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El 28 de junio de 1979, el suplemento literario del diario vespertino Informaciones (“De las ARTES y las LETRAS»), que aparecía los jueves y que había llegado a ser el más prestigioso de los publicados en Madrid, recogía una entrevista de su colaborador Ángel Leiva al escritor aragonés, que, sin duda, es una de las últimas que concedió, ya que moriría dos años y medio después.

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A pesar de que el novelista afirma en ella haber venido al mundo en 1901, en la entradilla se recoge, como en tantos otros libros y publicaciones, su nacimiento un año más tarde y señala cómo se acababa de solicitar para él el Premio Nobel, tras un simposio alrededor de su figura celebrado en Nueva York (mayo 1979), al que asistieron significados estudiosos senderianos, aparte de gentes de la cultura y los responsables de los centros culturales españoles en los Estados Unidos. Fue, precisamente, el  Spanish Institute, el que encabezó la petición. Sender, que años antes había declarado en relación al premio: “los aragoneses no pedimos aquello que no deseamos”; esta vez fue más político  y manifestó: “No hace falta que me lo den los suecos (…) me lo acaban de dar ustedes y eso me basta pero, si me lo dan, destinaré su importe en efectivo a los dos pueblos de mi infancia, Chalamera y Alcolea, para que sus chicos tengan mejores escuelas que las que había en mi tiempo”. La candidatura fue apoyada por varias instituciones, no así por la Academia Española, entonces y como siempre, dominada por los conservadores y en la que tanta influencia tenía C. J. Cela, con el que Sender había tenido un fuerte encontronazo. El Premio fue en 1979 para el griego Odysseus Elytis y en 1980 para el polaco Czeslaw Milosz.

Precisamente, en la citada entrevista, contestando a la no muy oportuna pregunta sobre la relación de Paco el Molino de Réquiem por un campesino español con el protagonista de la celiana La familia de Pascual Duarte, Sender se despacha:  “¡Qué coño va tener que ver Paco con Pascual, si yo nunca he leído a ese idiota de Cela!”.

Otros prestigiosos personajes concitan el menosprecio del escritor oscense, uno de ellos, Unamuno, habitual como objeto de sus desdenes; otro, Borges: “…me parece un tipo decadente y que no me interesa para nada (…) lo conocí personalmente, lo respeto como ser humano pero me parece que lo que él hace es una imitación de Max Aub y Gómez de la Serna. Y de toda la vieja vanguardia de los años 20 allá en París”. Poco, efectivamente tenían que ver en su trayectoria y estéticas los dos grandes escritores y ninguno acostumbraba a ser piadoso con los colegas que no admiraba.

Pero lo más curioso son sus palabras sobre el que, junto a él, es considerado como la principal figura de la cultura aragonesa del siglo XX, Luis Buñuel:

El pobre Buñuel, que tenía una mamá rica y después quiso hacer cine y la primera película se la hizo Dalí, que fue El perro andaluz. Buñuel, un pobre alcoholista, un atrasado mental. Un frustrado a quien los rusos le dan un poco publicidad porque es un comunista ortodoxo. Un reaccionario. No hay nada más reaccionario y ridículo que la Rusia de Stalin. En Rusia son idealistas todos y los usan valiéndose de ellos.

La antipatía entre ellos provenía ya de cuando, a mediados de la segunda década del siglo XX, –Sender era un año más joven- coincidieron en el Instituto zaragozano. En las palabras del escritor no sorprende la inquina sino la agresividad. Más que lo de “atrasado mental”, es curioso lo de “alcoholista”, porque, si Buñuel le daba al frasco, al menos el Sender de los años setenta era bastante proclive al whisky. “La mejor medicina para mi asma es un vaso de Teacher’s”, confesaría a Eduardo Alcalde.

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Orla del 6º Curso del Instituto de Zaragoza (abril 1917). Sender: 3ª fila, 4º por la izquierda. Buñuel: 5ª fila, 3º por la derecha.

Tras el instituto, se volvieron a tropezar en Madrid (Buñuel cuenta en sus memorias cómo lo encuentra durmiendo en un banco del Retiro) y, aunque en actividades y caminos muy distintos, convivieron en la capital hasta iniciada la Guerra Civil, como luego lo hicieron en el exilio y coincidieron alguna actividad política. Parece que, en 1936, el novelista reprochó a Buñuel y otros intelectuales que se hallaban en el café que no estuvieran combatiendo en la sierra. Poco después, en Crónica del alba aparece un retrato poco misericordioso de su excompañero:

En la clase se sentaba detrás de mí un chico grandullón de ojos saltones negros yBuñuel rasgados, ojos de caballo o de yegua. Desde el primer momento aquel tipo, que se llamaba Luis, me fue desagradable. Buscaba muchachos más jóvenes que él y tenía un rasgo de carácter grotesco.

Las diferencias prosiguieron, como se ve, hasta la muerte de ambos y es que, aparte de la nada fácil personalidad de ambos creadores, tampoco lo fue la relación entre exiliados de distinto signo ideológico.

Volviendo a la entrevista, los escritores que reciben las bendiciones del aragonés son referencias frecuentes en su obra. De Valle-Inclán, al que dedicó un magnífico ensayo en Los noventayochos (1962), transcribo lo más novedoso de lo que cuenta:

(…) era un hombre del que todo el mundo decía que era intratable. Sin embargo, fue el mejor amigo que he tenido en mi vida. Era una excelente persona (…) le dimos una cena a la que había sido invitado Azaña (…) no fue y mandó a su secretario Domenchina. Valle-Inclán se ofendió, y con razón, diciendo: “Me extraña Azaña, rodeado siempre de extranjeros como Martínez, un mal mejicano; Teixeira, portugués y Domenchina, un eunuco turco”. Claro, Domenchina agarró, el hombre, y se fue. Y tenía razón Valle-Inclán. Domenchina tenía alguna insuficiencia que tienen algunos gigantes sin barba.

