ENTREVISTA CON JUANITO VALDERRAMA

Publicado: diciembre 14, 2011 en Canción popular, Entrevistas

En la década de los ochenta, y con propósitos más bien lúdicos y desmitificadores de lo «moderno», un grupo de amigos fundamos la Peña El Tronío «en defensa y reivindicación de la canción española». Entre otras muchas actividades que arrastraron a muchos y desconcertaron a otros, la Peña firmó varias entrevistas con algunas de las figuras de la canción española. La que aquí reproduzco, con Juanito Valderrama, se la realicé en Épila, en el interior de una «caravana» y apareció en El Día de Aragón el 9 de junio de 1985. Todavía recuerdo lo entrañable y puro de un personaje que llevaba casi cincuenta años en los escenarios. Y, por cierto, nadie debería dejar de leer el libro de Antonio Burgos, basado en entrevistas con el artista, Juanito Valderrama. Mi España querida, que publicó La Esfera de los Libros en 2004. Fundamental para entender la España de la época, al flamenco y al artista. Lectura amenísima y reveladora de un genio, sólo al final de su vida reconocido. Va por él.

 

¿En qué pensáis, empresarios? Juanito Valderrama hace siete años que no se acerca por Zaragoza. ¿Tendrá otra vez que dar muestras el Ayuntamiento de que no todo lo hace mal? Hubo de ser Épila quien reparara esta descomunal carencia. Hasta allí hubo que acercarse – y nunca viaje más agradecido- para oír y gozar de este monstruo del cante. No hay hipérbole ni magnificación. Es el número uno. En arte, en gracia, en humanidad, en señorío. El emblema de una institución como ésta, aunque alguno de sus miembros trastoque ocasionalmente una escala de valores que debe ser intocable.

Épila en fiestas de primavera rebosaba animación. Para escuchar a Valderrama se habían juntado Francisco Rodríguez «Redondo», uno de los mejores joteros de todos los tiempos; Toni Celaya, El Ruiseñor de Épila; la extraordinaria química y cantante Concha Sancho, que suena como candidata a alcaldesa; Vicente, el de Lumpiaque, Aladino, viajante de joyería; lugareños, gitanos, peñistas y otras gentes de bien. Tampoco faltó Aurelio. La actuación de Valderrama fue de las que no se olvidan y su guitarrista, el Niño de Pura, estuvo a su altura. Con sombrero cordobés –no sube al escenario jamás sin esta imprescindible prenda- emocionó a todo el mundo. Alguien, al final salía diciendo: “En la canción española ha habido una señora: la Piquer, y hay – y que sea por muchos años- un señor: Valderrama.”

Previamente compartimos con Valderrama copas, fotos y comentarios, parte de los cuales trasmitimos a los lectores. No hará falta ponderar la sensatez y la sabiduría que se desprende de las palabras del maestro. El lector, valga la tautología, sabe leer. Sí, remarcar que Juan está en las antípodas de todo divismo, rezumando cordialidad, simpatía, encanto, tronío… Resumamos su trayectoria:

Juan Valderrama nació en Torre del Campo, de familia de labradores. Empezó a cantar a los nueve años viendo a Marchena, Pepe Pinto y la Niña de los Peines que pujaban por llevárselo con ellos al oírle cantar. Su padre consideraba que la profesión de artista era peligrosa y hasta que, en el año 1935, la Niña de La Puebla, que a su vez viajaba con su padre, no se puso de acuerdo con él, que la vio decente, seria y formal, no pudo actuar en público. Le contrataron por cinco duros diarios y ya antes de la guerra estuvo en el Hotel Patria de Zaragoza, que a la sazón costaba un duro. Luego, durante los cuarenta, actuó muchas veces en los teatros Circo e Iris y, posteriormente, en la plaza de toros. Aquí cosecho grandes amistades, como la del flamencólogo don Valero Esteban. Y, ahora, la nuestra.

Su primera grabación data de 1939. Fue en San Sebastián con su espectáculo y en 1944 montó el suyo propio, Los niños del Jazminero de El Pastor Poeta. Hasta la fecha, ha montado casi cincuenta, el último con Machin, Emilio el Moro y Adelfa Soto. Esos espectáculos que hoy no se pueden hacer pues las subvenciones públicas van para los danzantes de Eslovenia, los tamborileros de Melanesia, los candomberos del Congo o los desgarramantas de donde sea.

