DEL JARDÍN DE RICLA A LO QUE SOMOS, PASANDO POR CASA TARÍN

Publicado: marzo 6, 2012 en Artículos

 APUDEPA (Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés) ha adjudicado recientemente su Tocho 2011 a la restauración-demolición de la Casa Tarín, también llamada Casa del Canal, palacio aragonés declarado, para más inri, Bien de Interés Cultural. En el acta de concesión del Tocho se justifica así:  «por la intervención reciente abanderada por Fomento, a través de la Confederación Hidrográfica del Ebro, lo que ha supuesto la pérdida de buena parte de los valores de antigüedad que mantenía este palacio hasta fechas recientes». Ello me da motivo para rescatar este artículo publicado en Aragón Digital, los días 12-15 de noviembre de 2010.

Quienes conocemos lugares como el Jardín de Ricla, ciertas tabernas que guardan alguna parte del ambiente y el sabor de antaño o perdidos lugares a donde no llega la furia modernizadora de la DGA o de los mandamases que toquen, nos guardamos mucho de divulgar tales conocimientos, en la convicción de que nada bueno les traerá el salir de su aislamiento y ser objeto de la atención gubernamental o de la vox pópuli. Los unos los someterán a restauración, a modernización, a remodelación…; en suma, a gasto desaforado, con el corolario de perder la personalidad y ser destinatarios de plazas duras, planes de igualdad, carriles bici y las pendejadas de moda que se estilen. Los otros acudirán a degustar los placeres de lo arcaico, con su teléfono móvil provisto de cámara fotográfica, sus mochilas de diseño con kits diversos, su vocación gritona y sus grupos de niños-dictadores, que han heredado, aumentada, la pasión de sus ascendientes por el alarido.

Citaba El Jardín de Ricla –sito en las afueras de Zaragoza- porque leo, con desolación, que hasta allí han llegado las huestes municipales, abanderados por sus compinches los constructores, con la intención de levantar más de dos mil viviendas, en edificios de siete y ocho plantas, sin que importe la destrucción del maravilloso entorno ambiental ni la cantidad de casas vacías que existen en el vecino barrio de Santa Isabel. La Gerencia de Urbanismo ha emitido su dictamen favorable, sin que ningún grupo político haya votado en contra, aunque dos se han abstenido porque en boca cerrada no entran moscas. Parece evidente que a ninguno de ellos importa, ya no la opinión, sino la mera existencia de vecinos que se oponen al proyecto y quieren conservar el recoleto reducto que ellos han creado, mantenido y habitan.

Rumiando este desmán, en las cercanías del Colegio de Arquitectos -hace muchos años mudo ante la definitiva destrucción del Patrimonio Artístico y Ambiental- me encuentro que de la Antigua Casa-Palacio del Canal Imperial, luego Sede de la Sociedad Aragonesa El Cachirulo, sita en la plaza de Santa Cruz, no queda sino la fachada.

Al parecer, la también llamada Casa Tarín, por la familia que antiguamente lo habitara y edificio catalogado de interés monumental, está siendo sometido a restauración, que, como sabemos, significa dejar, en todo caso, las pelarzas. Que si había un patio, una cúpula, una preciosa escalera, unos mosaicos, todo ello del siglo XVIII. ¿Y qué? Nada queda de ello. Supongo que hay asociaciones vecinales, de defensa del patrimonio o, simplemente de ciudadanos decentes que reaccionan ante estos desmanes pero ni su respuesta llega a la mayoría ni los medios de comunicación –siempre cuidadosos en mostrar el aguijón al poderoso pero sin darles serios motivos de enfado- les otorgan publicidad alguna.

A la agonía de la sociedad civil se añade el alineamiento de los medios con quienes, en realidad, los mantienen. Algo parecido se puede decir de los sindicatos o de quienes escribimos. Pero todos sabemos que es exactamente al revés: somos nosotros los que mantenemos tal estado de cosas con nuestro dinero y con nuestros votos.

Que los dineros andan mal administrados lo sabe hasta el señor Belloch; que los votos también, es una impresión personal, aunque compartida hasta por muchos de quienes se benefician de dicho estatus y hasta firman artículos exigiendo la corrección de estos rumbos. Pero priva el pensamiento retrógrado: “Más vale malo conocido…”, propio de sociedades serviles. Lo que somos.

comentarios
  1. Blog de Apudepa dice:

    Gracias por esta interesante y valiente reflexión, de las que no abundan por estos lares. Jardín de Ricla fue Premio Apudepa 2009.

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