El 28 de junio de 1979, el suplemento literario del diario vespertino Informaciones (“De las ARTES y las LETRAS»), que aparecía los jueves y que había llegado a ser el más prestigioso de los publicados en Madrid, recogía una entrevista de su colaborador Ángel Leiva al escritor aragonés, que, sin duda, es una de las últimas que concedió, ya que moriría dos años y medio después.
A pesar de que el novelista afirma en ella haber venido al mundo en 1901, en la entradilla se recoge, como en tantos otros libros y publicaciones, su nacimiento un año más tarde y señala cómo se acababa de solicitar para él el Premio Nobel, tras un simposio alrededor de su figura celebrado en Nueva York (mayo 1979), al que asistieron significados estudiosos senderianos, aparte de gentes de la cultura y los responsables de los centros culturales españoles en los Estados Unidos. Fue, precisamente, el Spanish Institute, el que encabezó la petición. Sender, que años antes había declarado en relación al premio: “los aragoneses no pedimos aquello que no deseamos”; esta vez fue más político y manifestó: “No hace falta que me lo den los suecos (…) me lo acaban de dar ustedes y eso me basta pero, si me lo dan, destinaré su importe en efectivo a los dos pueblos de mi infancia, Chalamera y Alcolea, para que sus chicos tengan mejores escuelas que las que había en mi tiempo”. La candidatura fue apoyada por varias instituciones, no así por la Academia Española, entonces y como siempre, dominada por los conservadores y en la que tanta influencia tenía C. J. Cela, con el que Sender había tenido un fuerte encontronazo. El Premio fue en 1979 para el griego Odysseus Elytis y en 1980 para el polaco Czeslaw Milosz.
Precisamente, en la citada entrevista, contestando a la no muy oportuna pregunta sobre la relación de Paco el Molino de Réquiem por un campesino español con el protagonista de la celiana La familia de Pascual Duarte, Sender se despacha: “¡Qué coño va tener que ver Paco con Pascual, si yo nunca he leído a ese idiota de Cela!”.
Otros prestigiosos personajes concitan el menosprecio del escritor oscense, uno de ellos, Unamuno, habitual como objeto de sus desdenes; otro, Borges: “…me parece un tipo decadente y que no me interesa para nada (…) lo conocí personalmente, lo respeto como ser humano pero me parece que lo que él hace es una imitación de Max Aub y Gómez de la Serna. Y de toda la vieja vanguardia de los años 20 allá en París”. Poco, efectivamente tenían que ver en su trayectoria y estéticas los dos grandes escritores y ninguno acostumbraba a ser piadoso con los colegas que no admiraba.
Pero lo más curioso son sus palabras sobre el que, junto a él, es considerado como la principal figura de la cultura aragonesa del siglo XX, Luis Buñuel:
El pobre Buñuel, que tenía una mamá rica y después quiso hacer cine y la primera película se la hizo Dalí, que fue El perro andaluz. Buñuel, un pobre alcoholista, un atrasado mental. Un frustrado a quien los rusos le dan un poco publicidad porque es un comunista ortodoxo. Un reaccionario. No hay nada más reaccionario y ridículo que la Rusia de Stalin. En Rusia son idealistas todos y los usan valiéndose de ellos.
La antipatía entre ellos provenía ya de cuando, a mediados de la segunda década del siglo XX, –Sender era un año más joven- coincidieron en el Instituto zaragozano. En las palabras del escritor no sorprende la inquina sino la agresividad. Más que lo de “atrasado mental”, es curioso lo de “alcoholista”, porque, si Buñuel le daba al frasco, al menos el Sender de los años setenta era bastante proclive al whisky. “La mejor medicina para mi asma es un vaso de Teacher’s”, confesaría a Eduardo Alcalde.
Orla del 6º Curso del Instituto de Zaragoza (abril 1917). Sender: 3ª fila, 4º por la izquierda. Buñuel: 5ª fila, 3º por la derecha.
Tras el instituto, se volvieron a tropezar en Madrid (Buñuel cuenta en sus memorias cómo lo encuentra durmiendo en un banco del Retiro) y, aunque en actividades y caminos muy distintos, convivieron en la capital hasta iniciada la Guerra Civil, como luego lo hicieron en el exilio y coincidieron alguna actividad política. Parece que, en 1936, el novelista reprochó a Buñuel y otros intelectuales que se hallaban en el café que no estuvieran combatiendo en la sierra. Poco después, en Crónica del alba aparece un retrato poco misericordioso de su excompañero:
En la clase se sentaba detrás de mí un chico grandullón de ojos saltones negros y
rasgados, ojos de caballo o de yegua. Desde el primer momento aquel tipo, que se llamaba Luis, me fue desagradable. Buscaba muchachos más jóvenes que él y tenía un rasgo de carácter grotesco.