Juanito Valderrama. Casi cincuenta años de profesional y cuarenta y cinco de figura. Óiganle.

Pregunta.- ¿En qué piensas cuando cantas?

Respuesta.- En lo que estoy haciendo. Nada más. Para transmitir, tiene que ser así. La gente recibe la emoción que tú sientas. Y el público que está ahí y yo somos lo mismo. Quien cante con play-back podrá ser un artista pero en ese momento no lo es. En ese momento es como un muñeco sin alma.

P.- ¿Qué te parece la fusión del cantante con otro tipo de músicas, la introducción de acompañamientos que no son tradicionales?

R.- Siempre que el cante no se desvirtúe me parece muy bien lo que sea aportar. Aunque sólo sea para que por ese camino entre al cante el que no lo conoce. Aunque algunos estilos como el cante por soleás, por seguidillas o martinetes no pueden ser sino a palo seco.

Y puede que fuera Valderrama el primero que metió otras instrumentaciones en el cante. ¿Qué aficionado no recuerda aquellos tarantos y bulerías en que se hacía acompañar por el violín gitano del hermano de Mina que conocía como nadie los ringos de las bulerías?

P.- ¿Con qué guitarrista te has entendido mejor?

R.- Esa es una cosa que yo la cuido mucho. A mí siempre me han tocado los mejores. Primero tuve a Ramón Montoya, que fue la fuente de la guitarra, el Juan Belmonte, que cambió los modos y marcó toda una época; luego tuve 18 años al Niño Ricardo, que de los últimos ha sido el mejor y a quien todos han copiado. Incluso llegó a tocarme Sabicas antes de marcharse a América. Ahora llevo al Niño de Pura que ha ganado el Premio de la Unión de Tarantas y el I Premio de Jerez de guitarra. Es un fenómeno. Un fuera de serie. Y tiene 18 años. Apúntate el nombre. Este va a ser figura grande de la guitarra.

P.- Pero, ¿se toca o no se toca mejor que antes?

R.- Se ejecuta más, pero no se toca mejor. Quizá haya ahora mejor nivel en general, pero en la época de Montoya cuando los demás aporreaban la guitarra, él echaba perlas por las manos y el Niño Ricardo ha sido el fundador de esa época. Todos siguen los caminos que él abrió. Hoy hay guitarras que no sirven para acompañar porque para cantar lo que hay que hacer es darle al solista los tonos y algunos sólo buscan su lucimiento Hace falta conocerse, entenderse entre los dos. Hasta que uno no lleva un mes con un guitarrista cantando todos los días ni lo entiendes ni te entiende. Tiene que ser como en una conversación: pregunta y respuesta. El cante es pregunta y la guitarra, respuesta.

Artistas irrepetibles

P.- Tú que los has conocido a todos, ¿puedes decir quienes son los artistas que más te han impresionado?

R.- Me pones en un brete. Esos fandanguilleros como El Cojo de Huelva, el Niño de Narcoya, el Niño dela Calzada, Antonio el Sevillano. Y, ¿cómo te vas a olvidar de Pepe Pinto o Manolo Caracol? Para mi gusto, con el que más me he identificado ha sido con Marchena. Tenía un grave precioso, era un ruiseñor. Tenía una manera de cantar y concebir poco común. Un artista de los que no se repiten.

¿Mairena? Era un gran cantaor pero en otra línea. Más local, más de reunión, más de allá abajo. En una reunión cantas como eres y como sientes, pero ante dos mil personas hay que hacer unas concesiones porque hay que convencer a todos y todos hacemos esas concesiones.

¿Concha Piquer? ÚNICA, ponlo con mayúsculas.

¿Juanita? Tablas, señorío, una presencia que da gusto de verla. Lo mismo que Marifé, gran voz, gran artista y gran señora, muy amiga mía.

P.- ¿El cante gitano tiene unas particularidades distintas dentro del cante grande?

R.- El cante es todo lo mismo. La diferencia está en cantarlo bien o en cantarlo mal. Pero ni cante payo ni cante gitano. Ni cante chico ni cante grande. Los cantes son grandes según quien los cante. Si un cante chico lo hace un fenómeno como Chacón, como Vallejo, como Marchena o como Manuel Torre, el cante se engrandece. Hay intérpretes chicos o intérpretes grandes.