Acerca de Hemingway, de quien Sender escribió largamente, sobre todo en Nocturno Hemingwayde los 14 (1970) y Álbum de radiografías secretas (1982), alaba su bonhomía y personalidad pero no parece gustar de su literatura. Menos frecuente en sus menciones es Bertolt Brecht, a quien, por su afición al teatro comprometido debía de admirar:

(…) hizo lo que quería hacer y muy bien (…) un teatro expresionista muy fuerte. Él era un comunista antisoviético. Yo lo conocí en Nueva York en 1939. Brecht estaba ya en contra y aunque seguía siendo marxista a su manera (…) era un anti ruso. Brecht era un hombre inteligente y un autor de teatro que se atrevió a todo. No hay duda de que rompió en el teatro con todas las normas tradicionales.

Además de las numerosas referencias a escritores, Sender insiste en la entrevista en Sender 007que todo su pensamiento está en sus 75 volúmenes –hasta su muerte publicaría dieciséis más y, tras ella, aparecerían, al menos, cinco inéditos- y que él ha sido en su obra tan autobiográfico como Cervantes, Tolstoi o Dostoyevski aunque, a fin de cuentas, sólo existe un solo poema universal, que las distintas culturas del mundo han ido escribiendo. Manifestación esta que va en la línea de sus pujos espiritualistas, frecuente en la obra de sus tres últimos lustros, que algunos críticos han desdeñado pero que dio lugar a obras tan interesantes como Ensayos sobre el infringimiento cristiano (1967).  Sender lo sintetiza asÍ: 

«Finalmente uno acaba por aprender algo. Así he aprendido a encontrar unos misterios humanos que todo hombre tiene en su mundo consciente o inconsciente y que es tan rico como el de todos. Lo interesante es saber descubrir esos misterios».

La obra de Sender podría quejarse de la torpe recepción de algunos críticos españoles de ayer y de hoy pero no de la atención prestada por los estudiosos del exterior ni de la  bibliografía que ha deparado. Falta, sin embargo, fuera del libro de Peñuelas, Conversaciones con Ramón J. Sender (1969), un volumen antológico de las entrevistas que concedió a lo largo de su dilatada trayectoria pública para darnos una tesela más de ese mosaico, siempre inacabado, que constituye la vida y obra de los grandes artistas.

(Publicado en Diario del AltoAragón (Suplemento Cultural Día de San Lorenzo), 10-VIII-2015, p. 61).

Sobre el autor, puede verse también en este blog:

-Ramón J. Sender:

https://javierbarreiro.wordpress.com/2011/09/17/ramon-jose-sender/

-Introducción a Sender en su siglo de Francisco Carrasquer:

https://javierbarreiro.wordpress.com/2012/12/09/introduccion-a-sender-en-su-siglo-de-francisco-carrasquer/

-Ramón J. Sender. El lugar de un hombre

https://javierbarreiro.wordpress.com/2015/02/02/ramon-j-sender-el-lugar-de-un-hombre/

El joven Sender, autor de los desconocidos guiones de Cocoliche y Tragavientos:

https://javierbarreiro.wordpress.com/2016/03/21/el-joven-sender-autor-de-los-desconocidos-guiones-de-cocoliche-y-tragavientos/

Un cuento desconocido. El primer texto de Sender publicado en Madrid (1916):

https://javierbarreiro.wordpress.com/2016/11/26/un-cuento-desconocido-el-primer-texto-de-sender-publicado-en-madrid-1916/

Leer hoy a Sender

https://javierbarreiro.wordpress.com/2018/07/07/leer-hoy-a-sender/

Sender muerto

Sender en su lecho de muerte

Tan de moda la novela policial o negra, como ahora se dice, lo que a uno le hace pensar en el tío Tom, pero hace tiempo que no se reeditan en España las tan desternillantes como exquisitas colaboraciones literarias que Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares firmaron con el seudónimo de Honorio Bustos Domecq. El 125 aniversario del nacimiento del primero (24-VIII-1899) y el centenario del segundo (15-IX-1914) me dan motivo para recuperar esta breve reseña de Nuevos cuentos de Bustos Domecq, publicada con el título «Fantoches en acción» en El Día, 7-VI-1987. Bioy-Borges_Nuevos cuentos de Bustos Domecq No habían aparecido en nuestro país estos cuentos formando una obra independiente, aunque sí en el tomo de obras completas en colaboración de Borges y en la edición completa de los cuentos de H. Bustos Domecq sorprendentemente publicada en una colección de quiosco. Se trata de la, definitivamente, última obra de este bifronte y aleatorio personaje, siempre visto como una excrecencia menor, tomado un poco a juego, a «boutade» borgiana y, por consiguiente, mal atendido por la crítica y – lo que no es extraño dada su dificultad, su conceptismo y su libérrima mezcolanza de registros lingüísticos – también por los lectores. Obviamente, Bioy y Borges se entregaban a este tipo de escritura como divertimento y parece que tal actitud ha desubicado a los hermeneutas ocupados en discernir claves metafísicas, referencias culturalistas o símbolos y, por tanto, lejanos a la descabalada y montaraz irrisión propiciada por estos bosquejos de esperpento. Es cierto que gran parte de la escritura de Bioy está más cercana a Bustos Domecq que los textos conocidos de Borges, pero ambos aseguraron en diversas ocasiones que su colaboración era pareja y sin fisuras. Bioy y Borges Si la primera de sus obras, Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), supone una innovadora y desopilante incursión en el Seis problemas para don Isidro Parodigénero policiaco, Dos fantasías memorables, publicada bajo el seudónimo de Suárez Lynch, en 1946, una sangrienta parodia bíblica y Crónicas de Bustos Domecq (1966), un repaso a las peregrinas innovaciones que ciertos cultivadores de «ismos» han perpetrado acogiéndose bajo el manto de la originalidad o la rebelión a ultranza, estos Nuevos cuentos de Bustos Domecq – la primera edición data de 1977 – son nueve historias variopintas cuya constante estriba en el protagonismo de personajes-fantoche tan autosatisfechos de su mediocridad como lúcidos en el análisis de su propia peripecia siempre narrada en primera persona. La inmiscución en la vida cotidiana, una suerte de estilizado y, a la vez, chocarrero costumbrismo constituyen el marco de estas historias resueltamente localistas hasta el punto de que, seguramente, sólo un porteño – muy viejo, muy populachero y muy culto – puede desentrañar los múltiples guiños que se agazapan en la prosa. Aunque también haya incursiones hasta el Ebro: en Deslindando responsabilidades el protagonista es un presumible y palurdo poeta aragonés del siglo XVIII, maese Pedro Zúñiga, el Molinero. Y no deja de sorprender el conocimiento de los autores tanto de la topografía como del habla y ciertos rasgos de la idiosincrasia baturra. (V. https://javierbarreiro.wordpress.com/2012/01/08/un-cuento-de-borges-y-bioy-con-tema-aragones/) Efectivamente, el lenguaje, sometido a la máxima tensión expresiva y oscilando entre lo ultrapedante y lo chabacano es el protagonista de estos apuntes del natural, y su uso nos aproxima a un contemporáneo conceptismo. Pero es el humor el sostén radical de la fascinación de estas historias. Un humor bufonesco y sutilísimo, extremos tan difíciles de conjugar que habría que recurrir a Quevedo para encontrar un antecedente. Por otro lado, el sarcasmo, que no los procedimientos, recuerdan a nuestro mejor Valle. Aunque el uso del lenguaje de la calle como sostén y aguzamiento pueda encontrarse tanto en el maestro gallego como en los argentinos. Lo hiperbólico del tratamiento no impide un pujo de crítica feroz que puede ir desde lo político (el peronismo como comportamiento en La parada del monstruo) hasta lo erudito (denuncia de las miserias de la crítica universitaria en Las formas de la gloria). Sin embargo, el embate crítico se centra, fundamentalmente, en los comportamientos cotidianos de los protagonistas. Ahí reconocemos lo cenital de nuestros egoísmos, lo irrisorio de nuestras avaricias o fantasías, lo programado de nuestros acaloramientos, lo esquinado de nuestros actos nobles. Bustos Domecq acoge con generosidad y humor lo peor de todos nosotros. Y eso nos hace entenderlo y amarlo.

