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(Publicado en El Periódico de Aragón, 16 de enero de 2022, p. 10-11)

A la derecha Arana con dos amigos, en una de las imágenes más antiguas que de él se conservan

Los años veinte del pasado siglo no sólo fueron los de la difusión universal del jazz, el fox-trot, el charlestón y otros ritmos que contribuyeron, junto al nacimiento del cine sonoro, el art decó y las faldas cortas, a la consideración de la década como el “no va más” de la modernidad, sino que, por otro lado muy diferente, en ellos se publicaron quizá más cancioneros de jota aragonesa que en ninguna otra década. El género contaba por entonces con grandes figuras masculinas y femeninas del canto (Cecilio Navarro, Ofelia de Aragón o Pilar Gascón, entre las más grandes) mientras que en 1927 se consagraba José Oto.

En este contexto José Ruiz Borau que, con el nombre de José Ramón Arana, al que el exilio convertiría en el narrador aragonés más importante tras el inmenso Sender, se asomaba a las prensas de Las Noticias del Lunes publicando diez coplas joteras, el 13 de agosto de 1928. Fue éste un periódico-semanario, antecedente de La Hoja del lunes, que se componía en la imprenta del Hospital Provincial de Zaragoza y que circuló de 1926 a 1930.

No era la primera vez que el futuro narrador  veía su nombre impreso, pues en 1925, la revista Pluma Aragonesa en sus números 3, 5 y 6 había recogido sendos poemas del autor, como di a conocer en mi edición (Rolde, 2005) de sus poesías. Ni se sabía de éstas ni de las que hoy reproducimos, ya que la primera obra de Arana tardaría años en publicarse y muchos más en España, ya que su libro más señero, El cura de Almuniaced (edición mejicana de 1951), no llegaría a ser editado en España hasta 1979. Había transcurrido más de medio siglo desde estos sus primeros vagidos líricos.

Conociendo su obra poética posterior, en la que la presencia más constante es la figura  materna, es curioso que estos versos apresurados de juventud también terminen con una referencia a la madre, cuyo protagonismo eclipsó el de las tres mujeres con las que convivió y tuvo descendencia.  

Parece, pues, patente que la vocación literaria del escritor, entonces un obrero sindicalista, asomaba con claridad y, como suele ocurrir en los inicios, abocada a la expresión poética. Es curioso que no exista ningún progreso –más bien al revés- entre los versos de 1925 y los de 1928 pero estos nos dan muestra de la vitalidad de un género que acababa de dar salida a dos de sus títulos más importantes: Cancionero aragonés. Canciones de jota antiguas y populares en Aragón (1925), repertorio de Dámaso Sangorrín, que firmó como Juan José Jiménez de Aragón -tres jotas en las iniciales de su seudónimo como homenaje al género- y Cantos populares de la provincia de Teruel (1927), el famoso cancionero de Miguel Arnaudas. Sin embargo, la musa de Ruiz Borau -su nombre auténtico- no parece proceder del conocimiento de los cancioneros sino que, dicho popularmente, resulta más zaborrera. Mucho mejor encaminadas líricamente son las diez “Jotas de hogaño al estilo de antaño”, que figuraban entre los papeles del autor que me cedió su viuda, Elvira Godás, para ser publicadas en la edición citada de sus poemas (pp. 220-221).

Aunque pueda decirse que la tradición de la copla fue cayendo en el olvido, tuvo todavía su predicamento hasta mediados de la pasada centuria. Fue Fernando Soteras “Mefisto” (1886-1934) su más esforzado difusor en la prensa aragonesa. Poco antes, Gregorio García-Arista había publicado el que, aunque escaso, parcial y discutible, todavía puede considerarse el principal estudio de la copla en el antiguo reino: La copla aragonesa o “cantica” (1933) publicado en el Boletín de la Real Academia Española.

La copla todavía no había acabado su largo recorrido a través de la poesía popular española. Ahora sabemos que José Ramón Arana también incidió en ella.

GUITARRA ARAGONESA*

Una Jota bien cantada
hace llorar de emoción;
la hizo el alma de la raza
con trozos de corazón.

Vas diciendo que soy feo,
borrachín y mal “trebaja”,
si te “dijiera” te quiero,
ya harías “guena” rebaja…

“Cualquiá” se casa con “tu”,
que “ties” genio de “dimonio”
“toas” las muelas “cariadas”
y llevas postizo el moño.

No encontrarás en el mundo
un contento con su suerte;
quien tiene dos, quiere cuatro,
y quien tiene cuatro, “vainte”.

“T’arreo” un beso y te enfadas;
“t’arreo” dos y “tamién”:
¿Cuántos habrá “c’arreate”
“pa” que a “tú” te “paizca” bien?

Que si el “Utebo F. N.”,
que el “Calatorao F. C.”,

¡Repaño! c’hablen cristiano
“pa” que se les “puá” entender.

Azucenica “trempana”,
morros de “malacatón”
si tu habías de “comeme”
¡quién se “golviera” melón.

A San Antonio le pides
que “t’agencie güen casorio”,
Siendo tuerta y bigotuda,
¿cómo “ta” de encontrar novio?

Si un baturro en tierra extraña
escucha cantar la jota

“pa” contener las “glarimas”
se concara con su bota.

Jotica, mi última jota,
lleva un “ricuerdo” a mi madre
y una “glarimica” al Ebro
“pa” que “s’aumente” su cauce.

José Ruiz Boráu

(Las Noticias del Lunes 13 de agosto de 1928, p. 3)

*Se reproduce con exactitud, la grafía del original.

Sobre José Ramón Arana, también puede verse en este blog: https://javierbarreiro.wordpress.com/2012/04/14/jose-ramon-arana/

Navarro, Calixto

Escasa debió ser la peripecia biográfica de don Calixto Clemente Navarro y Mediano (Zaragoza, 23-11-1847-Madrid, 02-02-1900)*, si atendemos a la lista de sus obras, reseñada abajo: muy cerca de trescientas y seguro que escribió algunas más que no he podido localizar. Es verdad que sus malévolos contemporáneos aducen que disponía de negros, que embaucaba a los autores noveles con el señuelo de su nombre para que colaborasen con él y, luego, no hacía otra cosa que revisar el texto y que a otros les compraba directamente las obras, pero únicamente con los ratos que habrían de llevar tales negociaciones, ya es admirable la fertilidad del escritor. Que aún tenía tiempo para componer poesías festivas y echar algún tiento al periodismo. De cualquier modo, fue hombre fecundísimo, de talante jovial y emprendedor, que colaboró con los mejores músicos de la época, entre los que Fernández Caballero, Bretón y Valverde son hoy los más recordados.

Calixto Clemente Navarro y Mediano había nacido en una Zaragoza que rondaba los 60.000 habitantes el 23 de noviembre de 1847. Buena muestra de su sensatez y realismo, su segundo apellido le hace escribir en 1890:

¡¡Mediano!! (…) una voz de alerta, una especie de corazonada que venía a anunciarme el día de mañana o, como si dijéramos el día de hoy.

El que empieza siendo Mediano, difícilmente llega a bueno: hay que desistir de lo notable, y borrar del diccionario el calificativo de sobresaliente. Yo nací mediano, y así he seguido, o para decir verdad, yo creo que he bajado en categoría.