Las diferencias prosiguieron, como se ve, hasta la muerte de ambos y es que, aparte de la nada fácil personalidad de ambos creadores, tampoco lo fue la relación entre exiliados de distinto signo ideológico.
Volviendo a la entrevista, los escritores que reciben las bendiciones del aragonés son referencias frecuentes en su obra. De Valle-Inclán, al que dedicó un magnífico ensayo en Los noventayochos (1962), transcribo lo más novedoso de lo que cuenta:
(…) era un hombre del que todo el mundo decía que era intratable. Sin embargo, fue el mejor amigo que he tenido en mi vida. Era una excelente persona (…) le dimos una cena a la que había sido invitado Azaña (…) no fue y mandó a su secretario Domenchina. Valle-Inclán se ofendió, y con razón, diciendo: “Me extraña Azaña, rodeado siempre de extranjeros como Martínez, un mal mejicano; Teixeira, portugués y Domenchina, un eunuco turco”. Claro, Domenchina agarró, el hombre, y se fue. Y tenía razón Valle-Inclán. Domenchina tenía alguna insuficiencia que tienen algunos gigantes sin barba.
Acerca de Hemingway, de quien Sender escribió largamente, sobre todo en Nocturno de los 14 (1970) y Álbum de radiografías secretas (1982), alaba su bonhomía y personalidad pero no parece gustar de su literatura. Menos frecuente en sus menciones es Bertolt Brecht, a quien, por su afición al teatro comprometido debía de admirar:
(…) hizo lo que quería hacer y muy bien (…) un teatro expresionista muy fuerte. Él era un comunista antisoviético. Yo lo conocí en Nueva York en 1939. Brecht estaba ya en contra y aunque seguía siendo marxista a su manera (…) era un anti ruso. Brecht era un hombre inteligente y un autor de teatro que se atrevió a todo. No hay duda de que rompió en el teatro con todas las normas tradicionales.
Además de las numerosas referencias a escritores, Sender insiste en la entrevista en que todo su pensamiento está en sus 75 volúmenes –hasta su muerte publicaría dieciséis más y, tras ella, aparecerían, al menos, cinco inéditos- y que él ha sido en su obra tan autobiográfico como Cervantes, Tolstoi o Dostoyevski aunque, a fin de cuentas, sólo existe un solo poema universal, que las distintas culturas del mundo han ido escribiendo. Manifestación esta que va en la línea de sus pujos espiritualistas, frecuente en la obra de sus tres últimos lustros, que algunos críticos han desdeñado pero que dio lugar a obras tan interesantes como Ensayos sobre el infringimiento cristiano (1967). Sender lo sintetiza asÍ:
«Finalmente uno acaba por aprender algo. Así he aprendido a encontrar unos misterios humanos que todo hombre tiene en su mundo consciente o inconsciente y que es tan rico como el de todos. Lo interesante es saber descubrir esos misterios».
La obra de Sender podría quejarse de la torpe recepción de algunos críticos españoles de ayer y de hoy pero no de la atención prestada por los estudiosos del exterior ni de la bibliografía que ha deparado. Falta, sin embargo, fuera del libro de Peñuelas, Conversaciones con Ramón J. Sender (1969), un volumen antológico de las entrevistas que concedió a lo largo de su dilatada trayectoria pública para darnos una tesela más de ese mosaico, siempre inacabado, que constituye la vida y obra de los grandes artistas.
(Publicado en Diario del AltoAragón (Suplemento Cultural Día de San Lorenzo), 10-VIII-2015, p. 61).
Sobre el autor, puede verse también en este blog:
-Ramón J. Sender:
https://javierbarreiro.wordpress.com/2011/09/17/ramon-jose-sender/
-Introducción a Sender en su siglo de Francisco Carrasquer:
-Ramón J. Sender. El lugar de un hombre
https://javierbarreiro.wordpress.com/2015/02/02/ramon-j-sender-el-lugar-de-un-hombre/
El joven Sender, autor de los desconocidos guiones de Cocoliche y Tragavientos:
Un cuento desconocido. El primer texto de Sender publicado en Madrid (1916):
Leer hoy a Sender
https://javierbarreiro.wordpress.com/2018/07/07/leer-hoy-a-sender/
Sender en su lecho de muerte