V. también: https://javierbarreiro.wordpress.com/2012/01/08/un-cuento-de-borges-y-bioy-con-tema-aragones/

Dibujo de Fernández Chelo

Los visigodos tomaban dos veces sus decisiones: una serenos yA la puerta de la taberna otra borrachos. En caso de diferir prevalecía la que tomaban alumbrados. Lo que no cuenta Baroja –del que tomo esta noticia– es por qué se molestaban en tomar responsabilidades en estado de lucidez. Tal vez, por desacreditar, rectificándola, la elección prístina.

Fiesta y bebida están tan íntimamente entramadas como alcohol y literatura. ¿Qué mejor oportunidad para aullar en su elogio que los fastos que celebramos?Alguien dijo que la Valeta, Antonio, Miserias del alcoholismoliteratura se encuentra en el fondo de una botella. Obviamente, si intentamos hacer un catálogo, será más fácil confeccionarlo de los escritores abstemios que de aquellos que compartieron su vida con el vaso. Un dicho escocés reza: “Un whisky me convierte en otro hombre y ese otro hombre necesita beber un whisky”. El escritor siempre es más de uno, un esquizoide, una personalidad fragmentada en su soledad. Bien lo sabía Gómez de la Serna que, parodiando los argumentos ontológicos reveladores de la existencia de Dios, propuso el argumento fotológico para demostrar la existencia de uno mismo, para aquellos que dudaran de su propia identidad, de la certeza de su encarnadura: “Hágase una foto, si sale usted es que existe”.

La imagen que nos devuelve el líquido desde el fondo del vaso es siempre una imagen turbia, difusa, tan extraña que nos hace tratar de recomponerla en la bruñida superficie del contenido Lagar místicode otro vaso. Labor abocada al fracaso, empresa en la que sólo los titanes obtienen alguna vez la victoria. La imagen es cada vez más vacilante para finalmente, quedar fuera. Es entonces cuando se produce la catarsis que puede ser falaz: el machadiano “borracho de sombra negra”, amargura vacilante y torva citación o puede ser festiva y hacernos participar fugazmente del modo de ser atribuido a los dioses. Es la recuperación del centro, el lazo que une nuestro pasado y nuestro futuro, el vino cantado por los poetas en sus anacreónticas. Escojamos una del “primus inter pares”, Borges:

En el bronce de Homero va grabado tu nombre,

negro vino que alegras el corazón del hombre.

Publicado en El Día, 9-X-1983.

Alcohol-infancia

Noviembre fue el mes que vio nacer (27-11-1919) y morir (16-11-1991) a Alberto Girri, uno de los autores más intensos de la poesía argentina del siglo XX. Como recuerdo y homenaje, rescato esta entrevista efectuada en un café de Buenos Aires durante el verano austral de 1988. Junto a la bibliografía, que también se reproduce y a un trabajo de Marta Sanuy, apareció publicada en el número 2 de la revista El Bosque, correspondiente a los meses mayo-agosto de 1992. Las fotos son de mi hermano Luis.

Borges, hablando con Caillois, afirmó que lo más importante en la poesía es el tono. ¿Qué le parece?

– ¿Qué quería decir con tono? ¿Se refiere a que el poema debe tener una personalidad identificable? ¿Es la actitud de un autor en relación con su material haciendo de él una voz y manera propias? Lo más importante en la poesía es la poesía misma, lo reconocible como tal, más allá de cuantas definiciones se hayan dado de ella.

– Desprestigiada hoy en día la bandera de combate que enarbolaban quienes defendían la poesía como comunicación no conviene alancear más sarracenos moribundos, sin embargo esto condena – al tiempo que la enaltece – la poesía a la marginación. ¿Cuál es su postura ante tan asendereada cuestión?

