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Salón de Actos del Palacio de la Infanta (Ibercaja), Zaragoza, 26 de abril 2022.

Mi gratitud a la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro, una entidad cultural tan asentada en esta tierra, por haber pensado en mí, a Fernando Gracia por su amable y generosa presentación y a todos, autoridades, amigos y público, por vuestra asistencia

En este tipo de actos lo normal suele ser hablar de uno mismo. Yo he visto los dos extremos: quienes dicen no merecer tal honor, lo que hace pensar a  los oyentes que el premiado es un hipócrita y que además tiene razón y quienes no sólo afirman merecerlo sino que lo acompañan con la enumeración de sus muchos méritos, como diciendo: “esto es poco para mí”, con lo que el público piensa que es un chulo, un soberbio y un creído y, por ende, no merece el premio, así que no diré nada al respecto y me limitaré a consignar que mi más de medio siglo de dedicación a la literatura o a las letras y las artes en general, no es sino el resultado de una vocación o el cumplimiento de un destino, que no ha buscado el reconocimiento, sino la felicidad de dedicarme a lo que me proporcionaba mayor placer.

 En suma, puedo declarar que he vivido en –y aquí caben todo el resto de preposiciones- la literatura porque la he leído, la he escrito, la he enseñado, la he almacenado, fichado, recopilado, investigado y otros muchos participios alrededor de ella. Pero, sobre todo, la he disfrutado. Nada me ha dado tanto placer y durante tanto tiempo, sin pedirme a cambio nada más que aquello de lo que gusta tanto tratar a los poetas: TIEMPO.

Sí que querría remarcar, aunque de esto pueden dar cuenta todos los que me conocen, que, si he tenido alguna norma en mi conducta pública y privada, ha sido la Independencia y esto que pudiera considerarse una virtud constituye en nuestra sociedad un problema en numerosas ocasiones.

Otro foro que he frecuentado ha sido, sin duda, el de la Heterodoxia porque, si lo que convierte cualquier tipo de artesanía en Arte es la originalidad, la misión del intelectual –y perdón por la ostentación del término- es siempre buscar otras vías no trilladas y oponerse al poder. Los poderes siempre abusan, así que aunque compartamos con algunos de ellos ciertas ideas, nuestra misión será controlar la hipertrofia de esos poderes, lo que suele gustarles muy poco.

En ese venero de sabiduría y deslumbrante prosa que es el Oráculo manual y arte de prudencia de nuestro Baltasar Gracián, uno de sus epígrafes reza: “Huir del aplauso común”. Desconfiar de la unanimidad, de las ideas en uso, de las creencias mayoritarias. Y esto, en la cultura, es especialmente ilustrativo porque si ella es la que nos proporciona esa capacidad de relacionar unas cosas con otras y satisfacer el recomendable vicio de la curiosidad -lo que ahora se busca evitar con las nuevas leyes de enseñanza- haremos un servicio a la sociedad mostrando otras vías diferentes a las que todos los poderes –del primero al cuarto o al quinto- nos encaminan. Cierto es que la cultura es un servicio poco solicitado por la sociedad pero, por suerte o por desgracia, algunos no somos capaces de ofrecer mucho más.

EXTRACTO DEL ACTA

Reunida en sesión extraordinaria la Junta Directiva de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro, actuando como Jurado y analizadas las propuestas presentadas, se decide por unanimidad otorgar el Premio Búho 2022, edición XXX, a las siguientes personas y entidades que se han destacado en la defensa y difusión del libro en el ámbito aragonés:

D. JAVIER BARREIRO BORDONABA, escritor, profesor y experto en música popular. Premio Búho en reconocimiento a su gran labor intelectual, literaria y social

Pérez Merinero, Carlos Salido de madre001

Escrita con una gran naturalidad y sin el ánimo de impresionar más o menos jocosamente, que ostenta la mayor parte de las novelas negras de Carlos Pérez Merinero, Salido de madre  –excelente título, por cierto- no intenta demoler edificio social alguno pero atenta a los fundamentos de alguna de las convenciones sociales más asentadas. Efectivamente, casi nadie quiere ser, literalmente, un hijo de puta ni un cabrón, como lo son dos de los personajes principales de esta novela corta, pero aquí los protagonistas no sólo lo aceptan sino que buscan y se sienten complacidos con dicha condición. Que, bien pensado, no es tan extraña: ¡Cuántos hijos y esposas viven más confortablemente de lo que lo harían gracias a que la mater familias se dedica a alquilar su cuerpo!

CPM ni moraliza ni vende morbo y, habitualmente, ni comenta ni subraya ni se entretiene en mostrarnos los recovecos psicológicos de sus personajes, sólo expone una historia, sobre todo a base de diálogos directos, elementales y, eso sí, realistas descripciones, cuando se trata de referir, tanto las experiencias sexuales como los pensamientos y elucubraciones del joven protagonista.

Los escenarios del relato son también de una gran economía: el piso familiar, la calle, un taller mecánico y un puticlub. Los personajes no son buenos ni malos sino gente que va a lo suyo –no mucho más que sobrevivir- y, más o menos, se atiene a las reglas sociales. Únicamente el personaje de Charo, la madre, obra por un motivo altruista: el bienestar de su hijo, cuestión que, al parecer, demanda la biología más que la bondad personal.  Pero tampoco faltan los actores pintorescos: Fina, la puta vieja; Berruguete, el encargado del burdel, capado por la Guardia Civil tras violar a una monja en la guerra; o el propio protagonista, Mariano, un paralítico de veinte años afectado de satiriasis o hipersexualidad, afección que su madre llama sencillamente “la enfermedad”.  En la narración se le denomina, en efecto, “el  paralítico” con toda naturalidad, lejos de las reglas impuestas por el hoy, que a ese nombre determinado por la natural evolución de nuestra hermosa lengua: paralítico o tullido, ha obligado a que pasase sucesivamente a inválido, minusválido, discapacitado y veremos lo que vendrá, pues eso de discapacitado es, etimológicamente, mal capacitado y no sé si los ejércitos de lo políticamente correcto acatarán, cuando se enteren, tal desconsideración. De mi niñez, aún recuerdo aquella bonita y elíptica calificación que se les daba cuando alguno de ellos ejecutaba alguna fechoría: “No hay que tomárselo en cuenta; es un ser privado”.

