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Publicado en 75 años de cultura y deporte a las orillas del Ebro, Zaragoza, Centro de Natación Helios, Diputación Provincial de Zaragoza, 2000, pp. 23-53.

Velocipedistas zaragozanos

La historia cultural del deporte español está sin acometer y el vacío bibliográfico es considerable aunque existan estudios parciales. Ni siquiera una voluminosa historia de los espectáculos en España, aparecida recientemente [García Candau, 1999], se refiere al deporte más que superficialmente cuando es obvio que, al menos durante los años veinte, va tomando un protagonismo social cada vez más importante. El español, que se había divertido tradicionalmente en el teatro y los toros, va sustituyendo uno y otros por el cine y los deportes. Antes, el llamado «sport» había sido un fenómeno tirando a pintoresco, que se miraba con la desconfianza propia de un país históricamente reticente hacia lo que venía de fuera. El hecho de que lo introdujera la aristocracia, así como la dedicación de Alfonso XIII a las disciplinas hípicas y automovilísticas, matizó un tanto ese rechazo. Como deporte de masas, hay que esperar a la tercera década del siglo en la que el fútbol toma carta de naturaleza y el boxeo va adquiriendo fuerza. En España, sobre todo, a partir de la aparición de Paulino Uzcudun. Los nacientes totalitarismos harán también del deporte seña de identidad , como se demostrará espectacularmente en la Olimpiada de Berlín. La gimnasia, ya cultivada por los institucionalistas, tomará ahora los rasgos de una juventud que se quiere sana, disciplinada y pujante. Será precisamente, esta actividad una de las escasas modalidades deportivas reivindicadas por el falangismo, pero ello tropezará con los morbos eclesiales que no sólo ven pecaminosos los atuendos necesarios sino la dedicación de la mujer a tales despliegues físicos. Esta concepción durará mucho tiempo y hasta no hace tanto hemos podido oír argumentos que nos trataban de demostrar lo perjudicial que podían resultar para el desarrollo biológico de la futura madre y ama de casa.

Sin embargo, no podía decirse que el deporte fuera una novedad total. Desde los juegos en honor de Patroclo en La Ilíada pasando por los juegos de los feacios en que participa Ulises, hasta llegar a los cantos olímpicos de Píndaro, el mundo griego, ejemplo secular para la cultura occidental, está lleno de referencias deportivas en lo literario (Sófocles), en lo histórico (Jenofonte) y hasta en los filosófico . En el mundo latino, Virgilio, Horacio, Juvenal, Suetonio o Plutarco aluden a los deportes en su obra y ni siquiera están ausentes en el sombrío período godo . Alfonso el Sabio y Raimundo Lulio se refieren a juegos en su obra e, igualmente, Nebrija, Castiglione, Luis Vives, Rabelais o San Ignacio de Loyola en el Renacimiento. José Hesse [1967], publicó una completa antología sobre el deporte en los siglos de oro y en el de las luces tampoco faltan referencias . Es cierto que hay que llegar a mediados del siglo XIX y al ámbito anglosajón para que el deporte empiece a ser considerado como una actividad social y comience a tomar las dimensiones de espectáculo que hoy le son consustanciales.

Una mirada a la hemerografía nos muestra la temprana aparición de prensa deportiva. En el París de 1828 ya se publica el Journal des Haras, dedicado a la hípica y, un año después, en el Nuevo Continente, se registra la aparición de American Turf Register, asímismo en torno al mundo caballar. El semanario Spirit of the Times tuvo una larga vida (1831-1902) y a mediados de siglo tiraba 100.000 ejemplares. Sportsman en Londres (1852), Le Velocipéde Illustré en Francia (1869), Sport Illustrato y Eco dello sport (Italia, 1881) son también pioneros hasta llegar al primer diario deportivo (Le Vélo, 1892). A punto de inaugurarse el siglo L’Auto (1900) organizará el primer «Tour» de Francia y puede considerarse el antecedente de L’Equipe. La Gazzeta dello Sports, todavía en activo, había sido fundada en 1896.

