EL ROYO DEL RABAL, (Pedro Nadal Auré), Zaragoza, 23-X-1844 – Zaragoza, 11-V-1905.
Es sorprendente la escasez de noticias fidedignas sobre este personaje legendario que, hasta hace pocas décadas, permaneció muy vivo en la memoria popular de los aragoneses. Ninguna investigación histórica o documental se ha llevado a cabo sobre su figura.
Nacido en la Plazuela del Rosario del Rabal, el barrio de la margen izquierda del Ebro poblado por labradores de la huerta zaragozana, fue bautizado en la parroquia de Nuestra Señora de Altabás y aprendió la jota de niño. Huérfano a los diez años, fue apadrinado por una hermana de su padre, de nombre Pascuala, casada, por cierto, con otro Pascual, de apellido Peiro. Este matrimonio no tuvo hijos. Pedro se empezó a dar a conocer en las rondas de su barrio y pronto su voz se hizo popular en Zaragoza, con lo que era llamado para cualquier fiesta. Se casó a los veintitrés años con Vicenta Fernández, de la que no tuvo descendencia. De oficio, fue guarda de riegos (azutero) del sindicato del Rabal y hombre de carácter anárquico, juerguista, rudo y pintoresco. Mientras ejerció su oficio, favorecido por el secretario del Sindicato de Riegos del Rabal, Jorge Jordana y Mompeón, vivió en la torre del Azud en las cercanías de Villanueva de Gállego. Murió en su casa de la calle Torresecas 9, cercana a la Audiencia zaragozana.
Fue el jotero mítico por antonomasia. Único e incomparable, en palabras de Galán Bergua, que también lo califica como el de más acusada personalidad de todos los tiempos. Estilos como las femateras, las fieras, las rondaderas, las rabaleras y las zaragozanas puras, en los que descolló como nadie, fueron sus estandartes. Cantó ante los personajes más importantes que pasaron por Zaragoza (Prim, González Bravo, Gayarre[1]…) y se dice que, acusado de una muerte, tras una reyerta con un hortelano al que, por una discusión de riego, dejó seco de un jadazo, Alfonso XII, en su viaje a Zaragoza tras la boda con María de las Mercedes, hizo que se tramitase su indulto, tras cantarle El Royo esta copla: “Soy el Royo del Rabal, / el cantador de Aragón, / y a su majestad le pido / me saque de esta prisión”. De momento, no hay confirmación documental de esta historia pero fue en el penal de Santoña donde estuvo cumpliendo condena. Cuando regresó, fue El Tuerto de las Tenerías (3), su principal rival y a la vez amigo- quien le llevó el petate hasta su casa. También parece cierto que, años antes y estando encarcelado por sus ideas entre liberales y republicanas, en una ocasión, se le permitió salir de su celda para que cantara ante el rey.
De cualquier modo, en una vida tan poblada de leyendas populares, habría que verificar documentalmente estos extremos. Sí es cierto que el Royo asistió con la rondalla zaragozana a las grandes fiestas que se dieron con motivo de la citada boda real y cantó al pie de los balcones del palacio de Oriente: “Quieren hoy con más delirio / a su rey los españoles, / pues se casa por amor, / como se casan los probes”.
El Royo del Rabal, al que los zaragozanos siempre denominaron «El royo de La Rabal», fue de los primeros en grabar cilindros de cera en España[2], instado por uno de los introductores del gramófono en España, un tal Pertierra. Viajó también para llevar la jota a las principales capitales españolas. En sus años finales cantó con el Orfeón Zaragozano, cuando la agrupación estaba bajo la dirección de Ramón Borobia. Concretamente, su último viaje fue a Madrid, donde junto a Urbano Gracia y un Miguel Asso de doce años, cantaría en el Teatro Apolo. Después actuarían en Sevilla y Córdoba.
Retratado al menos por Juan José Gárate y Carlos Larraz, de su figura, legendaria en Zaragoza, se han contado centenares de anécdotas pero quienes tuvieron el privilegio de escucharle coinciden en que fue incomparable y, así, quedó convertido en el símbolo antonomásico de la jota aragonesa
1] Según Galán Bergua, fue ante el célebre tenor roncalés, al que se le dedicó una ronda en su visitas Zaragoza durante 1883, cuando El Royo cantó un estilo en “la”pero en el que alcanzó un “re” sobreagudo, “manteniéndolo en un discretísimo calderón, como únicamente cabe admitirlo”. Julián Gayarre quedó asombrado pues muy pocos tenores eran capaces de lograrlo.
[2] V. https://javierbarreiro.wordpress.com/2011/07/28/primeras-grabaciones-de-jota-el-royo-del-rabal-isidra-vera/
[3] https://javierbarreiro.wordpress.com/2012/08/24/el-tuerto-de-las-tenerias/
BIBLIOGRAFÍA
-BARREIRO, Javier, La jota aragonesa, Zaragoza, CAI, 2000, pp. 57-58.
-, “Primeras grabaciones del jota. El Royo del Rabal. Isidra Vera”, Heraldo de Aragón, 23-VIII-2009.
-, Diccionario biográfico español, vol. XXVII, Madrid, Real Academia de la Historia, 2012, pp. 78-79.
-, Biografía de la jota aragonesa, Zaragoza, Mira, 2013, pp. 123-124.
-BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio, “El Royo del Rabal”, Aragoneses ilustres, CAI, Zaragoza, 1983, pp. 137.
-GALÁN BERGUA, Demetrio, El libro de la jota aragonesa, Zaragoza, 1966, pp. 729-733.
-OLIVÁN BAYLE, Francisco, “El Royo del Rabal” (12 artículos publicados en Heraldo de Aragón entre noviembre de 1971 y abril de 1974”.
-, Gran Enciclopedia Aragonesa (Tomo XI), Zaragoza, UNALI, 1982, pp. 2935-2936.
-SOLSONA, Fernando, La jota cantada, Ayuntamiento de Zaragoza, 1978, pp. 33-35.
-SOLSONA, Fernando y Mario BARTOLOMÉ, Geografía de la jota cantada, Zaragoza, Prensa Diaria Aragonesa, 1994, pp. 77-78.
[…] Fuente: https://javierbarreiro.wordpress.com/2016/11/04/el-royo-del-rabal/ […]