ángulos el ejercicio del sentido común, que no es sino el ejercicio de la libertad y del deseo. Para él, en la historia -un continuo tejer y destejer- el hombre se ha ido alejando de su instinto, de su intuición, de su naturalidad primordial pero también ha ido avanzando en el sentido de la justicia. Por otra parte, el hecho de no forzar las convicciones y de que la actitud libertaria por antonomasia sea la duda, el poner continuamente en solfa aquello que se propone en un momento dado, ha hecho al movimiento libertario tan atractivo como débil. Aunque, como estampó Enzensberger: «la seducción tiene más fuerza que la imposición», ocurre que las certezas son más fáciles y la gente lucha más segura en favor de las evidencias impuestas, como sucede con los seguidores de fascismos, leninismos e integrismos. La nueva misión de la izquierda sería conjugar libertad y orden y sustituir la fascinación del poder por la de la palabra.
Una vez jubilado, Carrasquer había regresado a España en 1985 para instalarse en el pueblo de su mujer, Tárrega, y recibir la Encomienda de la Orden del Mérito Civil por su labor de hispanista. Desde entonces no ha cesado su labor intelectual y a los libros citados hay que unir una amplia antología de su poesía con mucho material inédito, Palabra bajo protesta (1999) y el recientemente publicado Pondera… que algo queda! (2007) en el que reúne poemas exaltatorios para amigos y personajes que admira.
Asimismo parece que próximamente el ayuntamiento de Tárrega va a publicar la obra lírica completa* de quien es uno de nuestros poetas más desconocidos, tanto por haber vivido la parte central de su vida lejos de Aragón, como por haber sido muy desigualmente publicado en nuestro medio. Por otro lado, sus ideas libertarias han dificultado la acogida de su obra por parte de los poderes culturales y, al mismo tiempo, su carácter poco adicto a capillas y cenáculos tampoco podía facilitarle la positiva recepción que en algunos ámbitos -no muchos ni muy poderosos, es cierto- se dispensa a quienes ostentan el marbete de heterodoxo. Pero, dada su originalidad y fuerza, la variedad de registros (épico, existencial, intelectual, amoroso, social…) y su falta de respeto a las modas y tópicos del tiempo es indispensable recuperar la figura del albalatino para la poesía aragonesa contemporánea.
Poeta enérgico, reflexivo y, a la vez, conflictivo. Analítico y, como tal, profundamente conceptista; vanguardista, por expresionista; pasional y existencial, como no podía ser de otra manera, su visión del mundo está mucho más cerca de Camus que de Sartre y es, por tanto, más humanista, más moderna, más inteligente. En ella, frecuentemente, se establece un juego de prioridades entre la razón y los sentidos. Desconfiando de una y de otros, la salida es muchas veces el juego lingüístico, el humor. Juegos ocasionales, humor grave, si se quiere, pero siempre asomando ese hocico burlón y escépticamente admonitorio.
Carrasquer continúa escribiendo y todavía tiene entre manos varios proyectos, entre los que se encuentra la publicación de su novela Los centauros de Onir. Lástima que una vida tan larga y plena de acontecimientos no nos haya deparado unas memorias, género cada vez más en auge, en un país, que no sé si acertadamente, siempre ha sido señalado por la escasez de producciones en dicho terreno[13]. Tal vez, el característico exceso de modestia de Carrasquer le haya llevado a decidir que su vida no tenía demasiada importancia. Pero él sigue en la brecha de la crítica literaria, la poesía y la reflexión histórica y social. Por ejemplo, y por citar uno de sus textos recientes, en el último artículo –aún inédito- que he recibido de él, escribe:
“…ya hemos aprendido todos la lección de que sólo es realmente libertaria la revolución que se hace por educación y civismo bien entendido, a saber: el comportamiento libertario en sociedad nos da el derecho a todos a ser libres, pero también nos impone el deber de hacer libres a los demás. He aquí la fórmula definitiva del libertarismo”.
La sorprendente vitalidad intelectual y la ejemplar trayectoria civil de un hombre tan representativo de nuestra reciente historia y de nuestro siglo y que, por su audacia, potencia intelectual y singularidad, debiera haber sido objeto de otra atención, resalta la justicia y el buen tino del último Premio de las Letras Aragonesas.
*Poesía completa, Ayuntamiento de Tárrega, 2007. En 2010 Prensas Universitarias de Zaragoza editó Poemario aleatorio.