En España, serían los dedicados a la caza, si atendemos a su actual consideración como disciplina deportiva, los pioneros:
El Cazador (Barcelona, 1856) y La Caza (Madrid, 1865-1868). El Colombaire (Valencia, 1866) o El Pedal (Huesca, 1869) son otros pintorescos antecedentes. En 1874 la muy burguesa La Ilustración española y Americana acoge un grabado de las carreras en el College Park. Pero es el semanario El sport español (Barcelona, 1885) el primer periódico especialmente dedicado a los deportes aunque su difusión fuera restringida. La Semana Madrileña (1883), subtitulada Revista de salones, teatro y sport, acogió igualmente la información deportiva. En ella colaboraron López Valdemoro y Carlos Ossorio, probablemente los primeros cronistas deportivos españoles. Es cierto que este periodismo se vertía más hacia la crónica social que hacia la información propiamente dicha. Otras publicaciones se van sumando a la moda naciente: El Velocípedo (1885), La Ilustración Gimnástica (Bilbao, 1886), El Pelotari (Bilbao, 1887), Los Deportes (Barcelona, 1897) o La Crónica del Sport (Madrid, 1893-1896), hermosamente editada y que es la publicación que mejor puede dar una idea de la situación del hecho deportivo en la España finisecular: Hípica y equitación, esgrima, caza, gimnasia, atletismo, box, lawn-tennis, polo, tiro de pichón, velocipedismo, foot-ball, natación, pelotarismo, patinaje, pesca, regatas, tiro… son deportes que aparecen ya en ella, casi siempre referidos a su práctica en el extranjero pero también con abundantes noticias nacionales, prueba de que, como casi siempre ocurre, las cosas suelen tener más años de los que los historiadores les atribuyen .

Otra revista dirigida a un público adinerado, El cardo (1894), la primera que tuvo una sección dedicada al fonógrafo, se lamentaba del poco entusiasmo de los españoles por la práctica deportiva. Sin embargo, desde principios de siglo los diarios tienen secciones de información deportiva y hay ya tres publicaciones que se dedican exclusivamente a ella.

Fuera de la aristocracia, en Madrid, el deporte se empezó a cultivar desde perspectivas regeneracionistas y pedagógicas como cultivo de virtudes morales. En Barcelona tuvo, además, un componente patriótico y en seguida se vinculó con el excursionismo. En 1878 ya hay dos publicaciones dedicadas a esta actividad: El excursionista y Boletín de la Asociación de Excursiones Catalanas.

En el siglo XX hay ya prensa deportiva menos efímera, empezando por Heraldo del sport (1902), dedicado preferentemente al fútbol. No olvidemos que el primer campeonato de Copa se organiza por estas fechas. Gran Vida (Madrid, 1903), revista ilustrada fundada por Vicente de Castro Les, será la de mayor duración pues llegará hasta 1935. España Sportiva (Madrid, 1912-1933), Heraldo Deportivo (Madrid, 1915-1936) también ostentarán larga vida. Los primeros diarios no llegarán hasta los veinte: Excelsior, luego Excelsius (Bilbao, 1924-1937) es una publicación vinculada al PNV, que fue dirigida por Jacinto Miquelarena. El Mundo Deportivo, todavía superviviente, nació como semanario en 1906 y se convirtió en diario en 1929. Gran Sport (Madrid, 1930) duró únicamente dos meses. En los años treinta, aprovechando las innovaciones en las técnicas de impresión, aparecen semanarios en huecograbado como Campeón y As, ambos publicados en Madrid durante el período 1932-1936 y vinculados a Rivadeneyra, y ABC, respectivamente. El primero, que reapareció años más tarde como diario, llegó a tiradas de 150.000 ejemplares . La rentabilidad actual del periodismo deportivo que supera ampliamente en ejemplares vendidos a la prensa convencional tiene, pues, antecedentes más que profusos.

Equitación, aerostación, yachting y juego de polo eran deportes aristocráticos. Gimnasia, esgrima y caza, también practicados por los copetudos, eran compartidos por clases más populares, mientras que el juego de pelota, era el que congregaba más espectadores que, con el tiempo, fueron desplazándose hacia otros espectáculos. El deporte era caro. Los equipamientos, artesanos y de escasa producción, eran comparativamente mucho más onerosos que en el día de hoy. Por otra parte, hacía falta tiempo libre, abundante para ciertas clases en la época, pero no para los hombres jóvenes que debían trabajar en jornadas agotadoras.
Los primeros periodistas deportivos son naturalmente los propios practicantes.

