Amigo, ¿cómo es que te fijas en esta novela quién te la acerca, cómo la encuentras y cómo llegáis a la conclusión de que debe ser editada?; ¿qué te atrae o te atrajo de ella como bibliógrafo?–
Creo que el primero que me habló de ella fue Francisco Carrasquer, el escritor libertario aragonés más significado desde la Guerra Civil, si exceptuamos a Sender. Sampériz y Carrasquer eran de pueblos relativamente próximos y un hermano del último había sido cura en Candasnos, el pueblo de Sampériz. Así que en fecha indeterminada leí el libro en la Biblioteca Nacional y después incluí a Sampériz en el Diccionario de Autores Aragoneses Contemporáneos.
-En esto la colaboración e implicación con la editorial Sariñena y su editor, Salvador Trallero ha debido de ser muy, muy importante…
Fue Salvador quien me habló de editarlo. La rareza de la obra, el destino fatal de Sampériz y la proximidad del autor y escenario del libro a la sede de la editorial influyó, sin duda, en su decisión. Ya habíamos trabajado juntos para editar otro libro singular La vida y la muerte en Aragón, obra de otro aragonés trasterrado en la Argentina, José Gabriel, de quien se deberían editar otros libros igualmente valiosos.
-¿Por qué crees que no está registrada en las bibliografías de la época….?
Los años treinta no han sido muy trabajados hasta hace un cuarto de siglo. La novela corta anarquista, tan leída entonces, apenas se ha estudiado. Siguen saliendo estudios nuevos y, por otra parte, la literatura de carácter social y combativo, en general, fue pobremente editada y sus consumidores perdieron la guerra y, consiguientemente, sus bibliotecas, si las tenían. Además, poseer un libro tan salvaje no dejaba de ser peligroso en la posguerra. Supongo que muchos de quienes lo conservaban lo destruyeron.
-¿Por qué ha pasado como desapercibida hasta que Sariñena editorial la ha desempolvado?
Por las razones que acabo de expresar. El libro era casi inconseguible. Pero sí que es raro que no llegara a él algún profesor o estudioso y, al menos, lo comentara. En 1996 Guillermo Fatás lo citó en la sección “Libros aragoneses”, desgraciadamente desaparecida, que firmaba en Heraldo de Aragón. Quien primero estudió al autor fue Valeriano Labara, como Sampériz natural de Candasnos, que en 1998 publicó un folleto, pero que apenas circuló. Al año siguiente publicó un artículo en Trébede y de ahí lo empezó a conocer más gente. En el año 2000 lo citaron también Mariano Constante (Republicanos aragoneses en los campos nazis), la Gran Enciclopedia de Aragón 2000 y Alfonso Zapater en el tomo IV de Líderes de Aragón. Convertir al pobre José Sampériz en uno de los líderes de Aragón es ensanchar mucho el campo semántico del sustantivo. Sí que han tenido que transcurrir casi nueve décadas para que la obra se reedite.
-Aunque parte de la investigación también se la lleva el intentar saber más del autor José Sampériz; ¿qué ha sido tan difícil de llevar, completar, cumplimentar de la vida de este autor y de él como escritor?
La condición de coterráneo de Valeriano Labara le ha valido para ir entresacando datos de sus convecinos a lo largo de los años, como puede verse en uno de los textos que acompaña la edición. Y yo dispongo de alguna experiencia en estos asuntos pues creo que son diecisiete las obras de autores contemporáneos que he editado. En cuanto a Sampériz siempre quedan etapas oscuras en su biografía, como la del seminario o su estancia en Cuba. Por no hablar de su calvario en los campos de exterminio. Cada uno de esos ámbitos podría haber dado lugar a sendas novelas.
-¿Es de suponer que a Sampériz le interesaba escribir, pero que no le daba importancia dar a conocer tanto lo que escribía?
Creo que sí le daba importancia. Él enviaba sus textos a quien se los aceptara. Sus editores, evidentemente, fueron de tercera o cuarta fila y sus artículos se publicaron en prensa regional o comarcal.
-¿Qué nos perdimos de Sampériz como escritor porque encuentra la muerte en el Campo de Concentración de Mauthausen y allí se pierde una vida y a un escritor?
En primer lugar, su evolución. Tenía sólo 23 años cuando publicó Candasnos y 31 cuando fue asesinado. Y, como indiqué antes, nos perdimos las novelas del seminario, de la Cuba del dictador Machado y de los campos nazis. Tras las experiencias de ambas guerras, era esperable que sus puntos de vista se hubieran modificado sensiblemente.
