Publicado como Comunicación Académica nº 1445 a la Academia Porteña del Lunfardo, Buenos Aires, 26 de Mayo de 1998. Reproducido en Tangoneón nº 17, Madrid, junio 1999 y, también, en el nº 35, Madrid, marzo 2005. Asimismo en Tango Reporter Año XI, nº 121, Los Ángeles, junio 2006, p. 194-195. En este caso, con el subtítulo, «Las letras al alcance del público».
En la presente entrada corrijo y actualizo algunos datos.
Primer número de El tango de moda
Si en España tenemos discos de tango argentino desde 1903; baile, al menos, desde 1906 y canto desde 1912, una publicación periódica dedicada plenamente al tango no aparece hasta 1928: la revista El tango de moda, con ocho páginas de tamaño folio (a veces llegó a doce) durante la mayor parte de su trayectoria.
El número 1 de la misma, sin fecha ni mancheta que nos ilustre, apareció el 1 de Octubre de 1928 y fue editado por la editorial Garrofé, sita en la popular calle barcelonesa de La Unión, en pleno Barrio Chino. Lo sabemos por el segundo de sus números que también nos informa de que la revista es quincenal y se vende al precio de 40 céntimos. No figura director pero fue Rosendo Llurba[1] -más que prolífico, aunque nada bueno, letrista de tangos y cuplés- uno de los factótum de la publicación, dada la frecuencia con que aparecen sus composiciones y las veces que se le menciona a lo largo del trayecto de la misma.
El tango de moda editó -aparte pero con el mismo nombre de cabecera- repertorios de letras, cromos y álbumes con partituras (cinco por número, al precio de una peseta. El éxito de la revista debió ser fulminante ya que, a partir del número 3, se convierte en semanal y su trayectoria fue, al menos, de casi cinco años y medio pues el último de los números que poseo (el 245) y, con bastante seguridad, el último que apareció, corresponde a febrero de 1934, año a partir del que la revista se convierte en mensual. Y antes, ya había tenido que volver a su anterior periodicidad quincenal, lo que nos habla de la publicación tenía cada vez más dificultades y, seguramente, menos demanda. Es cierto que, en esta última época, la revista ya iba acogiendo cada vez más música hispanoamericana, en detrimento del tango argentino.
A despecho de un estudio general más pormenorizado, será ilustrativo señalar, de momento, algo sobre lo más interesante del contenido en sus primeros números, ya que la aparición casi simultánea de otras revistas muy similares con temática tanguera, aunque de vida más corta (El Tango Popular y Tangomanía), indica que es en estas fechas cuando puede situarse el periodo culminante de la popularidad del tango en España, que ya tenía al menos un cuarto de siglo de presencia y que, venturosamente, proseguiría setenta años después.
Números iniciales de El tango popular y Tangomanía
En la portada del primer número de El tango de moda, junto a la letra de “¡Adiós muchachos!”, aparece vestida de gaucho, la intérprete que lo popularizó en España, Celia Deza, que ya llevaba varios años cantando el tango por los escenarios ibéricos. Con más criterio que Spaventa, por cierto. Entrevistas, letras, comentarios, preguntas de los lectores, poemas, anuncios y una partitura con su letra en las páginas centrales constituirán la estructura típica de la publicación. Otras populares revistas dedicadas a las partituras, como El Cine y El Bufón, ya venían publicando composiciones de tango desde su inicio: la primera, a partir de 1912 y la segunda, en la década de los veinte. Pero va a ser El tango de moda la primera que lo haga de forma sistemática. La citada “¡Adios muchachos!” (Sanders y Vedani), “Noche de reyes” (Curi-Maffia), “¡Caradura!” (José H. Lencina), “¡Sami!…” (Lito Mas-N. Verona) y “Simpática muchachita” (A. Capone-Marcucci) son las elegidas para los cinco primeros números. Las fotos de portada, excepto la del número 3 dedicada a Carlitos Gardel «El zorzal criollo, que comparte con Irusta y Corsini, el cetro de los cantores suramericanos», según reza su pie, están dedicadas a Pierrette Fiori, «creadora de ‘Noche de reyes’«, Samitier, «capitán del F. C. Barcelona» y el inspirado bandoneonista Carlos Marcucci, respectivamente.
Un repaso muy general a todas ellas nos da un dato incontrovertible: en España Gardel es el indiscutible número 1 y, tras él, el trío Irusta, Fugazot y Demare. El resto: Bianco y Bachicha, Cátulo Castillo, Spaventa, Buzón, Marcucci, Pizarro, Maida, Juan B. Giliberti, Perlita Greco… aparecen en función de sus actuaciones en la ciudad.
Por otra parte, es fundamental en la revista la reproducción de letras tangueras, lo que implica que era ésta la mayor demanda del público, como también demuestra la multitud de cancioneros que se editaban en la época. Nihil novum sub sole o “En todas casas cuecen habas y en la mía a calderadas”, que reza el estro popular: tanto del lado de acá como el de allá, prohibitivos para la mayoría los discos, la gente, tan cantora por entonces, (¡ay!) demandaba letras para acomodar sus espontáneos trinos a la realidad textual.