Su padre tenía un comercio, «Los Navarricos», en la calle de San Gil, esquina a la de China (hoy, San Jorge). La buena marcha de los negocios y sus inversiones en bolsa y minas hicieron al hombre trasladarse a Madrid cuando Calixto, hijo único, contaba con pocos meses. Poco aficionado al estudio y mucho a los versos, con otros cuantos adolescentes fundó una sociedad de aficionados al teatro que representaba obras para las familias (El puñal del godo, Camino de Portugal, Verdugo y sepulturero…) en una cuadra habilitada en la calle de la Alameda. El pintor José Ribera y El monarca y el abad, escritas a los catorce años, fueron las primeras obras propias aunque no trascendieron su círculo. En la compañía figuraban hijos de otras gentes de teatro como el después escenógrafo Luis Muriel, Pepe Rubio, luego actor, y el mismísimo Tomas Bretón. El propio Calixto hizo pinitos como intérprete en varias compañías e incluso se le propuso hacer una gira por provincias. No muy amigo de viajes y sabiendo que el oficio era propenso a hambres y hasta descalabros, decidió dedicarse a escribir profesionalmente. Tras un estreno no muy afortunado en el café Cervantes, poco después llevó al Teatro del Fénix la que puede considerarse su primera producción El pueblo rey o ¡Viva España con honra! (apropósito cómico-lírico, semibufo, semi-terrible en verso, con música de varios autores, estrenado en el Teatro de El Fénix el 29 de septiembre de 1869, primer aniversario del glorioso alzamiento nacional). Poco tenía que ver este alzamiento con el antonomásico, porque se trató del pronunciamiento de Prim, Serrano y Topete contra Isabel II, lo que nos muestra cómo gran parte de las gentes de la pluma, aunque fuera pluma fácil y chocarrera, andaban por entonces comprometidas con la libertad.

A  partir de esta época (…) me desbordé: Capellanes y la Infantil primero, y todos los demás teatros de segundo orden, fueron víctimas de una invasión, cuyo recuerdo aún me espanta.    Aquello fue el delirio. 

Llegó a estrenar tres obras en un mismo día y once en el mismo mes. Al parecer con éxito o, al menos, sin provocar los entonces tan concurridos pateos. Que le llegaron después y en cascada, que nadie está exento de tales rachas en su vida. Él solía afrontarlos con jovial deportividad, saliendo en persona al escenario para recibir lo que cayera, eximiendo así al sufrido elemento actoral, que cobraba poco y andaba expuesto a contingencias nada gratas. Tampoco podía quejarse pues, según confesaba él mismo, le bastaba una noche para dar fin a una pieza.

Hombre de vis económica y poco amigo de complicaciones, vendía todas sus obras, prefiriendo el pájaro en mano al improbable chollo de que con alguna de sus piezas ocurriese lo mismo que con Don Juan Tenorio. Más tarde se hizo empresario en los teatros Novedades y Recoletos y, formando sociedad, también en Comedia, Apolo y Eslava.

Como fue usual en su tiempo y hasta bastante después, no perdonó los refritos, que hoy algunos llaman remakes con el propósito, casi siempre conseguido, de que cuele: Martes 13 lo es de Electromanía y Dar la castaña se convierte en Mala sombra sin que la cosa le suscitase mayores problemas de conciencia, pues -como después haría Sinesio Delgado, fundador de la Sociedad de Autores- fue el primero en reconocerlo y en reírse de su propia desfachatez. Claro, que ello le valía admoniciones tan serias, como la del habitualmente benévolo Cejador:

…muy malo, muy burdo, sin pizca de cultura y de peligrosa facilidad. Escribía una pieza en una noche y se la gritaban en otra. Firmó obras ajenas y fue, en cifra, un agente de colocación de obras teatrales.

  También incidió en la parodia[1]. La más conocida fue una de las treinta y tres que se realizaron entre 1870 y 1880, El salto del gallego, que en colaboración con Salvador María Granés, el más tenaz de los parodistas, estrenó en el Jardín del Buen Retiro el 13 de julio de 1878, cuatro meses después del estreno de la popular zarzuela El salto del pasiego de Luis Eguilaz, con música del maestro Fernández Caballero.

Es difícil elegir entre la turbamulta de sus obras las más glosables. Salón Eslava (1879), sin embargo, fue representada sin interrupción durante ochenta noches -cifra enorme en su tiempo- y después recorrió triunfalmente España y América. Fue escrita para el primer actor de la compañía del Eslava, Ricardo Zamacois que hizo una gran creación[2] y tiene el interés de mostrarnos los entresijos de las compañías y el mundo escénico de la época, que era tan familiar a un público que veía teatro casi todos los días. Es una de las primeras obras que incluyó cuplés, a la usanza francesa, moda que desató un verdadero aluvión y que finalizó dando origen a la canción unipersonal a finales de siglo. Otra obra, La bayadera,Bella Chiquita001 se aprovechó del escándalo de La Bella Chiquita (la parisina Diana Dunussé), que en 1892 revolucionó a los espectadores y autoridades madrileñas con su «danza del vientre» lo que motivó la denuncia de los padres de familia y el consiguiente proceso. El fenómeno era imparable y la sicalipsis iba a hacerse la dueña de las tablas, por mucho que rechinasen asociaciones familiares, párrocos, gobernadores civiles y gacetilleros mojigatos. Flamencomanía (1883) y Madrid-Petit (1891) también se contaron entre sus más sonados éxitos. En la primera de ellas, parodia la moda del flamenquismo que tanto daría que hablar durante varias décadas, demostrando que conocía bien el argot con el que tanta fortuna teatral alcanzarían los Quintero. Por cierto que la protagonista, que trata de estar en la onda adoptando todos los tics flamenquistas, es una tal Dolores, oriunda de Paracuellos de Jiloca. Madrid-Petit, entre bromas y veras, abunda en los pujos regeneracionistas que tanto prodigó el género chico, aunque como es norma, los estudiosos hayan obviado en sus estudios las referencias, en beneficio de las obras sesudas.

Interesante es asímismo, Vista y sentencia (1886), escrita en colaboración con el prolífico Salvador Granés, cuyas protagonistas son las danzas en boga. Como era previsible, los bailes extranjerizantes son abominados aprovechando, de paso, para dar salida a las habituales fobias hacia lo gabacho:

Jota:       ¡Muera el Cancán!

Seguidilla: ¡Muera!

Todos:              ¡Muera!

Jota:       ¡Ahorcadle!

Seguidilla:             ¡Arrastradle!

Polka: (Interponiéndose y deteniéndolos) ¡Eh!

Cancán:     Pero, señores, ¿por qué

            me tratáis de esta manera?

Rigodón:    Porque en ti, obsceno y borracho,

            hoy nuestra deshonra vemos,

            y en España no queremos

            nada que huela a gabacho.

            Contra tus torpes cabriolas

            protestan ya de una vez

            la dignidad, la altivez

            y la vergüenza españolas.

            La voz del pueblo es voz santa

            y a tu suelo te destierra:

            huye de esta noble tierra,

            que mancillas con tu planta (…)

            Y pues hoy el Cancán cesa

            de profanar nuestros lares,

            huya a su tierra francesa,

            a los ecos populares

            de la Jota aragonesa.

