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Los visigodos tomaban dos veces sus decisiones: una serenos yA la puerta de la taberna otra borrachos. En caso de diferir prevalecía la que tomaban alumbrados. Lo que no cuenta Baroja –del que tomo esta noticia– es por qué se molestaban en tomar responsabilidades en estado de lucidez. Tal vez, por desacreditar, rectificándola, la elección prístina.

Fiesta y bebida están tan íntimamente entramadas como alcohol y literatura. ¿Qué mejor oportunidad para aullar en su elogio que los fastos que celebramos?Alguien dijo que la Valeta, Antonio, Miserias del alcoholismoliteratura se encuentra en el fondo de una botella. Obviamente, si intentamos hacer un catálogo, será más fácil confeccionarlo de los escritores abstemios que de aquellos que compartieron su vida con el vaso. Un dicho escocés reza: “Un whisky me convierte en otro hombre y ese otro hombre necesita beber un whisky”. El escritor siempre es más de uno, un esquizoide, una personalidad fragmentada en su soledad. Bien lo sabía Gómez de la Serna que, parodiando los argumentos ontológicos reveladores de la existencia de Dios, propuso el argumento fotológico para demostrar la existencia de uno mismo, para aquellos que dudaran de su propia identidad, de la certeza de su encarnadura: “Hágase una foto, si sale usted es que existe”.

La imagen que nos devuelve el líquido desde el fondo del vaso es siempre una imagen turbia, difusa, tan extraña que nos hace tratar de recomponerla en la bruñida superficie del contenido Lagar místicode otro vaso. Labor abocada al fracaso, empresa en la que sólo los titanes obtienen alguna vez la victoria. La imagen es cada vez más vacilante para finalmente, quedar fuera. Es entonces cuando se produce la catarsis que puede ser falaz: el machadiano “borracho de sombra negra”, amargura vacilante y torva citación o puede ser festiva y hacernos participar fugazmente del modo de ser atribuido a los dioses. Es la recuperación del centro, el lazo que une nuestro pasado y nuestro futuro, el vino cantado por los poetas en sus anacreónticas. Escojamos una del “primus inter pares”, Borges:

En el bronce de Homero va grabado tu nombre,

negro vino que alegras el corazón del hombre.

Publicado en El Día, 9-X-1983.

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