Es sabido que el krausismo con su concepto integral de la cultura física [López Serra, 1998] tuvo una importancia crucial en la imposición del deporte y llevó al menos la gimnasia a sus instituciones. Un personaje de tan variados y tan contradictorios intereses como Ramón y Cajal se opone a los «sports» extranjeros y exóticos porque supone que acabarán con «nuestro carácter racial» e, incluso, aduce que el excesivo desarrollo muscular conduce irremisiblemente a la agresividad y la violencia, amén de disminuir la aptitud para el trabajo intelectual .

En los años veinte los vocablos Deporte y Fútbol desplazarán a los de Sport y Foot-ball sin que cuajase la propuesta de Cavia para denominar «balompié» a esta última actividad. Sobre el fútbol en España sí que existen estudios, aunque generalmente referidos a los equipos importantes en particular y, por tanto, con un tinte más bien triunfalista.

Aparte del Recreativo de Huelva, club decano del fútbol español fundado en 1889, pero que estaba compuesto exclusivamente por jugadores ingleses pertenecientes a los cuadros de las minas de Riotinto, es el Athlétic de Bilbao, también conectado en gran medida a los ingenieros británicos, el primer club con un funcionamiento regular . Además, obtiene el primer campeonato de España en 1902. Hacia 1925 hay ya en España 25.000 licencias futbolísticas, mientras que en Francia, con mayor población y, sobre todo, con mucha mayor tradición deportiva, no llegan más allá de 30.000, lo que demuestra como cuajó este deporte en la idiosincrasia hispánica. Prueba de la cada vez mayor importancia que va tomando la práctica futbolística es que un periodista escribe ya en 1924: «Deporte en España es sinónimo de fútbol» .

El Barcelona en 1927 ya contaba con 11.200 socios, mientras el Madrid no llegaba a los 3.000. No se olvide que durante la Dictadura de Primo de Rivera, el fútbol empieza a encarnar en Cataluña valores que tienen que ver con el nacionalismo . El fútbol se está convirtiendo ya en un fenómeno de masas. La fecha de inflexión es sin duda 1920 con la Olimpiada de Amberes en la que España obtiene sorprendentemente el segundo puesto. Es un buen lenitivo para el complejo de inferioridad que atesoraba el español desde la guerra con los Estados Unidos incrementado por la poca brillantez de las campañas africanas. Se acuña entonces la expresión «furia española», que tanto juego dará. Gritos como el de «A mí, Patricio, que los arrollo» no podían sino dar un componente semiépico al juego, que dejaba, tal vez, en segundo término a la preparación técnica y física, pero que identificaba emocionalmente al espectador con los protagonistas. Que el fútbol está ya lejos de juegos aristocráticos lo demuestra no sólo el hecho de la extracción popular de la mayoría de sus practicantes , sino el que los espectadores se comprometan económicamente y hasta físicamente -con una colaboración directa, en ocasiones- en la construcción de estadios. Algo así sucedió en la construcción del campo de Torrero en Zaragoza o en el de Las Corts en Barcelona, que se hizo por suscripción de obligaciones hipotecarias de mil a diez mil pesetas. Los primeros ídolos deportivos van a competir en protagonismo con las figuras de los espectáculos (canción, teatro, toros…). Zamora y Samitier serán los más significativos. Se les dedicarán canciones, las revistas recabarán su opinión en cualquier clase de asuntos y su figura empezará a contar en la iconografía cotidiana del país. Ello depara la profesionalización de la práctica del deporte lo que implica un fenómeno nuevo que lleva ya a la adquisición de jugadores foráneos. Ejemplo prototípico es el de Platko, portero húngaro del Barcelona al que Alberti dedicó un famoso poema recogido en Cal y canto. El poeta asistió a la final de copa de 1928 celebrada en El Sardinero el 20 de mayo de 1928 entre el Barcelona y el Santander. En una arriesgada salida ante el delantero Cholín, éste golpeó involuntariamente la cabeza de Platko y hubo de retirarse sangrando. Fue sustituido por Arocha pero a los pocos minutos del inicio de la segunda parte -entonces la reglamentación lo permitía- reapareció Platko con la cabeza vendada. Alberti estaba invitado por Cossío para pasar unos días en su casona de Tudanca y no cabe duda de que el fútbol constituía para quienes luego llevarían el 27 a cuestas una disciplina moderna y atractiva. Consta que Cossío y Alberti, acompañados nada menos que por Gardel, que también se encontraba por allí y que tenía gran amistad con Samitier, estuvieron tras el partido visitando a estos dos jugadores, ya que ambos habían quedado lesionados. Como es sabido, la generación del 27, como heredera del vanguardismo en España , que tanta atención había prestado a lo deportivo, recogerá abundantemente en su obra esa inclinación .