– Pase lo que pase, la poseía seguirá siendo lo que siempre fue: uno más entre los diversos métodos de conocimiento de la realidad que hemos descubierto o inventado o imaginado para darle existencia permanente a esa realidad cambiante y, acaso, aparencial. Todo lo dado existe, pero al mismo tiempo no existe sino por medio del poema que lo va creando. Podría decirse de otra forma, como Matthew Arnold, calificando a la poesía de crítica de la vida. Por lo pronto, tal crítica se ejerce en cuanto a la lengua, el Verbo, que en lo interior es pensamiento y en lo exterior es palabra. No es excesivo suponer que sin la conservación y el perfeccionamiento de su lengua, una comunidad terminaría por degradarse a su estadio animal, y hasta desaparecer. El poeta tiene el compromiso de contribuir a evitarlo. Su medio de expresión con las palabras, que son de todos, él no las puede inventar, pero puede preservarlas de lo impreciso, el adocenamiento, las abstracciones y generalizaciones que desnaturalizan la verdad de experiencias y valores.

– Williams escribió algo así: “¿Cómo puedo saber lo que pienso hasta que no veo lo que escribo” ¿Lo suscribiría?

– Creo que una cosa es lo que el poeta piensa, o supone pensar, y otra es lo que el poema piensa; lo creado por el poeta, su poema es un hecho y un objeto nuevo, original y autónomo, con su propio pensar. Es obvio: ni es necesario compartir las ideas de un poema para que nos parezca bueno ni hay que responsabilizar al autor por las ideas contenidas en el poema.

– ¿Cómo concibe el poema? ¿Cómo lo alumbra? Si es que el proceso de la creación artística puede explicarse, siquiera aproximadamente.

– El proceso de escribir el poema, en general puede partir de una idea, una frase oída al azar, una lectura, una imagen. Simultánea o alternativamente. Pero lo que importa es que esos pretextos, incitaciones circunstanciales, coincidan en mí con un estado de resonancia adecuado. Estado de atención (tan raro, por otra parte, ya que vivimos casi en constante distracción) capaz de conectarme no con la mera realidad apariencial de lo que constituirá la materia del poema, sino con lo que podríamos llamar, pretenciosamente, quizás, su real realidad. Un conocer por el cual se justifica que el poema que de allí nace sea escrito, expresado mediante palabras.

– En sus poemas hay tensión, como en toda gran poesía, pero hay también equilibrio, una suerte de serenidad escasamente romántica ….

– Diría que la naturaleza de mis poemas se definen por intentar una poesía de tono predominantemente intelectual, con fuerte tendencia a la abstracción, aunque de ella no están excluidos elementos emocionales o sensibles.

– ¿Considera el psicoanálisis si no como una terapia, sí como un procedimiento válido para interpretar el mundo y, más concretamente, la poesía?

– Mi única aproximación al mundo del psicoanálisis fue, en mi juventud, la lectura de algunos libros de Freud, un escritor notable en más de un sentido.

– No siendo un poeta torrencial, excesivo – como Rubén Darío o Neruda – su obra poética es muy extensa. En este momento, ¿lo lamenta, lo asume o le complace?

– Fuera de que haya publicado uno o veinte libros, el poeta es, en conclusión autor de un libro único, testigo e la parábola de su vida. La cuestión es puramente personal. Les fleurs du mal es el único volumen de versos de Baudelaire y, a la vez, es quizá más eminente cuerpo de poesía del siglo XIX; ¿invalida este caso el mérito de poetas tan fecundos como Pound o Wallace Stevens? En lo que a mí concierne, prefiero la presunta vanidad de publicar – someterme a prueba- a la soberbia de decidir que ese alumbramiento ha de dilatarse lo más posible, para dar en un solo libro algo con la pretensión de ser el fin de los tiempos como poesía.

– ¿Cómo ejecuta ese proceso de selectividad que a la hora de confeccionar un libro, sirve para desechar, aquilatar o recomponer un poema?

– Salvo en el caso de tales o cuales libros programáticos, como Elegías italianas o Propiedades de la Magia, al escribir mis poemas no pienso en el libro – al menos conscientemente- y sólo después de haber compuesto un número, variable, de poemas suelo darme cuenta de si hay o no un denominador común, estilístico énfasis de determinada clase de observaciones, como para integrar un grupo unitario.

– ¿Se considera una persona conflictiva?

– Decir conflictos es decir vida, considerando que no hay vida sin un permanente choque de opuestos, retos y respuesta constantes. Por lo tanto, no manejo ni soy manejado por conflictos, sino que, como todos, soy conflictos.

– Al parecer tuvo usted con Borges una buena relación, sin embargo, a éste le recuerdo alguna mención irónica sobre sus poemas.

– En los últimos diez años de su vida, tuve con Borges una relación para mí muy fecunda, al menos en el plano intelectual y en el del humor. A menudo disentimos, sobre todo en cuanto a su devoción por Lugones y su casi desdén por Eliot. En verdad, nunca supe qué pensaba de mis poemas, pero conociéndolo podría asegurarse que era mucho más benévolo en sus juicios irónicos que en sus elogios a cierta poesía, la de Almafuerte o la de Martínez Estrada, por ejemplo.

– En la Argentina ha habido siempre grandes poetas cultos que han practicado eso que convencionalmente se conoce como poesía popular. Usted que yo sepa, no ha hollado tales territorios…

– Es curioso, una de las acepciones de “hollar” es ajar, humillar. Efectivamente, nunca intenté la así llamada poesía popular, quizás por saber que las obras de arte son tan raras  como las de intención culta. Además, fuera de las Milongas de Borges, no conozco ningún otro caso rescatable.