Música

Polka:      Viva la tierra española

            y la Virgen del Pilar,

            en la patria de la Jota     

            no sufrimos el Cancán;

            ya desde hace tiempo

            saben los franceses

            lo tercos que somos

            los aragoneses.

            Pues cuando un baturro

            dice «por aquí»

            mete la cabeza

            por un adoquín.

  Son varias sus zarzuelas de tema aragonés, no sólo porque el asunto se correspondiera con su origen sino porque el teatro de ambiente baturro tuvo gran predicamento, especialmente entre 1875 y 1910. A orillicas del Ebro, La jota aragonesa, Un francés en Zaragoza, Los vampiros y Al compás de la jota son algunas de ellas e incluso su hijo, llamado también Calixto, estrenó Alma baturra en 1907. Como estampó Deleito (V. Bibliografía), «los aragoneses han tenido suerte en el teatro, presentándoseles como ‘arrendatarios’ del valor, del patriotismo, de la lealtad y de todas las virtudes, en contraste con la zumba de que las demás regiones y provincias, Madrid inclusive, fueron objeto mil veces» (p. 102).

Al compás de la jota, estrenada el 11 de junio de 1897, y también aproximado refrito de La jota aragonesa, finaliza con una escena prototípica de como se veía la francesada a menos de un siglo del suceso:

Blas:    ¡Los franceses!

Todos:                   ¡A luchar!Navarro, Calixto, Al compás de la jota008

Anselmo: ¡Vienen muchos!… ¡Los he visto!

Blas:    Si pensarán ¡Vive Cristo!

         que nos van a acorralar.

Antonio: ¡A las murallas muchachos!

Blas:    Mostrar que naide se espanta,

         que aquí se baila y se canta

         y se espavilan (sic) gabachos.

Antonio: En lucha tan decisiva

         no han de lograr lo que esperan.

Anselmo: ¡Mueran los franceses!

Todos:                          ¡Mueran!

Pilar:   ¡Viva Zaragoza!

Todos:                   ¡Viva!

  La obra termina con un concurrido y suponemos que ruidoso cuadro, donde unos hacen fuego desde la muralla, otros bailan en el centro de la escena, las mujeres cargan, Blas dispara y cae «en brazos de Anselmo, que le cubre con la bandera que tremola, formando un cuadro en el centro, mientras a los lados se baila y se canta la típica copla ‘La Virgen del Pilar dice…'»

No es de glosar la zapatiesta que, entre el entusiasmo del público, se organizaría en nuestro Teatro Circo.

El día de San Blas de 1900 -justo un año antes del nacimiento de Sender- moría Calixto Navarro, a consecuencia de un virulento ataque de asma.

Su teatro debió envejecer rápidamente pues en el catálogo de obras representadas en Madrid entre 1918 y 1931[3] únicamente aparece La paz conyugal, repuesta en el Teatro de La Latina el 29 de julio de 1921 y que sólo estuvo ese día en cartel. A partir de allí una espesa cortina de humo cae sobre quien fue uno de los autores más populares de la segunda mitad del siglo XIX.

 

*Publicado en Galería del olvido. Escritores aragoneses, Zaragoza, Cremallo de ediciones, 2001, pp. 35-45. La relación de obras y Bibliografía, las extraigo de mi Diccionario de Autores Aragoneses Contemporáneos (1885-2010), Zaragoza, DPZ, 2010.

 

                                                                                      NOTAS

    [1] V. los clásicos estudios de Alonso Zamora Vicente, La realidad esperpéntica, Madrid, Gredos, 1969 y Salvador Crespo Matellán, La parodia dramática en la literatura española, Universidad de Salamanca, 1979.

    [2] El autor le dedicó la obra de la desembarazada manera que tenía por costumbre:

Fiándolo a tu sostén.

este «cien-piés» escribí,

que tú defiendes tan bien;

y su éxito estriba en,

con, por, sin, de, sobre ti:

lo cual probado ya y visto,

cuando alguno en juzgar tardo,

me dicen en tono imprevisto:

-¿Es esto de usted, Calixto?

Le respondo: -Y de Ricardo.

(…) Consignados ya los hechos,

según cumple a hidalgos pechos,

sólo me resta añadir,

que tú haces aplaudir,

y yo cobro los derechos.

    [3] V. Dru Dougherty y María Francisca Vilches, La escena madrileña entre 1918 y 1926, Madrid, Fundamentos, 1990, pp. 387-388.

                                                                             OBRAS

El pueblo rey o ¡Viva España con honra! (apropósito cómico-lírico, semibufo, semi-terrible en verso) -con música de varios autores- Madrid, José María Pérez, 1869.

Un consejo a los maridos, estr. en 1870.

Esclavos de la luna, estr. en 1870.

Mentiras de un curial (juguete cómico-lírico) -con música de Tomé Sambrot-, estr. en 1870. / Madrid, Imp. de G. Alhambra, 1873.

Un marido infeliz (juguete cómico), Madrid, Imp. de Eduardo Cuesta, 1870.

Congreso doméstico (legislatura cómico-lírica) -con música de Miguel Blanco-, Madrid, Imp. Española, 1871.

Jorge, el guerrillero (zarzuela) -con A. Campoamor; música de A. Rovira-, Madrid, Imp. Española, 1871.

Firmar las paces (juguete lírico arreglado del francés) -con música de Miguel Blanco-, Madrid, Imp. de G. Alhambra, 1871.

La Internacional (comedia), Madrid, Imp. de Jesús del Valle, 1871.

República femenina (cuento bufo-político-burlesco), Madrid, R. Bernardino y F. Cao, 1872.

Los pájaros del amor (zarzuela arreglada del portugués) -con Ángel Povedano; música de Antonio Reparaz-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1872.

Francia y España (paralelo) -con Félix Fernández del Rincón-, Madrid, Imp. de Jesús del Valle, 1872.

El monaguillo de las Salesas (zarzuela), estr. en 1872.

Curro-Cúchares (monólogo tauromáquico) -con Salvador María Granés-, Madrid, Imp. de Gabriel Alhambra, 1873.

Hipócrates y Galeno (juguete cómico-lírico) -con música de Enrique Nieto-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1873.

Como perros y gatos (juguete cómico arreglado del francés), Madrid, Imp. de Gabriel Alhambra, 1873.

El héroe de Alcabon, estr. en 1872.

Brahma, estr. en 1873.

Los dos Germanes, estr. en 1874.

¡Bilbao es nuestro!, estr. en 1874.

Fuego en guerrillas (zarzuela) -con Salvador María Granés; música de Manuel Nieto-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1874.

Arriba y abajo, (juguete cómico-lírico arreglado del francés) -con música de Gonzalo Reparaz-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1874.

Los dos caminos (cuadro lírico-fantástico) -con música de Tomás Bretón-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1874.

Lazo de amor (comedia) -con Enrique Prieto-, Madrid, Imp. de J. Rodríguez, 1874.

Q. Q. (juguete cómico-lírico) -con Marcial Morano; música de Scarlatti Aldama-, Madrid, Vicente Lalama, 1874.

Dos leones (zarzuela arreglada del francés) -con Salvador María Granés; música de Manuel Nieto-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1874.