El boxeo también llega a España con mucho retraso pero prende con fuerza especialmente a partir de la aparición de Paulino Uzcudun. «¡Más fuerte que Paulino!» se convierte en una expresión cotidiana. Como deporte individual recogerá también sentimientos nacionalistas como ocurrió con la gesta del Plus Ultra, que disparó la afición por la aviación. El ciclismo, ya con muchos años de historia se popularizará sobre todo a partir de los años 30. En el Tour de Francia de 1929 Cardona habia sido cuarto y en el de 1933, Vicente Trueba finalizó en sexta posición. Ricardo Montero, primer español que participa en una prueba mundial, queda sexto en el Campeonato del mundo celebrado en Lieja.

La llegada de la República favoreció la práctica del Excursionismo y el Naturismo, ya con larga tradición, especialmente en Cataluña y en los círculos anarquistas. Las ideas eugenésicas habían recorrido un largo camino hasta llegar a ésta, su época de esplendor. Feminismo, liberación sexual , pasión por la naturaleza y la vida al aire libre , culto a la higiene se congregaban en la pasión por estas prácticas. Es ilustrativo el subtítulo del libro de Ramón Navarro Serret, Baños de aire, de Luz de Sol y de Mar publicado en 1934: «El testimonio español de la reivindicación obrera de las vacaciones pagadas y el disfrute igualitario de la naturaleza, expuesto por el radiólogo jefe del ‘Hospital Obrero’ de Madrid». El nombre impuesto al club Helios no es, desde luego, ajeno a estas tendencias.

EL DEPORTE EN ZARAGOZA

Deportes acuáticos

Antecedentes inmediatos de los mismos fueron las Casas de Baños de larga tradición en la ciudad de los tres ríos. En 1823 se reedificaron los llamados Baños Viejos en el Salón de Santa Engracia con veintiséis tinas forradas de plomo. En 1839 existían también los Baños del Huerva, cerca de la Puerta Quemada, al final de la calle Heroísmo con veinticuatro cuartos de baño. Un baño con ropa costaba 3 reales. Nueve baños, 24. Sin ropa, 2’17 y 18 reales, respectivamente. En 1850 (Paseo de la Independencia, 26) estuvo la Casa de Baños La Moderna, llamada «Baños de Zacarías» por el nombre de su propietario, Daniel Zacarías Iñigo. Persistieron hasta cerca de 1910 con el nombre de «Baños Casa Escolá». Los Baños de Marraco, en el solar del actual cine Goya, con treinta y cinco cuartos de baño fueron inaugurados en 1856. Se transformaron a primeros de siglo en el cine Farrusini. Unos nuevos Baños de agua corriente del Huerva, con una barraca para cada sexo se abrieron en sus inmediaciones. Un baño costaba un real y diecisiete maravedíes, nueve baños, 10 reales con ropa y 1 y 7 reales sin ropa que consistía en calzoncillos y bata. El Ayuntamiento abrió en 1910 los Baños del Ebro junto al foso de la Puerta de la Tripería, que propiciaron las primeras competiciones de natación, aunque haya noticia de ellas ya desde 1904 . A partir de 1910 empezaron a llegar las bañeras a las casas particulares. La primera se puso en la Fonda Europa. La gente, por supuesto se bañaba también en el Gállego, en el lavadero de la «señá» Benita de la calle Miguel Servet, que cobraba una perra gorda, lo mismo que se cobraba en el baño que en el Huerva había cerca del Velódromo. El lavadero de la «señá» Benita, al que acudían los señoritos, puede considerarse el antecedente inmediato de las piscinas.