– Es notoria su vinculación con las disciplinas ascéticas de tradición oriental …

– Se trata de participar en un estado de cosas que nos atañe a todos: buscar en otros tipos de pensamiento y cultura una salida, o ayuda, ante el desmoronamiento en Occidente de muchos valores aceptados por estables. En realidad, mi frecuentación de esas enseñanzas y filosofías de la vida es muy fragmentaria y aun simplista, por no decir frívola. En el prólogo a la antología Noventa y nueve poemas, que se publicó en Madrid, María Kodama establece una serie de conexiones y afinidades de esos textos con el taoísmo; por un lado me halaga, dada la poderosa espiritualidad de esa sabiduría, pero por el otro me sorprende. En definitiva, no he hecho sino leer algunos libros y autores que despertaron mi curiosidad y hasta mi apasionamiento: desde otras sobre el conocimiento tradicional, iniciático, como las de Guenon, hasta Lao Tse, Susuki Deshimaru o Krishnamurti. En relación con lo específicamente literario, cómo no envidiar la manera como un artista zen crea, por ejemplo. Ese peculiar distanciamiento de sí, su concentración, hasta que el vacío que se produce dentro y fuera de él empieza a ser llenado por las cosas, vistas entonces tal cual son. Así, escribe o pinta compone música en un estado en que él y lo que hace son lo mismo.

– ¿Se considera un poeta de Buenos Aires con todas las connotaciones que la pertenencia a esa ciudadanía arrastra?

– En mi libro Cuestiones y razones me refiero a que nací en Buenos Aires y que, en raptos de optimismo, pienso si la entonación de mis poemas no corresponde acaso al pulso íntimo de lo que son – o fueron- sus calles, y gentes. Un peculiar distanciamiento, cierto sentimentalismo… Es cierto –agregaba allí- que el  Buenos Aires de hoy sugiere una fachada en decrepitud. Una fachada detrás de la cual operan la desidia y la autodestrucción. Y, sin embargo, también de eso es posible extraer un alimento, poéticamente hablando. ¿Quién sabe, de seguro, con qué necesita ser condicionado? Por otra parte, mencionar a Buenos Aires, tanto puede ser ese irritante y falso cantar al barrio, al que tan afecta es nuestra sensiblería porteña, como cantarlo a mi manera mediante una lengua cuyas instancias principales son la austeridad, lo contenido, esa forma rioplatense de hablar en la que se insinúa más de lo que se dice.

– ¿Cómo inserta el propio autor su obra en la gran tradición de la poesía argentina?

– No acierto a entender q qué se alude con la “gran tradición” de nuestra poesía. Creo que privaron las individualidades más que los movimientos. Creo que en los últimos setenta años de poesía argentina las pautas fueron fiadas por dos grandes individualidades que, acaso, terminaron por instaurar una tradición propia: una extranjera, por así decir, Rubén Darío, durante las décadas del Modernismo y la otra, Borges, desde la década de los cuarenta hasta hoy. Creo que lo que caracteriza nuestra poesía actual es su inconfundible uso del español y, en general, una voluntad de sobriedad, precisión y universalidad y que eso tiene un nombre: Borges. Casi como decir que para nosotros hay una literatura escrita en lengua española antes de Borges y otra desde él.

– Con gran tradición, me refería a su abundancia en poetas de calidad. Hágame una breve relación de los poetas que le han interesado a lo largo de su trayectoria.

– La lista sería larguísima pero las influencias decisivas las recibí de la poesía en lengua inglesa, la norteamericana de este siglo y los poetas metafísicos ingleses del siglo XVI. Donne, Marwell, Eliot, Pound, Stevens, Williams en mi opinión son admirables maestros de virtudes que considero fundamentales en cualquier poema digno de ese nombre: la concisión, la actitud paradojal, la concreción, aun para tratar los temas más elusivos, la inteligencia de los detalles, el distanciamiento irónico…

– Usted es uno de los más brillantes traductores de poesía dentro del ámbito de habla española ¿Se atrevería a hacer una prelación de los factores con los que debe contar un versionista?

– Traducir es, aproximadamente, intentar una casi inapresable equivalencia del tipo de lenguaje, imágenes, detalles específicos del original, su forma mentis. En mi caso, trato de eludir lo que llamaríamos una traducción “personal”, una forma de interpretar el texto elegido, tan a menudo arbitraria, que puede llegar a convertir el original en su caricatura; y trato también de evitar la “recreación” o mera imitación poética. Mi criterio no es brillante pero sí honesto: traduzco sin exagerar la literalidad pero a la vez sin excesivo temor de lo literal. Ni caer en la ansiedad perfeccionista ni en la quimera de la versión definitiva, ambas desproporcionadas.

                                                         BIBLIOGRAFÍA

POESIA

Playa Sola, Editorial Nova. Buenos Aires, 1946.

Coronación de la Espera, Ediciones Botella al Mar. Buenos Aires, 1949.

Trece poemas, Ediciones Botella al Mar. Buenos Aires, 1951.

El Tiempo que Destruye, Ediciones Botella al Mar. Buenos Aires, 1951.

Escándalo y Soledades, Ediciones Botella al Mar. Buenos Aires, 1952.

Línea de la Vida, Editorial Sur. Buenos Aires, 1955.

Examen de Nuestra Causa, Editorial Sur. Buenos Aires, 1956.

La Penitencia y el Mérito, Editorial Sur. Buenos Aires, 1957.

Propiedades de la Magia, Editorial Sur. Buenos Aires, 1959.

La Condición Necesaria, Editorial Sur. Buenos Aires, 1960.

Elegías Italianas, Editorial Sur. Buenos Aires, 1962.

El Ojo, Editorial Losada. Buenos Aires, 1963.

Poemas Elegidos, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1965.

Envíos, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1967.

Casa de la Mente, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1970.

Antología Temática, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1970.

Valores Diarios, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1970.

En la letra, ambigua selva, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1972.

Poesía de observación, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1973.

Quien habla no está muerto, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1975.

Galería Personal, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1975. Con 22 dibujos de Hermenegildo Sábat.

El motivo es el Poema, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1976.

Bestiario, Ediciones La Garza. Buenos Aires, 1976. Con 13 grabados en madera de Luis Seoane.

Obra poética I, Editorial Corregidos. Buenos Aires, 1977.

Árbol de la estirpe humana, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1978.

Obra Poética II, Editorial Corregidos. Buenos Aires, 1978.

Lo propio lo de todos, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1980.

Obra Poética III, Editorial Corregidos. Buenos Aires, 1980.