La mano de Dios (drama) -con Marcial Morano-, Madrid, Imp. de Lázaro Maroto, 1874.

El 93 (juguete cómico-lírico) -con Marcial Morano; música de Tomás Bretón-, Madrid, Vicente de Lalama, 1875.

¡Se da dinero! (boceto cómico), Madrid, Madrid, Imp. de Serafín Landáburu, 1875.

El inválido (zarzuela) -con música de Tomás Bretón-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1875.

Paz conyugal (juguete cómico-lírico) -con música de Apolinar Brull-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1875.

María (zarzuela) -con música de Tomás Bretón y Bernardino Valle-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1875.

Dos entre dos (juguete lírico) -con música de Ángel Rubio-, Madrid, G. Alhambra, 1875.

Novio y marido (zarzuela), estr. en 1875.

El baile del porvenir (zarzuela), estr. en 1875.

Amor obliga (zarzuela) -con música de Isidoro Hernández-, Madrid, Imp. I. Moradela, 1876.

Principio y fin de un actor (monólogo), Madrid, Imp. I. Moradela, 1876.

Primo… de un primo (juguete cómico-lírico) -con música de Pedro Urrutia-, Madrid, Víctor Lalama, 1876.

Un viaje a la luna (zarzuela) -con música de J. Rogel-, estr. en 1876.

Percances domésticos (juguete cómico-lírico) -con Zacarías Arveras; música de Ángel Rubio-, Madrid, G. Alhambra, 1876.

Una aventura en Siam (zarzuela), estr. en 1876.

¡A España! (zarzuela, 2ª parte de Una aventura en Siam) -con música de Isidoro Hernández-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1876.

En la venta (cuadro lírico de costumbres) -con Manuel Arenas; música de Isidoro Hernández-, Madrid, Biblioteca Dramática, 1876.

En Leganés (zarzuela arreglada del francés) -con Enrique Prieto; música de Ángel Rubio-, Madrid, Biblioteca Dramática, 1876.

Vista y sentencia (zarzuela bufa) -con Salvador María Granés; música de Tomás Bretón y Tomás Gómez-, estr. en 1876. / Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1886.

Bromas pesadas (zarzuela arreglada del francés) -con Eduardo Navarro Gonzalvo; música de Bernardino Valle-, estr. en 1876. / Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1878.

Electromanía, estr. en 1876.

Un conspirador, estr. en 1877.

Un fenómeno (zarzuela), estr. en 1877.

¡¡No llora!!, estr. en 1877.

Los obstáculos, estr. en 1877.

La cadena del crimen, estr. en 1877.

Huyendo de ellas (zarzuela), estr. en 1877.

Pasteles y vino (sainete), estr. en 1877.

Lo que no puede leerse, estr. en 1877.

Periquito entre ellas (disparate lírico) -con Salvador María Granés; música de Ángel Rubio-, Madrid, J. C. Conde, 1877.

A la puerta del Suizo (pasillo cómico-lírico) -con Manuel Cuartero; música de Ángel Rubio, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1877.

Maestro de amor (zarzuela) -con música de Jesús Alcalá Galiano-, Madrid, J. C. Conde, 1877.

El laurel de oro (zarzuela) -con Salvador María Granés; música de Ángel Rubio y Rafael Taboada-, Madrid, J. C. Conde, 1877.

El dinero y la fortuna (fábula cómico-lírico-fantástica) -con Eduardo Navarro y Gonzalvo; música de Ángel Rubio-, Madrid, Tip. de Ignacio Moraleda, 1877.

Enciclopedia (comedia arreglada del francés), Madrid, J. C. Conde, 1877.

Frasquito Barbales (zarzuela cómica) -con José Beltrán; música de Ángel Rubio-, Madrid, J. C. Conde y Cía., 1877.

Boda o muerte (disparate cómico-lírico) -con música de Manuel Nieto-, Madrid, Alonso Gullón, 1877.

Bueno como el pan, estr. en 1878.

Tres yernos, estr. en 1878.

El domingo, estr. en 1878.

Lo que no debe perderse, estr. en 1878.

¡Pobres madres! (zarzuela) -con Eduardo Abruin; música de Isidoro Hernández y Ángel Rubio-, Madrid, Imp. de J. Rodríguez, 1878.

Ternera, 7, tercero (juguete cómico-lírico) -con Manuel Cuartero; música de Isidoro Hernández-, Madrid, J. C. Conde y Cía., 1878.

El salto del gallego (parodia de la zarzuela El salto del pasiego) -con música de Manuel Nieto-, Madrid, J. C. Conde y Cía., 1878.

Dudas y celos (zarzuela) -con música de Isidoro Hernández-, Madrid, J. C. Conde y Cía., 1878.

El cementerio del año, estr. en 1879.

Un francés en Zaragoza, estr. en 1879.

Antojos, estr. en 1879.

Orgullo, amor y deber (comedia), estr. en 1879.

¡A lo tonto… a lo tonto!.. (juguete cómico), Madrid, Imp. de Ignacio Moraleda, 1879.

Medias suelas y tacones (sainete), Madrid, Hijos de A. Gullón, 1879.

Navarro, Calixto, Medias suelas y tacones005

¡Nos matamos! (entremés lírico) -con Eduardo Navarro Gonzalvo; música de Manuel Nieto-, Madrid, Imp. de Montoya y Cía., 1879.

La jota aragonesa (cuadro lírico-dramático) –con música de Manuel Fernández Caballero-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1879.

Salón Eslava (apropósito cómico-lírico) -con música de Joaquín Valverde-, estr. en 1879. / Madrid, Enrique Arregui, 1882.

Corona contra corona (drama lírico) -con música de Tomás Bretón-, Madrid, Hijos de A. Gullón, 1879.

Con buen fin (juguete cómico), Madrid, Imp. de Montoya y Cía., 1879.

Sablazos a domicilio (pasillo), Madrid, Imp. de Montoya y Cía., 1879.

Los dos polos (juguete cómico), Madrid, Imp. de Montoya y Cía., 1879.

Hija única (juguete cómico arreglado del francés) -con Joaquín Escudero-, Madrid, Imp. de Montoya y Cía., 1879.

Mendoza y Compañía, estr. en 1880.

Cosas de Pepe, estr. en 1880.

La tela de araña (juguete lírico) -con Javier Govantes; música de Manuel Nieto-, Madrid, Hijos de A. Gullón, 1880.

Los madriles, estr. en 1880.

Martes 13 (juguete cómico-lírico) -con Salvador María Granés; música de Ángel Rubio y Casimiro Espino-, Madrid, Imp. de Montoya y Cía., 1880.

Con paz y ventura (juguete cómico-lírico) -con Pedro Górriz; música de Manuel Nieto-, Madrid, Hijos de A. Gullón, 1880.

Un perro grande (zarzuela) -con Salvador María Granés; música de Manuel Nieto-, estr. en 1880.

A gusto de todos (juguete cómico) -con Pedro Górriz-, Madrid, Hijos de A. Gullón, 1880.

El sacristán de San Justo (zarzuela) -con Luis Blanc; música de Manuel Fernández Caballero y Manuel Nieto-, Madrid, Hijos de A. Gullón, 1880.

La contaduría (zarzuela) -con Luis Blanc; música de Manuel Fernández Caballero-, estr. en 1880.

