Pese a que no hace mucho se le dedicó una céntrica calle en Zaragoza -la antes llamada Capitán Esponera- y a que en el mundo es ampliamente conocida, Elvira de Hidalgo sigue sin estar en la nómina de los aragoneses rescatados. ¿Para cuándo un disco con sus grabaciones, ya todas de dominio público? En 2004, cuando todavía Google y las hemerotecas digitales no habían puesto la información al alcance de todos, le dediqué un subcapítulo de mi libro Voces de Aragón, Zaragoza, Ibercaja, 2004, pp. 48-54, que reproduzco ahora, para eso, para que cualquiera pueda informarse en Google.

                  Elvira de Hidalgo-F0001      

Desde hace unos años es costumbre aludir a Elvira de Hidalgo como la maestra de María Callas, pero la vida de la valderrobrense Juana Rodríguez Roglán tuvo otros muchos destellos en los que no intervino sino su genio vocal. En 1916, con motivo del centenario de El barbero de Sevilla, la Scala organizó una serie de representaciones con la voluntad de que figuraran en ellas los mejores intérpretes de Rossini en el panorama operístico de aquel tiempo. Se determinó que Elvira de Hidalgo fuera contratada para representar el papel de Rosina. Seis años antes, algo similar había ocurrido en París: el empresario Raoul Gunsbourg decidió dar esta obra en el Teatro del Casino de Montecarlo con el mejor elenco de divos que fuera posible. Se contrató a Fedor Chaliapin como bajo, a Titta Ruffo como barítono, a Enrico Caruso como tenor y a Elvira de Hidalgo como soprano, aunque en el último momento se descolgase Caruso y fuera sustituido por Dimitri Smirnov. Por entonces Elvira de Hidalgo aún no había cumplido los diecinueve años. Existen grabaciones suyas desde 1908, año en cuyos días finales cumpliría los diecisiete. Un magnífico fraseo, modelo de musicalidad natural, lo agilísimo de sus agudos y su desenvoltura en escena constituyeron la base de su prestigio.

 Juana Rodríguez Roglán fue alumbrada en Valderrobres (Teruel), adonde ya no volvería jamás, el día de los Inocentes de 1891. El padre, Pedro Rodríguez Hidalgo, era un emigrante granadino que había casado con Miguela Roglán y que, como tantos aragoneses de aquel tiempo, en 1902 hubo de marcharse a Barcelona con su familia. Así, Juana pudo estudiar en el Conservatorio del Liceo con la soprano Conchita Bordalba para después partir hacia Milán y tener como maestro a Melchor Vidal. Por su parte, los padres consiguieron la administración de un estanco en la calle Aribau, casi esquina con la de Diputación, que antes había regentado la familia de la excepcional soprano María Barrientos, con lo que durante mucho tiempo fue conocido como «el estanco de las cantantes», porque al parecer era propiedad del Liceo, que lo cedía a sucesivas familias de  estudiantes de canto que apuntaran buenas condiciones.

 En abril de 1908, con dieciséis años, Elvira debuta en el Teatro San Carlo de Nápoles haciendo el papel de Rosina en El barbero de Sevilla, acompañada por Titta Ruffo y consiguiendo el primer gran éxito. Se dice que sus interpretaciones del protagonista femenino de dicha ópera están entre las mejores de todos los tiempos. Inmediatamente es reclamada por Gunsbourg, el inquieto y famoso empresario del Casino de Montecarlo que tanto tuvo que ver con la Bella Otero, para reemplazar a Selma Kurz en las representaciones de El barbero programadas por el Teatro Sarah Bernhardt de París. El consiguiente triunfo induce al empresario a llevarla a Montecarlo con la misma obra, como ya se dijo. En 1911 y 1912 se repite allí el mismo éxito. En el transcurso de estas temporadas también realiza varias giras que la llevan desde El Cairo hasta Nueva York pasando por Viena, Praga, Florencia y otras grandes ciudades europeas.