Homenaje a W. C. Williams, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1981.

Los Diez Mandamientos, Ediciones Estudio Abierto. Buenos Aires, 1981. Con dibujos de Raúl Alonso.

Poemas, Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1982.

Borradores, Ediciones Galería Rubbers. Buenos Aires, 1982. Con 16 dibujos y collages de Raúl Alonso.

Lírica de Percepciones, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1983.

Páginas de Alberto Girri seleccionadas por el autor, Editorial Celtia. Buenos Aires, 1983.

Monodias, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1985.

PROSA

Crónica del héroe, Editorial Nova. Buenos Aires, 1946.

Un brazo de Dios, Americalee. Buenos Aires, 1966.

Diario de un libro, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1972.

Prosas, Monte Ávila. Buenos Aires, 1977.

Notas sobre la experiencia poética, Editorial Losada. Buenos Aires, 1983.

TRADUCCIONES, ANTOLOGÍAS, CRÍTICA

Canto del sol poniente, de R. Tagore, Comisión Argentina de Homenaje a Tagore. Buenos Aires, 1961.

Quince Poetas Norteamericanos. Primera parte, Bibliografía Omeba. Buenos aires, 1966.

Poemas de Wallace Stevens (Bibliográfica Omeba. Buenos Aires, 1967).

Quince Poetas Norteamericanos. Segunda parte, Bibliografía Omeba. Buenos aires, 1969.

Poemas de Robert Lowell, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1969.

Devociones de John Donne, Ediciones Brújula. Buenos Aires, 1970.

Versiones, Editorial Corregidos. Buenos Aires, 1974.

Antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters (Barral Editores. Barcelona, 1974. Ediciones Fausto. Buenos Aires, 1970).

Poemas de Theodore Roetkhe, Editorial Fraterna. Buenos Aires, 1960.

Poemas de W. Stevens, W.C. Williams y R. Lowell, Editorial Corregidor. Buenos Aires 1982.

99 Poemas. Prólogo de María Kodama. Alianza, 1988.

TRADUCCIONES EN COLABORACIÓN

Poesía Inglesa Contemporánea, Editorial Nova. Buenos Aires, 1948.

Poesía Italiana Contemporánea, Editorial Raigal. Buenos Aires, 1956. Con C. Viola Soto.

Poesía Norteamericana Contemporánea, Editorial Raigal. Buenos Aires, 1956. Con William, Shand.

Poemas de John Donne, Ediciones Culturales Argentinas. Buenos Aires, 1963. Con William Shand.

Stephen Spender: Poemas, Editorial Losada. Buenos Aires, 1968. Con William Shand.

T. S. Eliot: Retrato de una dama, y otros poemas, Editorial Corregidor, Buenos Aires, 1982. Con Enrique Pezzoni.


Comunicación Académica nº 1546 a la Academia Porteña del Lunfardo, publicada en el Boletín de la misma. Buenos Aires 6 de septiembre 2001.

Quien fue el primero y más grande de los vanguardistas españoles, Ramón Gómez de la Serna (Madrid, 1888-Buenos Aires, 1963), ya había hecho amplias referencias al tango en su novela Policéfalo y señora (Madrid, Espasa Calpe, 1932) y en otras varias ocasiones aisladas a lo largo de su variopinta obra. El prestigioso crítico José Camón Aznar escribió acerca de la narración citada: «Nunca se ha expresado como en estas páginas la pasión del tango, la languidez apasionada de su baile, ni la calidad musical del acordeón» (Ramón Gómez de la Serna en sus obras, Madrid, Espasa Calpe, 1972, p. 362). La novela plantea el contraste entre el Viejo Mundo convencional y el mensaje renovador de las vanguardias: «Son ustedes los únicos para aceptar lo que no se ha dicho nunca y para apadrinar lo que el viejo mundo rechaza», dice Perfecto, su protagonista, lo que, en cierto modo, podría ser premonitorio de la posterior trayectoria de Ramón. Y, sobre el efecto de la música tanguera:»El alma es como una esponja y hay que apretarla de vez en cuando para que suelte lo que ha sorbido… Yo después de oír acordeones me siento mejor». Hay también en la obra una danza de la muerte protagonizada por unos esqueletos bajo los rayos X, que recuerda alguna de las carátulas humorísticas de los tangos de tema médico.

Anatomía-Partitura

Pero es en Interpretación del tango, Ultreya, Santa Fe, 1949, cuando Gómez de la Serna trata con especificidad el tango y es, además, cronológicamente, una de las primeras obras dedicadas a la disquisición sobre el mismo. De hecho, muy pocos libros anteriores habían sido dedicados íntegramente a reflexionar sobre esta música. De cierta entidad sólo recuerdo los de Vicente Rossi, Cosas de negros (1926), Carlos Vega, El tango andaluz y el tango argentino (1932), los hermanos Bates, La historia del tango (1936) y Julián Centeya, El misterio del tango (1946). Y, como se ve, son textos, en su mayoría, más históricos que ensayísticos.

Gómez de la Serna debió conocer el tango desde su entrada efectiva en España en torno a 1911 y ya se ha dicho que hay referencias pasajeras sobre el mismo en varios de sus muy numerosos libros. Interpretación del tango es obra escrita desde el sentimiento y, sobre todo, desde la impresión, que es lo propio de Gómez de la Serna, que era mucho más un impresionista que un narrador, un definidor, más que un historiador. No hay que buscar en él la verdad histórica del tango sino su impacto en un espíritu tan original como el suyo. Por supuesto, que muchas de sus entrevisiones pueden ser discutidas, pero tiene también innegables aciertos como cuando concede alto protagonismo a lo negro y destaca a Vicente Rossi como una de las mejores cosas –son sus palabras- que ha dado el tango, con lo que coincidirá Borges; o cuando encuentra en el fado una ráfaga tanguera. Lo mismo, cuando proclama que el tango nace como baile y exclama aquello de «¡Todo está tan reciente que en nuestros días está aún en la evolución adolescente!».