¡¡Al Polo!! (juguete lírico) -con Federico Romaña; música de Manuel Fernández Caballero y Casimiro Espino-, Madrid, Hijos de A. Gullón, 1880.

Mata-moros (zarzuela) -con música de Manuel Fernández Caballero-, estr. en 1880.

Dos reales de judías (boceto cómico de costumbres madrileñas) -con Ángel Gamayo-, Madrid, Enrique Arregui, 1880.

Un valiente (comedia arreglada del francés) -con Joaquín Escudero-, Madrid, Enrique Arregui, 1880.

La ley del corazón (comedia), estr. en 1880.

Zarandaja (juguete cómico), estr. en 1880. / Madrid, Imp. de M. P. Montoya y Cía., 1881.

Malasombra, estr. en 1881.

Entre hombres…, estr. en 1881.

La forastera, estr. en 1881.

Noche buena y noche mala, estr. en 1881.

Coronas a dos reales, estr. en 1881.

T. B. O., estr. en 1881.-En el cuartel (juguete lírico) -con Ángel Gamayo; música de Ángel Rubio-, estr. en 1881.

Jugar con fuego (juguete cómico), Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1881.

Tres pies para un banco (zarzuela) -con música de Ángel Rubio-, estr. en 1881.

Variedades (zarzuela) -con música de Ángel Rubio-, estr. en 1881.

Fiestas de antaño, estr. en 1882.

Los maitines, estr. en 1882.

A real por duro, estr. en 1882.

Soy un caníbal, estr. en 1882.

A terno seco (juguete cómico-lírico) -con Ángel Gamayo; música de Manuel Nieto-, Madrid, Hijos de A. Gullón, 1882.

Dar la castaña (disparate lírico) -con música de Manuel Fernández Caballero-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1882.

Sin conocerse (zarzuela) -con música de Rafael Taboada-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1882.

En Babia (juguete cómico arreglado del francés) -con Eduardo Sanz de Castilla-, Madrid, Tip. de Montoya y Cía., 1882.

El grito de guerra (drama lírico) -con música de Ángel Rubio-, estr. en 1882. / Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1883.

El noy, milord y monsieur, estr. en 1883.

Fortuna te dé Dios, hijo (zarzuela), estr. en 1883.

El bergantín Adelante (viaje cómico-lírico-fantástico sobre una novela de Julio Verne) -con Javier de Burgos; música de Manuel Nieto-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1883.

¡Viva tu madre! (sainete lírico) -con música de Ángel Rubio-, estr. en 1883.

Flamencomanía (juguete cómico-lírico) -con Eduardo Sánchez de Castilla; música de Ángel Rubio-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1883.

Navarro, Calixto, Flamencomanía006

Otelo y Desdémona (juguete cómico-lírico) -con música de Manuel Nieto-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1883.

El proceso del sainete. Vista, causa y sentencia (sainete lírico) -con música de Tomás Reig-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1883.

Ida y vuelta, estr. en 1884.

La salsa y los caracoles (juguete lírico) -con música de Manuel Nieto-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1884.

Las de Villadiego (juguete) -con Ricardo Caballero-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1884.

Toros en París (guasa lírica) -con música de Ángel Rubio-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1884.

La prima donna (comedia arreglada del francés), Madrid, Imp. de Montoya y Cía., 1884.

Entrada por salida (juguete), Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1885.

Nido de amor (entremés lírico) -con música de Tomás Reig-, Madrid, Tip. de R. Velasco, 1885.

Los fantoches, estr. en 1886.

El bobo (juguete lírico) -con música de Isidoro Hernández-, Madrid, Enrique Arregui, 1886.

Los saltimbanquis (melodrama lírico) -con música de Tomás Reig-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1886.

Magia blanca (pasillo cómico-lírico) -con música de Tomás Reig y José Sigler-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1886.

¡¡La fin del mundo!! (profecía trágico-cómico-burlesca) -con música de Tomás Reig-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1886.

Juan del pueblo (farsa lírica) -con Manuel Arenas; música de Tomás Reig-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1886.

Curro Achares (juguete lírico) -con José Beltrán; música de Ángel Rubio-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1886.

Vivir de milagro (comedia), Madrid, Imp. de M. P. Montoya y Cía., 1886.

Madrid viejo y Madrid nuevo (paralelo lírico) -con música de Ángel Rubio y Tomás Reig-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1886.

Vista y sentencia (zarzuela bufa) -con Salvador María Granés; música de Tomás Bretón y Tomás Gómez-, Madrid, Administración, Lírico-Dramática, 1886.

El siglo de las luces, estr. en 1887.

Cromos madrileños (zarzuela), estr. en 1887.

La cruz de San Lucas, estr. en 1887.

Perico (juguete cómico) -con Pedro Górriz-, Madrid, Imp. de Montoya y Cía., 1887.

El bazar H (establecimiento cómico-lírico) -con Manuel Arenas; música Manuel Fernández Caballero-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1887.

Se gisa deco mer (pasillo lírico) -con música de Tomás Reig-, estr. en 1887.

Lucía Pastor (apropósito cómico-lírico) -con Julián García Parra; música de Isidoro Hernández-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1887.

El santo del chico, estr. en 1888.

Sala de armas (juguete lírico) -con música de Pedro Caravantes-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1888.

Bal masqué (zarzuela) -con Julián García Parra; música de Tomás Bretón-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1888.

Plan de estudios (juguete cómico-lírico) -con música de Tomás Reig-, Madrid, Enrique Arregui y Florencio Fiscowich, 1888.

El pájaro pinto (opereta cómica imitada del alemán) -con música del maestro Suppi y Apolinar Brull-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1888.

Pan negro (zarzuela) -con música de Tomás Reig-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1888.

La barretina, estr. en 1889.

El rey de oros (cuento lírico) -con Eduardo Navarro Gonzalvo; música de Antonio Álvarez-, Madrid, Imp. José Rodríguez, 1889.

¿Quién es el loco? u Olla de grillos (zarzuela) -con música de Tomás Reig y Rafael Taboada-, estr. en 1889. / Madrid, Imp. de R. Velasco, 1890.

Brujerías (juguete), Madrid, Imp. de R. Velasco, 1890.

Simulacro (sainete lírico) -con música de Manuel Prieto-, estr. en 1890. / Madrid, Imp. de R. Velasco, 1891.

Madrid petit (viaje semifantástico) -con Federico Castellón; música de Joaquín Valverde (hijo)-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1891.

Señor de horca y cuchillo (disparate lírico) -con música de Javier Jiménez Delgado-, Madrid, Col. El Teatro, 1891.

Blanca o negra (cuento lírico) -con música de Ángel Rubio y Juan G. Catalá-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1891.

¡Pero cómo está Madrid! (revista lírica) -con Eduardo Navarro Gonzalvo; música de Jerónimo Jiménez-, Madrid, R. Velasco, 1891.

El mirlo blanco (cuento lírico-fantástico) -con música de Joaquín Valverde (hijo)-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1891.

Los murciélagos (comedia dramática) -con López Marín-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1891.

Toros y cañas, estr. en 1892.

La Santa Cecilia (zarzuela) -con Salvador María Granés; música de Ángel Rubio y Rafael Taboada-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1892.