P.- ¿Cuál consideras que es tu mejor virtud como artista?

R.- Siempre he sido muy inquieto, con espíritu creador y preocupación por renovarme. Al principio cantaba sólo flamenco pero cuando al subir por aquí arriba veía que había poca gente que lo entendía –y en aquella época menos- pensaba en ampliar el repertorio. Así que el año que fui con la Piquer comprendí que cantando con orquesta podía ganarme al público de por aquí y les dije a León y Quiroga que me hicieran dos canciones. Así me escribieron Madre hermosa y Como una hermana, que fueron dos tiros de éxito. Luego empecé a componer yo procurando sacar cada año una cosa distinta. Así hice El emigrante, Cuatro puntales, La primera comunión… Y, bueno, la garganta. Ha habido pocos que tengan esa agilidad y esa rapidez. Pero, ya digo, más que nada mi personalidad como creador.

                                                     El autor con Dolores Abril y Juanito Valderrama

Los lujos de Juanito

Y pronto tuvimos ocasión de comprobarlo. Después de haber fumado sin descanso toda la noche, a Valderrama le salía en el escenario una voz tan delicada como cálida, tan segura como saltarina y maleable. Se permitió el lujo de improvisar letras, de cantar lo que el público le pedía, cosa que no suele aceptar ningún artista, puesto que pocos pueden salir de lo que tienen previamente ensayado. Se permitió todos los lujos que el público quiso, porque Juanito es un lujo y un lujo opulento.

P.- Tú eres uno de los contadísimos artistas a lo largo de la historia que dominas absolutamente todos los estilos del flamenco, que son más de treinta. ¿Cuál es el secreto de esas facultades?

R.- Asimilo mucho y con gran facilidad. Además he tenido la suerte de escuchar a los mejores que ha habido. Luego me he cuidado y creo que he vivido para cantar y he cantado más que nadie, más horas que nadie, seguro, me he sacrificado y renunciado a muchas cosas que nos gustan a cualquiera. El secreto está en la garganta, en el talento para aprender, en la sensibilidad para la ejecución y, si además eres un creador… Y yo lo he sido.

P.- Precisamente, la canción española está atravesando una crisis de creadores, de compositores…

R.- Desgraciadamente, si la canción española está en crisis es porque está en crisis la imaginación. Faltan autores. Nosotros tuvimos la suerte de contar en los años cuarenta y en los cincuenta con extraordinarios creadores y con tres genios: el letrista, poeta, diría yo, Rafael León y los maestros Quintero y Quiroga. Los dos primeros se han muerto y Quiroga tiene 86 años. Ahora tenemos a Manuel Alejandro, que es bueno, pero para que te haga un disco tiene la casa que darle 8 ó 9 millones. Además, no da abasto. Antes Quiroga hacía canciones a todo el que se lo pedía y sin cobrar.

Dos mil grabaciones

P.- Tú has compuesto mucho y grabado más.

R.- He compuesto letra y música. Yo no me quedo a medias tintas. El emigrante. La primera comunión, De polizón, El inclusero son cosas mías. Le hice a Benavente una cosa preciosa. Y grabaciones, entre España, América y Francia, tendré casi dos mil cosas, de las que muchas se habrán perdido, porque antes las casas rompían las matrices. Yo no tengo ni la mitad de lo que he hecho.

P.- ¿Serás de los que más sevillanas han escrito?

R.- Sevillanas y de todo. Con Dolores ya no sabemos como pelearnos. Nos hemos peleado por jotas de Aragón por fandanguillos de Huelva, por sevillanas, de todas las maneras. Las sevillanas, como cada una tiene cuatro letras, para hacer un disco tienes que escribir ochenta. Hemos hecho de cabezotas, de saldos, de fútbol femenino… Te vuelves loco para encontrar los motivos.

P.- Se te han criticado ciertas letras sobre el porro, la sexualidad, el cambio, las autonomías…

R.- ¡Lo político! No son letras mías. Belter, la casa de discos estaba en un momento difícil y me pidió que lo grabara. Decían: “Si esto pega, la casa se puede salvar”. Y era una cosa en broma… Total, que no se salvó. Yo no he cantado nunca cosa política, no me gusta. Lo único que pienso es que ningún ideal político da derecho a matar a ningún ser humano. Por eso me parece muy bien que hayan quitado la pena de muerte. Sólo falta que se apliquen todos el cuento.