A Ramón le interesaba de igual manera la música que la letra y es ilustrativo repasar los tangos que cita: “La cabeza del italiano”, “Mi noche triste”, “No te engañes corazón”, “Tomo y obligo”, “Milonguita”, “La última copa”, “Malevaje”, “Esta noche me emborracho” y “Alma en pena”, que elogia especialmente, como admira a Discépolo en el campo de la composición. Nótese que se trata de tangos todos cantados por Gardel, del que dice: «La voz de Gardel era una herida en su rostro y nos acordamos siempre de su voz llagada». Reproduce también la “Milonga para Gardel”, además de otras dos: “Milonga triste” y “Entre la vida y la muerte”. Son estas tres y la “Payada entre Gabino y Vázquez” las únicas letras que contiene el libro.

Entre las múltiples razones que podemos encontrar de la afición del escritor por el tango, aparte de que sean parecidas a las que nos pueden afectar a cualquiera de nosotros, podríamos citar esa identidad cronológica en el trayecto de ambos, las estancias en la Argentina forzadas por su peculiar exilio y también lo que él llama «estilo entrecortado y picaflor que merodea aquí y allá».

El libro, que desde hace años era de difícil consecución, pese a haber sido reeditado en 1979 (Buenos Aires, @lbino y Asociados, Editores) con prólogo de León Benarós y bellas xilografías de Carlos Torrallardona, ha sido puesto de nuevo en la calle, en una edición con prólogo de Rafael Flores e ilustraciones fotográficas, por la firma madrileña Ediciones de La Tierra.

GÁLVEZ, Pedro Luis de (Pedro Luis de Gálvez y López), Málaga 3-V-1882 – Madrid, 30-IV-1940. Escritor bohemio.

Hijo de un empleado de ideas muy conservadoras, recibió una estricta educación con profesores eclesiásticos para después ingresar en el seminario, de donde escapó. Una vida altamente turbulenta y llena de increíbles episodios lo llevó al correccional, a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, con dieciséis años, a París, para seguir perfeccionándose en el arte pictórico y, finalmente, a la cárcel por sus soflamas antimonárquicas. Entre los muchos meses en espera de juicio que estuvo encerrado en Cádiz y la condena que cumplió en el penal de Ocaña pasó cuatro años en prisión, a menudo, en condiciones infrahumanas. Sin embargo, allí escribió sus primeros libros, La Cochambrosa, En la cárcel Existencias atormentadas y obtuvo un premio con “El ciego de la flauta”, en el Concurso Nacional de Cuentos, promovido por El Liberal. Al conocerse su situación, se produjo una gran conmoción y, con la presión de varios periodistas y escritores, fue indultado.

Comienza entonces su vida bohemia para convertirse en el emblema de esta cofradía, con una vida llena de episodios descabellados próximos a la delincuencia, junto con gestos de honradez y grandeza de corazón, que lo convierten en una referencia habitual en los libros de memorias de su época. Entretanto, publicó algunos cuentos y poemas en la prensa y visitó Portugal, Marruecos, como corresponsal de El Liberal, y París, donde retomó la relación con su paisano Picasso y con Apollinaire, que dedicó un  texto a su figura. Se dice que también recorrió Bélgica, Holanda, Alemania, Italia y Albania, donde llegó mandar un batallón en la guerra europea aunque todos estos episodios estén muy poco aclarados, al no haber constancia documental sobre los mismos. Ya en Madrid, volvió a su bohemia y sus publicaciones, en forma de cuentos, alguna obra teatral y, sobre todo poemas, que fueron apareciendo anárquicamente. Participó en los orígenes del Ultraísmo, intervieniendo en la Fiesta del Ultra del Ateneo sevillano y colaborando en la revista Grecia. Durante los años veinte, también residió en Barcelona.

Por su rareza, han de destacarse los sonetos infamatorios de ¡Buitres! y su tratado, El sable, acerca de las personas y modos de los que sacar dinero. Lo más granado de su nada desdeñable producción se encuentra en Negro y azul (1930), volumen que iba a constituir el primero de sus obras completas, de las que se anunciaban dieciocho tomos; fue uno de los pocos libros que se publicó a su gusto, Gálvez fue considerado como un gran sonetista por sus contemporáneos e incluso el propio Borges le declaró autor de alguno de los mejores sonetos escritos en castellano. Es sorprendente pero también muestra de su talento el que tuviera relaciones con personajes tan de primera línea como Picasso, Juan Gris, Marinetti, Apollinaire, Baroja, Gómez de la Serna, Cansinos- Asséns, Baroja…

Sus relaciones con las mujeres fueron pasto de muchos comentarios. Su última compañera fue Teresa Espíldora, que le acompañó durante sus últimos veintidós años y de la que tuvo dos hijos. Su actuación en la guerra ha sido también muy controvertida. Hay quien dice que organizó ejecuciones y otros que salvó a varios amigos escritores; que lo hizo con el guardameta Ricardo Zamora, lo reconocen hasta sus enemigos. Estuvo en el Partido Sindicalista, fundado por Ángel Pestaña y participó en los periódicos que editó. En El Pueblo de Valencia publicó ciento diez poemas, la mayor parte retratos de personajes de la contienda. También publicó sonetos en Nosotros Según el escritor Diego San José, que le acompañó en la cárcel, su fama de ferocidad le servía para que los milicianos no desconfiaran de él, mientras, por su parte, favorecía la salvación o huida de ciertos sospechosos. Al final de la guerra, amigos escritores, como el argentino Enrique Larreta y el venezolano Rufino Blanco-Fombona, que habían tenido relación con él quisieron llevárselo a Sudamérica. Gálvez se negó porque dijo tener la conciencia limpia y pensaba que no corría peligro. Sin embargo, el 12 de abril de 1939 fue detenido en Valencia e ingresado en su prisión. De allí pasó a Yeserías y llegaron las denuncias. El 5 de mayo se inició el procedimiento sumarísimo de urgencia que lo llevó a Consejo de Guerra el 24 de noviembre. Hallado culpable de conspiración marxista y de otros cargos, entre los que no faltaba el asesinato de docenas de monjas, fue condenado a muerte el 5 de diciembre. Entretanto, fue objeto de la habitual gama de torturas con que se machacaba a los desafectos y, finalmente, fusilado.