La una y la otra (juguete lírico) -con música de Manuel Fernández Caballero- Madrid, Imp. de R. Velasco, 1892.

Ordeno y mando (juguete lírico) -con música de Ángel Rubio-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1892.

Pasante de notario (opereta) -con música de Apolinar Brull-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1892.

¡Maridos a peseta! (pasillo lírico) -con música de Manuel Nieto-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1892.

Los cuatro palos (jugada musical) -con música de Ángel Rubio-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1892.

Bodas de oro (cuadro lírico) –con música de Ángel Rubio-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1892.

Salú y suerte (humorada cómico-lírica-fantástica) -con Eduardo Navarro Gonzalvo; música de Antonio Álvarez y Manuel Chalons-, Madrid, R. Velasco, 1892.

El día del juicio (proyecto lírico) -con música de Joaquín Valverde (hijo)-, estr. en 1892. / Madrid, Imp. de R. Velasco, 1893.

El bello ideal, estr. en 1893.

El himno de Riego (episodio lírico-dramático) -con Emilio M. Tormo; música de Miguel Santonja y Cantó-, Madrid, F. Fiscowich, 1893.

La bayadera (humorada lírico bailable) -con Eduardo Navarro Gonzalvo; música de Guillermo Cereceda-, Madrid, Administración Lírico-Dramática, 1893.

Gota serena (cuadro lírico-dramático) -con música de Ángel Rubio-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1893.

Antolín (cuento lírico) -con música de Joaquín Valverde (hijo)-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1893.

Gimnastas líricos (sainete lírico) -con música de Ramón Estellés-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1893.

¡Alto!… ¿quién vive? (juguete lírico) -con música de Ángel Rubio-, Madrid, Florencio Fiscowich, 1893.

Almas en pena (juguete lírico) -con música de Ángel Rubio-, Madrid, Florencio Fiscowich, 1893.

Guayabita (cuadro lírico) -con música de Ángel Rubio y Antonio Álvarez-, Madrid, Imp. de R. Velasco,1893.

Los vampiros (zarzuela) –con música de Ángel Rubio-, estr. en 1893. / Madrid, Imp. de R. Velasco, 1894.

El as de bastos, estr. en 1894.

La copa laureada, estr. en 1894.

Cosas de pueblo (juguete lírico) -con música de Miguel Santonja-, Madrid, Imp. de R. Velasco,1894.

De polo a polo (zarzuela) -con música de Arturo Saco del Valle-, Madrid, Imp. de R. Velasco,1894.

Calma chicha (juguete lírico) -con música de Apolinar Brull-, Madrid, Florencio Fiscowich, 1894.

Cruz laureada (zarzuela) -con música de Ángel Rubio-, Madrid, Imp. de R. Velasco,1894.

La mendiga (cuadro lírico) -con música de Emilio Molina-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1894.

Nadar en seco (zarzuela cómica) -con música de Ángel Rubio-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1894.

Golpe secreto (juguete lírico) -con música de Joaquín Valverde (hijo)-, Madrid, Imp. de R. Velasco,1894.

Arrope manchego (zarzuela cómica) -con música de Manuel Nieto-, Madrid, Imp. de R. Velasco,1895.

La brasileña (juguete lírico basado en una obra francesa) -con música de Ángel Rubio-, Madrid, Florencio Fiscowich, 1895.

Sacristán, recluta y mártir (zarzuela) -con Muñoz Quevedo; música de R. de Julián-, estr. en 1895.

La recíproca (zarzuela), estr. en 1895.

Futuro imperfecto (juguete), Madrid, Imp. de R. Velasco, 1895.

Navarro, Calixto Futuro imperfecto

Mapa mundi, estr. en 1896.

Ángel y demonio, estr. en 1896.

Simbad el marino (viaje lírico) -con música de Apolinar Brull-, estr. en 1896.

El uno y el otro (juguete lírico) -con música de Miguel Santonja-, estr. en 1896.

El último cartucho, estr. en 1897.

Los charlatanes (juguete cómico-lírico) -con Federico Castellón; música de Ruperto Chapí-, Madrid, Florencio Fiscowich, 1897.

Nuestra Señora de París (melodrama lírico inspirado en la obra homónima de Victor Hugo) -con música de Manuel Giró-, Madrid, Florencio Fiscowich, 1897.

Navarro, Calixto, Nuestra Sra de París007

Al compás de la jota (cuadro lírico-dramático) -con música de Agustín Pérez Soriano-, Madrid, Florencio Fiscowich, 1897.

Las aguas buenas (juguete lírico) -con música de Santiago Lope-, Madrid, Florencio Fiscowich, 1898.

La coartada (cuadro lírico-dramático) -con Federico Castellón; música de Antonio Santamaría-, Madrid, Florencio Fiscowich, 1898.

Los novicios (opereta cómica) -con música de Joaquín Valverde (hijo)-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1898.

La prima de Piperlín, estr. en 1899.

El belén del abuelito (apropósito cómico-lírico) -con Manuel Fernández de la Puente; música de Manuel Chalán-, estr. en 1899. / Madrid, Florencio Fiscowich, 1900.

El cuerno de oro -con Gregorio Mateos-, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1900.

Veneno nacional (receta lírica) -con Santiago Gascón; música de E. Contreras-.

A Segura llevan preso

Chindasvinto

Distracciones

El día del santo

El café Imperial

El nuevo impuesto

El 22 de junio

El ángel vengador

El ramo de la africana

España y sus hijos

Efecto contrario

Firmar la paz

Gundemaro

La homeopatía

La calle del Arenal

La venida del planeta

¡La vida!

Las Américas

Las perdices

Miss Leona

Mi tía

Mi tocayo

Muy corto

Quien bien ama…

Rarezas

Antes y después

El barrio de Maravillas

Escupir al cielo

Sin padre ni madre

Un padre

Las dos sortijas

Un capricho

Anuncio importante (zarzuela)

Corina (zarzuela)

El estudiante (zarzuela)

El estudiantillo (zarzuela)

Fábula de Samaniego (zarzuela)

La niña del loro (zarzuela)

Los aparecidos (zarzuela)

La cita (zarzuela)

Los náufragos (zarzuela)

Madrid por dentro (zarzuela)

Oros son triunfo (zarzuela)

Toreros de invierno (zarzuela)

Una fiera (zarzuela)

Héroes y verdugos (zarzuela)

La condesita (zarzuela)

Miguel Strogoff (zarzuela)
                                                                                      BIBLIOGRAFÍA

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(Prólogo a Rincón de coplas de Miguel Ángel Yusta, Zaragoza, UnaLuna, 2006).                 

Harto profusa es la tradición de la copla en la prensa española. Quien haya frecuentado la casi extinta costumbre de mirar papeles viejos –ahora hay que desojarse a golpe de microfilm- se habrá tropezado con ella por doquier. Especialmente, en el periodo de 1880 a 1920. No se trataba de una sección propia de periódicos de provincias o de autores costumbristas, como querrá suponer algún “enterado”, sino que la copla aparecía en las publicaciones de mayor tirada y las firmas podían ser las de Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez o los hermanos Machado, tan vinculados, por su padre, al género.