-¿Por qué es calificada, Candasnos, de “una novela de excepcional rareza”?; ¿tú qué nos puedes decir al respecto? , ¿Por qué tiene esa mezcla de ser intergeneracional… por ese corte tráfico, dramático…?
Dos cosas sorprenden hondamente: la bestial brutalidad, el salvajismo de muchos pasajes que son de lo más tremendista que he leído en la literatura española y la utilización de un lenguaje hiperculto, rebuscado a veces, de un refinamiento que no se corresponde con la ferocidad de la historia.
-Una novela de corte generacional porque, como explica Simeón Omella, se encuentra o viaja a caballo ente “el mundo lorquiano”, con esa tragedia constante, rondando… y la “mirada de Valle-Inclán”?
Como acabo de decir, la tragedia es hiberbólica, apocalíptica, rural y todo lo que se quiera. Sólo en lo de tragedia se puede aproximar a Lorca pero ni roza su finura ni su carácter telúrico o simbólico. Y algo parecido se puede decir del lenguaje, que, como el de Valle, es rebuscado y exquisito pero peca de artificiosidad y de un constante prurito por espantar al lector.
Enlazando con las dos preguntas anteriores a mí me recuerda a la manera de ver, percibir, reciclar la realidad que le pasa y que luego escriben…nada, que reconozco a Ramón J Sender…
Con Sender puede tener concomitancias ideológicas y generacionales, aparte de la pertenencia a comarcas limítrofes pero muy pocas literarias ni en el fondo ni en la forma ni en la técnica y estructura ni tampoco en la ambición literaria. Por otra parte, Sender escribía desde la serenidad y Sampériz, en Candasnos, evidentemente, no.
-Me parece que hasta, perdona el atrevimiento de una lectora sin más, practica una literatura nihilista…
En eso estaría más de acuerdo pero lo que yo percibo es un desequilibrio general en el autor que, puede pensarse, fuera motivado por experiencias de las que poco sabemos. La intensidad es tanta que, a veces, no puede uno tomárselo muy en serio. No tanto, pero su novela anterior, El sacrílego, aparte de más aburrida y cansina, también es algo desequilibrada. No así los pocos artículos que han llegado hasta mí.
-Todo transcurre en un pueblo oscense, Candasnos con ese aire de tristeza contenida, de fríos avanzados, de miedos contenidos…de esperas, de avanzadas ausencias.
Desde luego, Candasnos puede presumir de ser un pueblo que sirve de escenario único a una novela completa. Otra cosa es que sus vecinos estén muy satisfechos de la versión que ofrece Sampériz.
-El autor tiene una trayectoria vital muy rica: el viaje a Cuba, el querer retornar a tierra oscense, decisiones que hacen que tenga un destino y no otro…, indudablemente esto enriquece a la narrativa, a la novela…..proporcionalmente como lo enriquece a él mismo…
Antes, como hoy, quien salía de su casa para correr mundo podía tener dificultades pero su visión se ensanchaba y se maduraba mucho antes. Es obvio que Sampériz fue al seminario porque en el ámbito rural era la única forma de cursar estudios para quien mostrase algún talento y no perteneciera a familia acomodada. Resulta palmario que la experiencia fue muy negativa para él y para tantos otros, como su prologuista Ángel Samblancat, el citado Francisco Carrasquer o Joaquín Maurín, todos oscenses y, después, de ideología avanzada. Pero esa experiencia le sirvió para saber lo que no quería y dónde estaba el enemigo. Lo mismo puede decirse de sus años en Cuba, donde se encuentra una dictadura mucho peor que la “dictablanda” de Alfonso XIII y Primo de Rivera, pero también estímulos vitales, intelectuales y lingüísticos que lo enriquecen y que se advierten claramente en la novela que comentamos.
-Javier, ¿qué ves, qué notas del pensamiento libertario en la escritura y el tratamiento de la historia que se desarrolla en Candasnos?
Los dos hermanos Trigo, antagonistas del cura Mosén Antonio, aunque acomodados, son totalmente anarquistas; el que oficia de alcalde es un libertario racional y el otro, visceral, mucho más nihilista, dostoievskiano, pero también partidario de la acción directa. Aparte de los muchos fragmentos de la novela en los que se enuncian explícitamente ideas libertarias.
¿A José Sampériz se le podría definir como un intelectual, sobre todo un pensador, que lo vuelca todo o en parte en la literatura, aunque me da, constantemente, que guarda mucho en su interior?
Evidentemente, sería un sujeto idal para un psiquiatra. En Candasnos percibimos que su mente era un torbellino que nos revela a un narrador de grandes posibilidades y llamativa originalidad pero que, quizá, allí debería haber sido más controlada. Su cerebro es un pantano con enorme capacidad, pero al que se le han roto las compuertas.