Hombre contradictorio, exaltado, capaz de lo mejor y lo peor, probablemente, a causa de su alcoholismo,su figura ha sido utilizada en distintas de sus obras por Baroja, Gómez de la Sena, Apollinaire, Borges, Cansinos Asséns, etc. y rescatada sin demasiado rigor histórico por el novelista Juan Manuel de Prada en El silencio del patinador (1995).

Sobre el personaje puede verse también:

https://javierbarreiro.wordpress.com/2011/07/23/la-prehistoria-de-pedro-luis-de-galvez-en-la-carcel-cronica-y-narracion/

https://javierbarreiro.wordpress.com/2018/05/25/la-cochambrosa-primera-y-desconocida-novela-de-pedro-luis-de-galvez/

                                                            OBRA

-Alma andaluza (discursos), 1905.

La cochambrosa, Cádiz, Imprenta Heraldo de Cádiz, 1906. / (Edición de Javier Barreiro), Sevilla, Renacimiento, 2018. 

 –En la cárcel. (Diario de un preso político), Cádiz, Imprenta Heraldo de Cádiz, 1906.

Existencias atormentadas. Los aventureros del arte, Madrid, Imprenta Ibérica, 1907.

Por los que lloran (Apuntes de la Guerra) (con Francisco Martínez), Madrid, Imprenta de Gabriel López del Horno, 1910.

La chica del tapicero, Madrid, Los Contemporáneos nº 72, 13-V-1910.

– Las hembras de Las Vistillas, Madrid, Los Contemporáneos nº 86, 19-VIII-1910.

La santita de Sierra Nevada, Madrid, Los Contemporáneos nº 105, 30-XII-1910. Firmada por él, el autor real es Javier Bueno.

La rosa blanca, Madrid, El Cuento Semanal nº 229, 19-V-1911.

La casa verde, Madrid, González y Giménez Editores, 1913.

La tragedia de Don Iñigo, Madrid, Biblioteca Patria, s. f. (h. 1920).

Luz de lo alto, Madrid, Esquemas-Novela Semanal nº 4, 1921.

La que no supo elegir, Madrid, La Novela de Amor nº 3, s. f. (1922).

Los caballos negros (La tragedia del juego) (con Luis Antón del Olmet), Madrid, Sociedad de Autores Españoles, 1922.

Figuras del Congreso Eucarístico, Barcelona, La Prensa, 1923.

La Corte del rey Assuero (con Tomás Casals Marginet), Barcelona, Imp. L. Avenç Gràfic, 1924.

Los siete pecados capitales, Mateu, Barcelona, s. f. (h. 1925).

El Sable. Arte y modos de sablear, Barcelona, J. Sanxo Editor, 1925.

El demonio de San Miguel, Madrid, La Novela Nueva nº 9, 1926.

La reina del Barrio Chino (zarzuela en colaboración con Rafael Salanova y Alberto Álvarez Cienfuegos), Madrid, Sociedad de Autores Españoles, 1927.

-Poesías seleccionadas. Barcelona, Impresos Costa, 1927.

Juan Jacobo Rousseau, Madrid, Colón-M. Saez Hnos., 1930.

Negro y azul, Madrid, Editorial Rubén Darío, 1930.

Redención, Publicaciones Mundial-La Novela del Pueblo nº 14, Barcelona, s. f.

Sonetos de una guerra (Primera serie), Valencia, Socorro Rojo de España, Comité Provincial, 1938.

Doce sonetos (Selección de Álvaro García), Málaga, Imp. Montes, 1987.

Antología, Málaga, Newman, 1988.

Negro y azul (Poesías completas), Granada, Comares, 1996.

Tres novelas breves de 1910, Málaga, Diputación Provincial, 1996.

                                          BIBLIOGRAFÍA CRONOLÓGICA

-José LÓPEZ PINILLOS, Gente graciosa y gente rara, Madrid, Pueyo, 1920.

-Alfonso CAMÍN, Hombres de España y América, Madrid, Imp. Militar, 1925.

-Ramón GÓMEZ DE LA SERNA, Retratos completos, Madrid, Aguilar, 1961;

-José Fernando DICENTA, La Santa Bohemia, Madrid, Ediciones del Centro, 1976.                                                                                                                                                   

-José María BARRERA LÓPEZ, El ultraísmo de Sevilla (Historia y textos), Sevilla, Universidad de Sevilla, 1987, pp. 203-219.                                                        

-Diego SAN JOSÉ, De cárcel en cárcel, La Coruña, Ediciós do Castro, 1988.        

-Javier BARREIRO, Cruces de bohemia (Vidal y Planas, Noel, Retana, Gálvez, Dicenta y Barrantes), Zaragoza, Unaluna, 2001.            

-Jesús GÁLVEZ YAGÜE, «Andanzas, aventuras y desventuras de Pedro Luis de Gálvez en Barcelona (1915-1927)», Barcarola nº 63-64, julio 2004, pp. 293-303.                                                  

-Javier BARREIRO, -“La prehistoria de Pedro Luis de Gálvez” en Retorno al Café de Fornos en el sesquicentenario de Julio Burell (1859-2009). Estudio sobre literatura española, periodismo y política (Edición de Manuel Galeote y Antonio Cruz Casado), Iznájar (Córdoba), Letras de la Subbética, 5, 2010. pp. 87-100.

-RIVAS, Francisco, «Pedro Luis de Gálvez: sablista y poeta, Madrid, Vacaciones en Polonia nº 5, 2011, pp. 285-293.                                                                                                                                               

-Javier BARREIRO, Voz: «Gálvez, Pedro Luis», Diccionario biográfico español, Vol. XXI, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, pp. 268-269.

-RIVAS,  Francisco, Reivindicación de Don Pedro Luis de Gálvez a través de sus úlceras, sables y sonetos, Málaga, Zut Ediciones, 2014.