   La copla estaba en la calle, en la inventiva popular, en la creación directa. Vinculada al ingenio repentizador de joteros, payadores, troveros, cantaores, copleros y toda la caterva de improvisadores que daba la música popular aquí y allá. Presente en los cuplés que infestaban las zarzuelas menores y las obras del género chico y que los actores solían modificar en cada representación en función del público, de los acontecimientos del día o las circunstancias de la localidad que visitaran. Hasta hace nada, la hemos visto en los escaparates de tiendas cuyos dueños ponían su estro al servicio de la propaganda de los productos de su establecimiento. Estaba en los abanicos de las damas, en los pregones callejeros, en las loas, gozos y demás representaciones populares cuyo origen había que buscar en la socorrida metáfora de la noche de los tiempos. Estaba, también profusamente, en los pliegos sueltos que aún llegaron a venderse en la séptima década del siglo XX. Pero estaba, sobre todo, en la prensa. En casi toda la prensa, que la recogía de la calle, del sentir de la gente que, en la tradición española, llegaba hasta los poetas cultos. En una conferencia impartida en el Ateneo Madrileño, el erudito Rodríguez Marín (1855-1943) lo expresó así:

    Así como el pensar de un pueblo está condensado y cristalizado en sus refranes, todo su sentir se halla contenido en sus coplas (…) Ingenuo biógrafo de sí propio, que no tira a engañar, pues “no cantan porque le escuchen” sino unas veces “porque está alegre” y otras “para espantar sus males”, el pueblo narra su vida entera en larguísima serie de coplas[1].

   El gran cervantista andaluz observó asimismo que, pese a su antigüedad y el reconocimiento de los lexicógrafos de los siglos XVII y XVIII, nunca había alcanzado la copla tanta importancia como a finales del siglo XIX. Es decir, como en su tiempo, ya que el texto es de 1910. Por entonces, ya había publicado sus trabajos Antonio Machado y Álvarez “Demófilo” y, en 1936, daría Cansinos-Assens a las prensas su meritorio trabajo que no tuvo difusión hasta mucho después[2].

   Fueron estos, además, los tiempos en que mayor atención prestaron a los cantares populares los estudiosos y es de recibo citar tanto la colección (Cantares populares españoles) publicada por Rodríguez Marín en la Sevilla de 1882, como los más de cinco mil cantares populares de Castilla, que Narciso Alonso Cortés recogió en 1914.

   En el caso aragonés, la primera recopilación de importancia es la de Severiano Doporto (1900), prácticamente centrada en la jota. En seguida, vendrán las Mil coplas de jota aragonesa (1911) de Miguel Sancho Izquierdo y, años después, los repertorios de Jiménez de Aragón (1925), Miguel Arnaudas (1927), Ángel Mingote (1950), José García Mercadal (1963), Mur Bernad (1970 y 1986) y Gregorio Garcés (1999), entre otros muchos[3].  Entre las numerosísimas colecciones de  coplas no anónimas, por su trascendencia, es de justicia mencionar las tres que publicó Alberto Casañal entre 1899 y 1912 o las varias de Abad Tárdez entre 1927 y 1944. Aunque puede decirse que la tradición fue cayendo en desuso, alcanzó todavía con fuerza la segunda mitad de la pasada centuria y es imposible no citar a Fernando Soteras “Mefisto” (1886-1934), como el más ilustre difusor de la copla en la prensa aragonesa[4]. Poco antes, Gregorio García-Arista había efectuado el que, aunque parcial y discutible, todavía puede considerarse el principal estudio de la copla en el antiguo reino[5].

   En otros lugares[6], he especulado sobre el triste fenómeno de la desvalorización de la jota por parte de los propios aragoneses que dio pábulo a la decadencia de ésta en la segunda mitad del siglo XX. Como no hay mal que cien años dure, desde hace muy poco se empieza a advertir una cierta recuperación. Alguna influencia habrá tenido el concurso de copla aragonesa convocado anualmente por el ayuntamiento zaragozano desde 1981, que, si por un lado, se cargaba la Escuela Oficial de Jota, por otra, y es verdad que un poco vergonzantemente, auspiciaba un certamen al que se presentaban numerosos aspirantes[7]. Entre otros de menor constancia en los galardones, tres poetas populares, el segundo de ellos también poeta culto, ha alumbrado dicho concurso: Mario Bartolomé, José Verón y Miguel Ángel Yusta. No hace mucho que los dos primeros publicaron una muestra de su producción[8], Miguel Ángel Yusta ha preferido acometer una muy variada antología, en su mayor parte ya publicada en la sección que, desde enero de 2002, pilota en la penúltima página del suplemento dominical de Heraldo de Aragón.

   No poca fue la sorpresa –y la alegría- que me llevé cuando la leí por vez primera. No parecían estos tiempos, idólatras del diseño, la foto de impacto o las peripecias personales del zorrón o chuloputas de turno, propicios para una sección así. Y sospecho que algo de culpa tendría en ello, el nombramiento como director del periódico de un hombre tan culto, sensato y ajeno las bobas imposiciones de la actualidad como Guillermo Fatás. La sección cuajó y se convirtió en un gusto del domingo, leer esas peladillas, que a la par que informaban con brevedad y justeza de muy variopintos asuntos y personajes del Aragón inmediato, nos proporcionaban el reencuentro o el descubrimiento de esa copla que todos los españoles llevamos impregnada en nuestra memoria colectiva.

   Miguel Ángel Yusta no ha privilegiado una u otra tendencia o dirección sino que, con un criterio ecléctico, ha dado cabida a joteros, eruditos, poetas, personajes populares…, en fin, a un rimero de nombres, de cuya extensión y variedad nos da razón el índice onomástico. Alegra constatar como, junto a coplas cuyos orígenes hay que buscar en la edad media y que están también en el cancionero tradicional, en el sefardí o el hispanoamericano, figuran otras de varios contemporáneos, que nos muestran como la copla puede seguir siendo un excelente instrumento para la expresión del amor, del humor, del dolor o de la alegría de vivir. Parece mentira como, con tan pocas palabras sometidas a las normas insoslayables de la cantidad silábica y la rima, puedan lograrse tantas y tan bellas combinaciones. Todas estas consideraciones parecen obvias y elementales, pero anda a contárselas, pongo por ejemplo, a un “progresista” barbudo de primeros de los setenta. Para él, la copla sería una cosa zafia, reaccionaria y torpe mientras que a través del haiku se alcanzarían los más altos grado de espiritualidad y estética. Con estas tontadas hemos crecido y lustros costará quitarse el polvo amontonado.