La primera se inaugura en el campo de fútbol de Torrero en 1924. Helios en 1928, la del «Tenis» en 1936 y en 1939 el Ayuntamiento abre la de El Terminillo (Ciudad Jardín). Rincón de Goya (1946) y Stadium Casablanca (1948) le siguieron hasta llegar a la actual proliferación, que cubre suficientemente las necesidades ciudadanas.

Fútbol
El Fútbol se dio por primera vez en el Campo del Sepulcro. Se improvisaban todas las tardes partidos hasta que en 1903 se constituye la primera sociedad de aficionados, el Zaragoza Foot-Ball Club fundado por el Conde de Sobradiel. El primer partido -a cuatro tantos- del que se tiene noticia se jugó el domingo 13 de diciembre a las dos y media y terminó con pedrea a los «chalados» que se habían aventurado a tal experimento. Es el sino de los pioneros. Por fin, el día de Navidad pudo jugarse un partido reglamentario con gol del Conde de Sobradiel y, en octubre de 1909, se jugó un encuentro amistoso con un equipo pamplonica. Los primeros clubs fueron el Amaya, el Sparta y «el de la perra gorda», así denominado por la cantidad con la que contribuían sus socios. Estos deportistas se entrenaban bajo las órdenes de Pepe Gayarre en un campo de la zona de Hernán Cortés. De ellos salió la Gimnástica -el primer equipo que vistió el maillot «avispa» gualdinegro que luego heredó el Iberia-, cuyos jugadores encontraron ubicación en una explanada próxima al apeadero de la Almozara. Se llegó a enfrentar a la Real Sociedad, sin que pudiera pagarse los gastos a los vascos. Tampoco se pudo pagar el arriendo al propietario del campo que finalmente utilizó las porterías para leña. El Pilar F. C. fue formado poco después con alumnos de los maristas y campo en la calle de los Huertos. En 1916 los alemanes refugiados que habían huido del Camerún tuvieron su equipo lo mismo que los estudiantes vascos. El España (club de señoritos) se fundó entonces mientras que el Iberia ,fundado en 1915, acoge al elemento obrero, especialmente a los trabajadores de Escoriaza. Pronto se convirtió en el club más importante de la región hasta la creación del Real Zaragoza en 1932. Agrupación, Águila, Aragón, Athlétic, Fuenclara y Recreación fueron otros clubs del momento. Del España y del Athlétic salió el Stadium que el 12 de marzo de 1922 inauguró el campo del Arrabal. La Asociación Aragonesa de Cultura Física en la que figuraban Eduardo Aizpúrua, Pedro Cerrada, Luis y Pepe Gayarre, Pascual Irache, José María Muniesa, Julio Pérez Larrosa, Ramón Perrote, Carlos Portolés, Antonio y Jorge Sánchez Candial, entre otros, inauguró durante las fiestas del Pilar de 1921 el Campo de las Delicias con un partido entre el Barcelona y el Madrid, que ganaron los primeros y en el que intervino Santiago Bernabeu.

En 1922, con asistencia de doce clubs (Agrupación Universitaria, Águila, Aragón, Deportiva, Fuenclara, Gimnástica, Huesca, Iberia, Somport de Jaca, Stadium, Universitaria y Zaragoza), se creó la Federación Aragonesa de Fútbol. Pronto se añadieron la S. D. Recreación y el C. D. Español. Una vez establecido el Colegio de Árbitros, la primera temporada oficial fue la de 1922-1923 cuyo título consiguió el Iberia. Ante ello se aceleró la búsqueda de estadio propio y con gran celeridad se construyó el célebre campo de Torrero inaugurado el 7 de octubre de 1923 con el partido Iberia-Osasu que terminó 1-4. En la temporada siguiente se inscribieron otros equipos como el Patria, formado por elementos tradicionalistas, que luego se fusionó con el Aragón. Asimismo, el Fuenclara se integró en el Zaragoza C. D., que había sido fundado en 1921, y estrenó campo en el recién desaparecido «Luna Park», sito en la Torre de Bruil, con un triunfo por 4-0 sobre el pamplonés Lagún Artea. Este equipo se une al Stadium en la temporada siguiente. Vestían de rojo («tomates») y mantenían la consabida rivalidad con los «avispas» del Iberia, alentada por sus respectivas publicaciones, Semana Deportiva y Zaragoza Deportiva. En la temporada 1924-1925 obtuvo el título el Stadium y en las seis siguientes, el Iberia. Empiezan por entonces a aparecer los primeros atisbos de profesionalismo con la contratación del jugador-entrenador Travieso por parte del Zaragoza, que en la temporada 1928-1929 traspasó al Atlético de Madrid al extremo José Luis Costa, que llegaría a presidir la Federación Española de Fútbol. Fichó también al portero borjano Nogués, que más tarde lograría la internacionalidad con el Barcelona.