[1] Carrasquer le dedicó un estudio-antología, Felipe Alaiz, Madrid, Júcar, 1981, todavía hoy la obra más importante que se puede encontrar en nuestras librerías sobre el escritor de Bellver de Cinca.
[2] Carrasquer ha novelado su peripecia bélica en la que, salvo su primera obra alimenticia, hoy es su única narración extensa, Los centauros de Onir, que, increíblemente, permanece inédita.
[3] Aunque Carrasquer ya hubiese bregado con peores dificultades, parece que su paso por África no fue tan duro como se podía prever, gracias a la simpatía que inspiró en su capitán y a su capacidad, entonces inusual entre la tropa, para las cuestiones burocráticas.
[4] Cronológicamente, Sender pertenecería a la del 27, mientras que Carrasquer -tres años más joven que Ridruejo, por ejemplo- se incluiría en la del 36.
[5] La primera tesis –mediocre pero meritoria, por pionera- fue americana y se debe a la pontevedresa Josefa Rivas. La publicó Editores Mexicanos Unidos en 1967.
[6] «Imán» y la novela histórica de Ramón J. Sender -primera incursión en el «realismo mágico» senderiano-, Uitgeverij Firma J. Heijnis Tsz., Zaandijk, 1968. Reeditada, con numerosas corrreciones y ampliaciones, bajo el título de «Imán» y la novela histórica de Sender (prólogo de Ramón J. Sender), London, Tamesis Books Limited, 1970.
[7] La tesis citada y La verdad de Sender, Tárrega, Cinca, 1982; La integral de ambos mundos: Sender, Zaragoza, Prensas Universitarias, 1994; Sender en su siglo (edición de Javier Barreiro), Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2001; Ramón J. Sender, el escritor del siglo XX, Lérida, Milenio, 2001.
[8] Imán, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1992; Réquiem por un campesino español, Barcelona, Destino, 1998.
[9] Rimas compulsivas (Antología de la poesía de Ramón J. Sender), El Ferrol, Esquío, 1999.
[10] Carrasquer apunta que el exilio probablemente favoreció artísticamente su escritura, como les sucedió a otros autores. Aunque sea aventurado hablar de supuestos, puede concluirse que la tensión a que se ven sometidos los creadores en circunstancias vitales difíciles ha deparado muchas de las mejores producciones intelectuales de la historia.
[11] Reveladora es la observación de Carrasquer acerca de la distinta recepción por parte de la intelligentsia de los premios Planeta concedidos a Sender y Vázquez Montalbán. Lo que en uno se interpretaba como achantamiento de cerviz y venta al todopoderoso capital, en el otro constituía el reconocimiento de la industria editorial a una trayectoria literaria y civilmente modélica.
[12] Algunos de sus numerosos artículos se reúnen en dos publicaciones de la Universidad de Leiden en 1980: La literatura española y sus ostracismos y Antología de artículos.
[13] Fernando Durán López en su Catálogo comentado de la autobiografía española (Siglos XVIII y XIX), Madrid, Ollero & Ramos, 1997, recoge 479 autores.
Carrasquer y el firmante en Leiden
V. también en este blog:
Un artículo muy bonito, señor Barreiro. Mi familia está muy contenta.
Francisco Carrasquer forma parte de lo más luminoso de la humanidad.Lo llevamos en el corazón.
Carrasquer ha muerto pero seguiremos carrasqueando hasta nadie mande en lo de todos!
Gracias Javier!
Hola,
soy Marco Potyomkin, uno de los realizadores del documental «Sueños Colectivos» (2011) sobre la experiencia colectivista en el Alto Aragón durante la guerra civil. para el documental entrevistamos en diciembre del 2009 a Francisco y a Presen Carrasquer. si no conocéis la peli, la podéis ver de forma gratuita en nuestro blog.
también hoy hemos editado un pequeño homenaje audiovisual por Francisco Carrasquer Launed (1915-2012).
http://potyomkinproducciones.wordpress.com/
Un abrazo
Marco
He tenido la dicha de haber compartido con Francisco Carraquer ideales y sensibilidades libertarias, al igual que con su hermano Felix. Ambos han dejado una estela de humanismo que se expande como las gotas de agua en el océano.
Gracias JAVIER POR TU TRABAJO y por tu honestidad. Ana
Como decian los viejos anarquistas, «que la tierra le sea leve».
[…] sobre su obra, edité un libro con una antología de los artículos que sobre él escribió Francisco Carrasquer, el máximo senderiano… Hasta me otorgaron a los 21 años el primer Premio Sender de Periodismo […]