Viejas películas

P.- La quiebra de Belter ha sido una pérdida grande para la canción española.

R.- Y para nuestro bolsillo. A mí me han dejado a deber cuatro o cinco millones. A Escobar le deben también muchísimo. Además, no puedo grabar nada porque tienen mi contrato en vigencia. Estamos por todas partes fastidiaos. Luego, en la tele no nos sacan más que en películas viejas. Mejor vería la gente El padre Coplillas, que es la última que hice, que eso del cine alemán de tiempos de Hitler que están poniendo. Digo yo… Luego cuando faltemos dirán: “¡Qué bueno era!” y buscarán las películas hasta debajo de la alfombra.

Pocos conocen que Juanito Valderrama interpretó en 1966 De barro y oro, una de las cumbres del cine español de todas las épocas y que, prácticamente, no se estrenó. Con un guión de García Hortelano, Valderrama hacía un papel estremecedor y magistral. Los zaragozanos tuvieron ocasión de verla en el ciclo que nuestra peña organizó en la Filmoteca durante el pasado año. Tal vez, un día, seguramente cuando faltemos, la ciudad agradecerá nuestros desvelos.

P.- ¿Qué ha sido el cine para ti?

R.- La mayor parte de las películas que he hecho eran comerciales, con pocos medios y poco dinero, que es como se hace el cine en España. Luego algunas, como El rey de la carretera o El emigrante dieron mucho dinero. La última, El padre Coplillas, es simpatiquísima. Ahora, de fondo y fuerza, De barro y oro es la mejor que he hecho.

Siempre derecho

P.- Te hemos preguntado cuál era tu mejor virtud como artista. En toda interviú que se precie no puede faltar la pregunta complementaria. ¿Tu mejor virtud como hombre?

R.- No sé si tengo alguna virtud. Soy una persona muy modesta, muy sencilla y que ha tenido que luchar a brazo partido con la vida porque, aunque tenga facultades artísticas grandes, físicamente soy tan poquita cosa, soy tan insignificante que para conseguir ser figura de un género y que te quieran en todos sitios como a mí me quieren hace falta tener no sólo calidad de artista sino también humanidad. Si fuera un señor de 1,80, ojos verdes y pelo rizado me podrían querer por eso, pero siendo así… Siempre me he conducido muy derecho, muy decentemente y no encontrarás ningún artista que hable mal de mí.

Si alguno osara, aquí, nuestra institución lo pondría en su sitio rápidamente. No creemos que haya nadie con ganas de arruinar su carrera.

P.- Para acabar, Juan, ¿no hay ahora menos alegría?

R.- Mucha menos. En el mismo Andalucía, que eso era un cascabel, ahora no encuentras nada abierto. Es dificilísimo. En la carretera, en la misma Sevilla, a las 12 de la noche, no encuentras ni un restaurante abierto ni una venta ni nada. Antes podrías ir toda la noche y no andabas cien metros para encontrar otra abierta. Y, para el camino, un niño te llevaba en el delantal la botella y los vasitos. Eso era muy bonito. En Madrid estaba Villa Rosa en la plaza de Santa Ana donde iban los artistas veteranos a buscarse su juerga y su vida, los señores a gastarse su dinero. Todo esto se ha acabado. Se ha acabado la alegría en España. La gente se mete en el bingo, no van a los teatros, no van a las discotecas, los tablaos están arruinados…

comentarios
  1. […] Esta entrevista fue realizada por la Peña El Tronío, cuyos miembros fundadores fuimos Juan José Vázquez, Miguel Viñerta, Fernando Seral, José Miguel Martínez Urtasun y el firmante, con motivo de una actuación de Antonio Molina en la Sala Aida de Zaragoza. La Peña formada en “defensa y reivindicación de la canción española”, tenía un tono irónico, jactancioso y mitificador del que da cuenta la entrevista. Sin embargo, el toque kitsch, un punto  surreal y costumbrista, viene dado por las declaraciones del propio cantante cuyas respuestas se reprodujeron literalmente. Puede verse, si no, el distinto tono de las respuestas en la entrevista realizada por las mismas fechas a Juanito Valderrama https://javierbarreiro.wordpress.com/2011/12/14/entrevista-con-juanito-valderrama/ […]

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