Pero no quiere ser este prólogo un intento de desmenuzar el relato ni a sus protagonistas sino de dar cuenta de una más de las variedades de registro que la colección, promovida por el hermano del autor y destinatario de la dedicatoria del libro, ha puesto a nuestro alcance.

En este caso se trata de una novelita costumbrista, ambientada en el Madrid de las últimas décadas del siglo XX, con un lenguaje coloquial y cotidiano, muy alejado del nivel literario y en el que -se dijo- predomina la naturalidad, bien que colmadamente provista de la ordinariez y vulgaridad que reclaman los ambientes recreados por el autor.

CPM nunca aspira a la corrección de la realidad, locura o extravío que a ciertos escritores  -sin duda, no lectores de Baroja- afecta en su juventud y en algunos se Pérez Merinero, Carlosprolonga más allá de lo razonable. Ni siquiera sus personajes aspiran a un mundo mejor sino tan solo a vivir mejor de lo que lo están haciendo.

Novela de gente normal, a desmano de modas y modos, pero obra de un escritor, evidentemente, raro. No conocí personalmente a CPM; sí que  leí sus obras con felicidad y sonrisa aunque, como tantas veces, mosqueándome con los baremos críticos de este país a partir de la muerte de Franco, que ensalzaban mediocridades y ninguneaban lo más original y descarado de su literatura aunque no tanto como hoy, en que la cosa ha degenerado hasta extremos absurdos. No lo conocí y, por tanto, no sé si a su vida personal  llevaba la heterodoxia de sus novelas aunque me imagino -y sé que acierto- que no le faltaba sentido del humor, casi siempre, muestra de descontento con la realidad aunque también de cortesía, como sabía Svevo. 

Sé, también, que la rareza, la heterodoxia, la singularidad son conceptos altamente equívocos. Como lo es el de la normalidad. No tanto el de la originalidad, al menos, para quien disfruta de cierta cultura. La heterodoxia siempre se resiste a ser sistematizada. En todo caso, CPM fue heterodoxo porque su escritura y visión del mundo estuvieron lejos de las líneas y contextos dominantes en su tiempo. Un disidente de derechas no  lo es más que uno de izquierdas y, si la Iglesia persiguió con más furia a quienes -como Giordano Bruno o Miguel de Molinos- lo hicieron desde sus filas que a los servidores de Alá, los comunistas diezmaron a sus compinches con mucho mayor rigor que a sus enemigos naturales. La transgresión tiene evidentes dimensiones temporales. Todavía hoy contemplamos con estupor cómo se venden como infractoras y epatantes propuestas de las vanguardias que han cumplido cien años. Estas canonizaron la heterodoxia, al tiempo que contribuían a su muerte. Y no olvidemos que los dadaístas eran señoritos que vestían como dandis y, exceptuando a alguno de sus militantes con serios trastornos psíquicos, se guardaban de llevar a la propia vida sus propuestas de destrucción. Una conocida foto que se hizo el grupo dadaísta en una excursión campestre nos los muestra ataviados como auténticos maniquíes. Sus herederos, los punkis, sí que llevaron a lo personal su propuesta de destrucción. Aunque CPM, nacido siete años antes que Sed Vicious, licenciado en económicas y profesor universitario, no parece tener mucho que ver con los súbditos de la reina, tan propensos al envaramiento como a echar los pies por alto.

Pérez Merinero_ CarlosEs cierto que CPM, al fin un universitario culto y leído, prescindió de todo ese bagaje en sus narraciones, en las que prevalecen la acción directa y la ausencia de circunloquios y se prescinde, como del demonio, de todo intelectualismo. En Salido de madre  este se  pone en solfa en el episodio en el que Mariano intenta entablar relación con una chica que lee en un banco el Manifiesto SCUM de la feminista y esquizofrénica norteamericana Valerie Solanas. Los dos mundos no pueden sino chocar frontalmente y parece claro en qué facción milita el autor de esas líneas. Entre otras cosas, porque la ortodoxia de un intelectual de estas calendas se inclinaría antes por las posturas feministas que por el pansexualismo imperativo. Por más que los desmanes y desafueros que un afectado de parálisis motora pueda acometer sean más disculpables para esa intelectualidad que las de un individuo normal. La prevalencia de lo femenino sobre lo masculino, de lo multicultural sobre lo europeo, de lo público sobre lo privado, en una lista que podría hacerse interminable, no son más que tópicos progres asumidos por las elites dirigentes de hogaño, a las que siguen ovinamente los presuntos intelectuales que,  en vez de profanar, como sería su obligación, las ideas adquiridas propias de su tiempo, asumen sus vacilantes axiomas.

El ámbito de Salido de madre no es un mundo agradable. Tampoco lo es el tejido social en el que se desarrolla ni lo son los espacios públicos o los contextos laborales. Insertos y condicionados por ellos, (en los que) unos seres, tirando a elementales, se esfuerzan por vivir decentemente. El narrador los hace supervivir a través de una suerte de respuesta a la moral convencional en la que no falta el humor.

Pérez Merinero, Carlos Cuentos completos001