   El territorio de la poesía es un espacio intemporal y muy poco sujeto a reglas. Podemos estudiar lo que ha sido en zonas y épocas determinadas, podemos establecer sus temas fundamentales o sus formas estructurales, podemos hacer trabajos comparatistas pero es más aventurado extraer de ella teorías antropológicas, sociales o históricas. Sin embargo, sabemos que la canción tradicional aparece constantemente en las colecciones de cantos españoles –como aparece en la antología de M. A. Yusta-, lo que da la razón a quienes hablaron de la tradicionalidad de la literatura hispánica. Sabemos, además, que casi desde el principio de los trabajos de quienes reflexionaron sobre nuestra lengua, los más excelentes autores, como Correas y Covarrubias, dieron su lugar a las composiciones populares y recomendaron ocuparse de ellas. Valladares de Sotomayor y un genio casi olvidado como Torres Villarroel nos dejaron hermosas muestras en un siglo tan aparentemente poco propicio al asunto como lo fue el XVIII. No hay que resaltar lo que significó el Romanticismo para la ponderación de todo lo popular, que llego a identificar con lo natural, como tan bien ilustran muchos textos de ese otro genio inasible, mezcla de neoclásico, romántico, prerromano y baturrón que se llamó Braulio Foz. Otro aragonés por antonomasia, Joaquín Costa, publicó en 1888 un libro tan poco leído como todos los suyos, Poesía popular española y mitología y literatura celto-hispanas. Años antes Milá y Fontanals había inaugurado en España los estudios canónicos sobre estos asuntos con Observaciones sobre la poesía popular (1853).

            Portada de Cantares populares y literarios recopilados por Melchor de Palau, 1900.

Desde entonces las recopilaciones han sido numerosísimas. Además de las que se citaron, por su importancia, pueden reseñarse las de Lafuente y Alcántara[9], Antonio Machado y Álvarez “Demófilo”[10] y Melchor de Palau[11]. Pero es que la copla, aparte de mantener su protagonismo absoluto en el periodo del que se habló[12], extendió su campo semántico cuando, a partir de 1928, pasó a ser una de las denominaciones –algo parecido había sucedido años antes con la voz “cuplé”- de la canción española. Culpable fue La copla andaluza, de Antonio Quintero y Pascual Guillén, subtitulada “comedia lírica” y estrenada en el Teatro Pavón el 22 de enero de tal año que alcanzó un éxito inenarrable y dio carta de naturaleza a esa fusión de canción regional, cuplé y zarzuela que, a partir de entonces, dominaría los escenarios españoles en las voces de los Angelillo, Conchita Piquer, Estrellita Castro, Imperio Argentina… No desdeñaron los autores cultos, incluso los cultísimos, el género. Sirvan tres botones de muestra: Juan Ramón Jiménez dio a las prensas mejicanas en 1945 Voces de mi copla; José Bergamín publicó en los Renuevos de Cruz y Raya, Duendecitos y coplas (1963); Manuel Vázquez Montalbán parodiaba a Jorge Manrique en 1984 con sus Coplas a la muerte de mi tía Daniela. Para rematar, en los últimos años han aparecido dos muy amplios y excelentes estudios sobre la copla, a cargo de Gerald Brenan[13] y Francisco Gutiérrez Carbajo[14].

  No estará de más recordar que el mito aragonés más constante en la literatura de la última centuria procede de la misteriosa copla que José Feliu y Codina escuchó en la estación de Binéfar y que dio lugar a un romance, publicado en el semanario El Chiste, que, bastante tiempo después, decidió incluir en su drama, La Dolores, estrenado el 10 de noviembre de 1892 en el teatro Novedades de Barcelona con inesperado éxito. La obra lírica de Bretón (1895) fue ya el acabóse y el mismo Feliu y Codina publicó ese mismo año La Dolores (Historia de una copla), novela en dos tomos, que ilustraba lo que una copla podía dar de sí. Y faltaba un siglo por delante para que la canción, el teatro, el cine, la novela, la novela, la lírica y la danza siguieran dando cancha al argumento maledicente deparado por una simple copla.

   Me pedía Miguel Ángel Yusta un prefacio que, más que una presentación convencional,  –y a fe que tal empresa está lejos de mis actuales fuerzas y hasta, quizá, de mis posibilidades- acometiese un estudio sobre la copla. Permítaseme, pues, por ello haber incluido algunas notas que, tal vez, en un prólogo pueden parecer impertinentes. Mi propósito sólo es encaminar al  posible interesado a fuentes que le darán mejor información que la mía.

  Mayusta, como gusta de firmarse, que acaba de hacer su entrada como poeta en el ruedo literario con su primer libro individual, Peregrino de ausencias (2005), ha trabajado el material sin apriorismos y, por su alma generosa, con intención de dar cabida al mayor número posible de nombres. Se ha servido de su amor e interés por todo lo aragonés aunque sin exclusivismos, como muestra la amplia gama de nombres representados. Se ha servido de su viva curiosidad, de su prosa escueta, amena y certera, que, yendo al grano, nos suscita el interés por todo aquello de que nos habla; si lo sabemos, porque nos lo recuerda, si lo desconocemos porque nos reafirma en nuestro deseo de conocer más. Quien no haya seguido la sección en el periódico encontrará en este libro, casi minimalista pero placentero y enriquecedor, un venero de sorpresas, quien lo haya hecho, tendrá recopilado aquello que muchas veces consideró que merecía la pena archivar.

   Miguel Ángel Yusta rescata con Rincón de coplas, un género con más vitalidad de lo que pudiera hacer pensar una mirada superficial a la triste realidad intelectual y ética del mundo de la comunicación española.


[1] Francisco Rodríguez Marín, La copla. Bosquejo de un estudio folklórico, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, 1910.

[2]  Editado en Chile, apenas circuló hasta la primera edición española: Rafael Cansinos-Asséns, La copla andaluza, Madrid, Demófilo, 1975. Hay otras ediciones posteriores.

[3] Para una catalogación muy completa, v. el trabajo de Melero en Javier Barreiro y José Luis Melero, La jota ayer y hoy. Viejos estilos. Nuevos intérpretes, Prames, Zaragoza, 2005, pp. 62-73.

[4] Algunas están recogida en Coplas de Mefisto, Zaragoza, Heraldo de Aragón, 1935.

[5] La copla aragonesa o “cantica”, Madrid, Boletín de la Real Academia Española, 1933.

[6] V. La jota aragonesa, Zaragoza, CAI-100, 2000, pp. 5-12 y Voces de Aragón. Intérpretes aragoneses del arte lírico y la canción popular (1860-1960), Zaragoza, Ibercaja, 2004, pp. 109-116.

[7] V. Mario Bartolomé Martín y Andrés Cester Zapata, Cancionero de coplas aragonesas. Historia de un concurso 1981-1987, Ayuntamiento de Zaragoza, 1987.

[8] V. Mario Bartolomé, Cantaclaro. Cancionero aragonés, Zaragoza, UnaLuna, 2001 y José Verón Gormaz, Cantos de tierra y verso, Calatayud (Zaragoza), IFC-Centro de Estudios Bilbilitanos, 2002.

[9] Cancionero popular. Colección escogida de coplas y seguidillas, Madrid, Carlos Bailly-Baillière, 2 vols., 1865.

[10] Colección de cantes flamencos, Sevilla, Imprenta y Litografía “El Porvenir”, 1881.

[11] Cantares populares y literarios, Barcelona, Montaner y Simón, 1900.

[12] Manuel del Palacio, Antonio Palomero “Gil Parrado” o Luis de Tapia y, quizá, el más prolífico de todos, el malagueño Narciso Díaz de Escovar, son periodistas y poetas que, entre muchos otros cultivaron asiduamente la copla en los medios periodísticos.

[13] La copla popular española (edición y estudio de Antonio José López López), Málaga, Miramar, 1995.

[14] La copla flamenca y la lírica de tipo popular, Madrid, Cinterco, 1990.