En 1929 se jugó el primer partido internacional en el campo de Torrero. España ganó 8-1 a los franceses con gran contentor de los descendientes de los damnificados por los Sitios y, suponemos, honda consternación del entonces presidente de la FIFA, Jules Rimet, que asistió al acontecimiento. Sin embargo, a los equipos zaragozanos les iba cada vez peor, deportiva y económicamente. El Zaragoza llegó a ser dado de baja por la Federación a resultas de sus impagos. En vista de todo ello, se acometió la fusión entre el Iberia y el Zaragoza que tuvo carta de naturaleza en marzo de 1932 con José María Gayarre como presidente en funciones -luego daría paso a Felipe Lorente Laventana – y Luis Gayarre como socio número uno. Se había fundado el Real Zaragoza. La primera alineación con el entonces preceptivo 2-3-5, estuvo constituida por Osés; Chomín Chacártegui I, Juanito Chacártegui II; Epelde, Salas, Orcolaga; Rolloso, Zorozúa, Anduiza, Tomás y Almandoz y venció por 4-0 al Valladolid . Gregorio Rolloso marcó el primer gol del club el 20 de marzo de 1932. En la temporada 1935-1936 consiguió el ascenso a Primera División con el equipo de los «alifantes» compuesto por Lerín; Gómez, Alonso; Pelayo, Municha Ortúzar; Ruiz, Tomás, Olivares, Amestoy y Primo. Presidía, a la sazón, el equipo José María Gayarre y el equipo no contaba con entrenador, pues antes de la liguilla de ascenso había dimitido Planas. Con tal fasto, la banda de música estrenó el primer himno que tuvo el equipo: la marcha Zaragoza F. C. con letra del prolífico coplero Angel Abad Tárdez y música del maestro Sapetti. La guerra supuso la interrupción de la actividad del club. El campo de Torrero, incluso llegó a ser bombardeado. Sólo en julio de 1938, las autoridades dieron vía libre a la reanudación del fútbol siendo designado presidente Julio Ariño , que había pertenecido a la directiva de Lorente Laventana.

De cualquier modo, el fútbol en Aragón tuvo un desarrollo menor que en otras regiones españolas. En 1930 la Federación Aragonesa contaba con 25 clubs: Agrupación Deportiva Jaca, Águila de Torrero, Aragón Sport Club, Athlétic Club, Club Deportivo Caspe, Club Deportivo Español, Club Deportivo Gimnástica, Club Deportivo Goya, Club Deportivo Juventud, Club Deportivo Renacimiento, Club Deportivo, Sociedad Deportiva Borja, Club Deportivo Unión Victoria, Club Patria Aragón, Daroca, C. D., Iberia Sport Club, Imperia Olímpico Club, Peña D. Alcañiz F. C., Real Club Deportivo España, Real Zaragoza Club Deportivo, Sociedad Deportiva Turiaso, Sociedad Unión Deportiva, Tauste Fútbol Club, Unión Deportiva Torrero, Venecia Fútbol Club, Zabala Fútbol Club. Sobre un total de 705 la Catalana tenía 210 afiliados, 91 la Vizcaína, 64 la de Centro, 53 la Sur, 42 la Asturiana, 38 la Guipuzcoana, 37 la Murciana, 32 la Valenciana, 27 la Cántabra, 25 la Gallega, 18 la Canaria, 16 la Castellano-Leonesa, 15 la Balear y 12 la Extremeña.

A partir de 1939 las plumas de Miguel Gay, Ángel Castellot, Gasca, Mateo-Linares y la voz de Juan de Torrero se convirtieron en las más populares dando inicio a una época de transición que culminaría con la inauguración de La Romareda el 8 de Noviembre de 1957 y la definitiva consolidación del Real Zaragoza como uno de los equipos más importantes del país

Otros deportes
Dejando a un lado los deportes aragoneses tradicionales, algunos de gran belleza pero lamentablemente en retroceso pese a algún intento aislado, y que han sido estudiados con suficiente exhaustividad por J. A. Adell, Celedonio García, Gracia Vicién y otros tratadistas, me referiré brevemente a los que tuvieron un mayor cultivo en la época de referencia.