Elvira de Hidalgo como Rosina Elvira había debutado en el Teatro Real en 1911 y lo haría en el Liceo barcelonés la víspera de Reyes de 1912, interpretando su Rosina y acompañada por Stracciari. El público de la época adoraba su agilísima voz y las habilidades «ornitológicas» que por entonces se estilaban y que después serían tan denigradas. De cualquier modo, sus notas picadas y sobreagudos fueron inigualables. Pero fue quizá en Nueva York, en cuyo Metropolitan Opera House ya se había presentado en la temporada 1909-1910 con El barbero y La Sonámbula, el lugar en el que con más fuerza prendió su arte, tanto por sus virtuosismos canoros como por su extrema juventud. Cuando en 1912 llega al Teatro de la Ópera de París, adonde volvería en 1916, 1922 y 1923, Elvira ya se había convertido en una de las grandes de todos los tiempos. A partir de entonces recorrió los mejores teatros de los Estados Unidos, Sudamérica y Europa. En 1915, el célebre Mascagni (Cavalleria rusticana) la incorporó a su compañía.

 Sin embargo, hay quien afirma que su voz fue decayendo a partir de 1913. Algunos lo achacan a que el papel de Rosina, el que mayor número de veces interpretó, fue escrito por Rossini para una mezzosoprano, pero, a comienzos del siglo XX, el prestigio de ciertas sopranos de coloratura llevó a que el público exigiera para ese rol tesituras más altas. Si por esta interpretación se pagaban quince mil liras, se aumentaban a veinticinco mil con tal de que, en «Una voce poco fa», la cantante forzase su garganta hasta llegar al fa sobreagudo, lo que no aparece en la partitura original. Esto lo hacía Elvira y, efectivamente, el esfuerzo poco debió de beneficiarla. Había conseguido llegar a altas cimas técnicas a los diecisiete años y, quizá, no supo administrar su voz.

Elvira de Hidalgo-F0003 A pesar de ello, sus triunfos se sucedieron con constancia durante los años siguientes. En 1923 -año de las grandes exhibiciones de Fleta en el Real madrileño- acompañó al tenor albalatino en Rigoletto. En el londinense Covent Garden actuará en las temporadas de 1924 a 1926, año en el que vuelve como estrella al Metropolitan neoyorquino. Su fuerte pero agradable carácter hizo que los, habitualmente complicados, colegas la respetaran en un mundo tan difícil para las relaciones humanas entre divos como es el del bel canto. Ella fue quien convenció a un maduro Chaliapin para cantar en el Liceo nada menos que Marina y se dice que en muy buen español.

  En cuanto a su vida personal, que siempre supeditó a la vocación canora, Elvira se había casado en 1915 con Guido Zarabelli, del que enviudó. A finales de los veinte repitió matrimonio. Esta vez con Armando Bette, director del Teatro Nacional y del Casino de Ostende, que había sido secretario de Clemenceau. Sin embargo, su sobrina-nieta Montserrat Puch, que llegó a conocerla, aseguraba, en respuesta al periodista Mario Sasot, que nunca se había casado.

 Aunque Elvira fue disminuyendo el número de sus actuaciones, se mantuvo en escena hasta 1936, año en el que se retira para dedicarse a la enseñanza en el conservatorio de Ankara. La invasión alemana la sorprendió en Atenas, donde tenía un contrato temporal, y la obligó a permanecer en la ciudad griega hasta el fin de la segunda contienda mundial del pasado siglo. Así pues, Elvira permaneció siete años ocupando la cátedra en el Odion Athenon, principal conservatorio de la capital griega. Allí conocería a una joven de quince años, María Kalogeropoulos, a la que decidió formar metódicamente hasta convertirla en la más famosa artista del bel canto de la segunda mitad del siglo XX, María Callas:  «Oí una verdadera cascada de sonidos, no enteramente controlados. Cerré los ojos y me imaginé la joya que tenía que trabajar a partir de aquel metal; moldearlo hasta la perfección».

Elvira de Hidalgo con María Callas

 La escuela de la Hidalgo -a través de su maestro en Milán, el barcelonés Melchor Vidal- provenía del que fue gran pedagogo español del siglo XIX, Manuel García, muy vinculado a Rossini, Bellini y Donizetti y padre de María Malibrán y Pauline Viardot, cuyas bases técnicas y enseñanzas pasaron también a otros grandes cantantes y profesores.

 Desde 1940 a 1945, María Callas cantaría en la Ópera de Atenas bajo la observación y las orientaciones de Elvira. La diva griega declaró que, con el único intervalo de una comida ligera, seguía las clases desde las diez de la mañana hasta las ocho de la tarde. Además de cantar, Elvira de Hidalgo le enseñó a vestirse, a moverse, a descubrir las partituras y compositores olvidados y, sobre todo, a lograr seguridad en sí misma, lo que era complicado con una personalidad tan conflictiva como la de María Callas, que además heredó muchos de los rasgos técnicos de su maestra, especialmente en la forma de acometer los agudos y sobreagudos, que en el caso de Elvira eran de gran pureza. Para quien guste de analizar estas influencias, hay un disco comparativo en el que figuran las mismas arias cantadas por maestra y discípula.

  Según relataba Enrique Gastón, que preparó un guión para televisión sobre la diva que no llegaría a realizarse pero que publiqué en El Bosque, el director del Teatro Comunale de Florencia, Francesco Siciliani, no podía creer que una soprano etiquetada de coloratura hubiese preparado a una soprano dramática como era la griega. María Callas aseguró a Siciliani que Elvira de Hidalgo se lo había enseñado todo y que ella también podía cantar coloratura, como demostró en Norma. Lo cierto es que, aun derivando a lo personal, debo decir que su «Casta diva» es la más emocionante que nunca he escuchado. Por su parte, uno de los habituales directores de la Callas, Tulio Serafín, declaró que jamás se había encontrado con una verdadera soprano dramática de coloratura, la clase de cantante de la que se habla en los libros y métodos del siglo XIX. En efecto, Elvira le inculcó la técnica de las soprano sfogato de dicha centuria, aunque algunos de quienes oyeron a las dos afirman que la Callas nunca alcanzaría la pureza de emisión de su maestra, quien encauzó la trayectoria de su discípula recomendándola en 1945 al tenor-empresario Giovanni Zenatello, con lo que dio inicio a su brillante carrera internacional.

 En 1954 Elvira volvió a ocupar la cátedra del Conservatorio de Ankara –en el que alumbraría a una nueva gran discípula, Leila Gencer- aunque todavía acompañaba frecuentemente a laElvira de Hidalgo y María Callas en Verona Callas en sus actuaciones, como sucedió al presentarse esta en el Liceo barcelonés (1959). De hecho, la relación entre ambas fue prácticamente de madre e hija, como se constata por las cartas -hace no mucho subastadas- en las que la discípula cuenta a la maestra todos los recovecos de su corazón, tras ser abandonada por su amante, el naviero Onassis, en beneficio de Jacqueline Kennedy. Hubo ocasiones en que cuando la Callas se encontraba lejos de Elvira, ésta le llegó a dar clases por teléfono. En aquel mismo año 1959 la turolense se marchó a Milán, donde el teatro de la Scala la nombró maestra única de canto en su conservatorio, plaza que estaba vacante desde hacía tiempo porque no se encontraba a nadie con la categoría necesaria. En esta ciudad italiana murió el 21 de Enero de 1980.

 Si grande fue como cantante, también lo fue como actriz. Constituyeron sus mejores cartas una magnífica técnica y grandes facultades, unidas a esa enorme dosis de salero y gracia personal en el escenario, que fascinaba a sus públicos. La magnitud de su importancia nos la da el hecho de que en el diccionario de cantantes líricos de Sagarmínaga, la de Elvira de Hidalgo es la entrada que más páginas ocupa. Allí el autor hace un muy detallado análisis de sus características técnicas, que puede consultar el dilettante.

 También falta en el caso de Elvira de Hidalgo -y esto es más sangrante al tratarse de una primerísima figura, como lo fuera ella- una reedición de su obra completa discográfica. Que no iba a ocupar más de dos compactos, como los que a veces se dedican -y conste que me parece muy bien- a exaltar una fiesta local. En efecto, son 42 las grabaciones que Elvira llevó al disco, según Antonio Massísimo. Reproduzco aquí, con su autorización, el fruto de sus investigaciones, que constituye una novedad ya que es la primera vez que se publica.