El juego de pelota vasca empezó a tomar predicamento a finales del siglo XIX, favorecido por la semiprofesionalización que deparaban las apuestas, ingresos con los que apenas podían contar otros «sports» de la época. El Frontón Zaragozano de la calle Miguel Servet -frente al Matadero- se inauguró en 1895; fue el primero y subsistió durante mucho tiempo. El Trinquete del Carmen (ya con la cancha cerrada) en la Avenida Hernán Cortés y el Trinquete del Paseo de los Plátanos tuvieron vida más efímera. Los más famosos fueron sin duda el Jai Alai -a imitación del pionero donostiarra- que se inauguró en las fiestas del Pilar de 1932, pero al poco se terminó el espectacular Frontón Aragonés, ubicado en un macizo edificio en la calle de Bilbao y fue éste el que acogió el juego, reconvirtiéndose el primero en cine. El local fue requisado durante la guerra con lo que el juego volvió al Jai-Alai y, posteriormente durante una breve temporada, al Frontón Aragonés, que fue derribado. En los años sesenta se dejaron de dar partidos de pelota también en el Jai-Alai y puede decirse que ahí acabó en Zaragoza la historia de un deporte que, por sus características de individualismo, conexión con la tradición y posibilidad de apostar, siempre tuvo seguidores en Aragón.

Otras recintos que acogieron manifestaciones deportivas fueron el Velódromo de los Campos Elíseos, ubicado a la entrada del paseo Sagasta, y el de Iñigo (Paseo de Ruiseñores) en el que también se celebraron concursos hípicos. Hubo tiro al blanco en el Polígono Nacional, sito en el barrio de Venecia. Y, por supuesto, abundantes billares que alcanzaron su época de esplendor en los años cuarenta. Los de los cafés Europa, Suizo, del Chinche y La Unión fueron los más notables. Mucho predicamento en Aragón alcanzaron los vuelos sin motor. En los años treinta el Aero Club organizaba cursos que reunían a muchos aficionados jóvenes.

El ciclismo, llamado en su origen velocipedismo, fue tal vez el deporte moderno que, en sus inicios, más prendió en Aragón. Desde el pionero Manuel Ricol , considerado como el patriarca de esta actividad, hasta el oscense Gregorio Campaña, que destacó como competidor. En 1886 ya se organizan carreras para las fiestas del Pilar y poco después se inaugura el Velódromo. Aún con los lógicos altibajos, y favorecido por la existencia desde 1895 de la Unión Velocipédica Española, la primera estructura deportiva federal que existió en el país, el ciclismo se practicó en Aragón con regular continuidad.

Las federaciones regionales se constituyeron con bastante retraso en Aragón respecto a otras regiones españolas. En 1920 se fundó la Sociedad de Pescadores de Zaragoza y el Real Club Ciclista Zaragozano. En 1921 la Asociación Aragonesa de Cultura Física que dio origen a las de Fútbol (1922) y Atletismo (1923), presidida por José María Vizcaíno.

El atletismo contaba en Aragón con la tradición de las carreras de pollos y Dionisio Carreras , regador natural de Codo, llegó a participar en las Olimpiadas de Amberes y París 1924, donde obtuvo el noveno puesto en la maratón. También destacó Coderque, que en disco se proclamó campeón de España en los primeros campeonatos en que participaron los aragoneses. En los años siguientes la actividad atlética fue muy escasa.

El boxeo fue, como se vio, el deporte que acompañó al fútbol en el reclamo popular a partir de los años veinte. Ino Marco, Luis Soria, Pepe Martín y, sobre todo, Ignacio Ara, pugilista de gran calidad que obtuvo el campeonato de Europa, fueron las figuras más sobresalientes salidas de los rings aragoneses.

Otros deportes como el tiro, la esgrima, la lucha, la hípica, el tenis, el alpinismo, el ajedrez, el automovilismo o el motociclismo tuvieron un carácter más minoritario o circunscrito a ámbitos determinados como el militar, el aristócrata o el universitario .

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