 La discografía de Elvira abarca cuatro etapas:

  Milán. En el verano de 1908, un par de meses después de su debut en Nápoles, dejaría cuatro registros operísticos para la Columbia italiana en discos de una sola cara de 25 centímetros, con acompañamiento de piano.

 Milán. De octubre de 1908 a octubre de 1909, 19 grabaciones Elvira de Hidalgopara la Fonotipia (discos de cara doble de 27 centímetros), con acompañamiento orquestal. Trece de ópera, incluyendo un dúo, con Antonio Magín-Coletti; cuatro canciones españolas, una romanza de zarzuela y una aria de bravura. Otras diez piezas serían rechazadas, al salir defectuosas.

 Londres. En marzo de 1924, al tiempo que actuaba en el Covent Garden, diez grabaciones para la Columbia inglesa (discos de doble cara de 25 y 30 centímetros), con acompañamiento orquestal. Cinco fragmentos operísticos, dos de zarzuela, dos canciones españolas y una rusa.

   Atenas. De noviembre de 1933 a enero de 1934, nueve registros para La Voz de su Amo griega, acompañada de piano: Seis cantos helenos y tres españoles, incluyendo la rareza del Clavelitos, cantado en griego. Este Clavelitos, que ha tenido numerosísimas versiones, no es la canción de tuna universitaria compuesta por Galindo y Monreal sino la canción-pregón andaluz con letra de José Juan Cadenas y música de Quinito Valverde.

  Los temas más repetidos en estas grabaciones son las romanzas operísticas de El barbero de Sevilla (5), Dinorah (4), Sonámbula (3); la  zarzuela, Las hijas del Zebedeo (2) y el citado Clavelitos (2).

   Todos estos discos gozaron de buena aceptación y fueron reeditados en los Estados Unidos, Inglaterra, Italia y hasta Brasil o Argentina, incluso en la época del disco de plástico. En 1924, la casa Regal española publicó media docena de ellos. Desde entonces, nada.

   Un trabajo de investigación en marcha que la soprano turolense María del Carmen Muñoz está llevando a cabo sobre la valderrobrense puede ser un buen pretexto para que alguien –y ¿por qué no en Aragón, que tan poco interés ha demostrado hasta ahora por su figura?- se aprestara a remediar tan clamorosa carencia.

—————————

Las hijas del Zebedeo: http://www.youtube.com/watch?v=iuzX0Nuu_uE

Dinorah: http://www.youtube.com/watch?v=M61L74rU0XQ

Una voce poco fa: http://www.youtube.com/watch?v=O1bO8iEFulU

 La paloma: http://www.youtube.com/watch?v=GlI8TkOvsIE

Elvira de Hidalgo con guitarra

comentarios
  1. mayusta dice:

    ¡ Gracias por rescatar esta figura !

    • Gracias a ti por tu atención. Ahora lo que hace falta es que alguien se preocupe por reeditar sus grabaciones.
      Abrazos.
      Jaier.-

      • Esteban Peralta dice:

        Querido Javier, existe un doble compacto que recopila las grabaciones de la diva, creo que todas. Si quieres, contáctame para más detalles.

      • Me encantará conseguirlo. Yo sólo tengo un LP inglés de hace 40 años y alguna grabación suelta. Ya me dirás. No modifico el contenido porque ya se dice al principio que el texto procede de un libro que publiqué en 2004 y entonces en España no había nada en el mercado.

  2. Buenos días Javier, soy Jordi Martí, periodista de Barcelona. Me gustaría poder hablar con usted, estoy preparando un artículo sobre Maria Callas e Elvira de Hidalgo. Espero sus noticias, muchas gracias! Mi mail: jordimf77@gmail.com

  3. José María Bardavóo Gracia dice:

    Excelentes letras de vino añejo.

  4. Susana Egea dice:

    Muchas gracias por el artículo. Me ha sorprendido leer que Elvira de Hidalgo convenció a Chaliapin para cantar Marina en castellano. Me interesa mucho el tema ¿Sabes dónde y cuándo realizó Chaliapin esta actuación? Muchas gracias.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.