ENTREVISTA CON ALBERTO GIRRI

Publicado: noviembre 19, 2011 en Entrevistas, Literatura
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Noviembre fue el mes que vio nacer (27-11-1919) y morir (16-11-1991) a Alberto Girri, uno de los autores más intensos de la poesía argentina del siglo XX. Como recuerdo y homenaje, rescato esta entrevista efectuada en un café de Buenos Aires durante el verano austral de 1988. Junto a la bibliografía, que también se reproduce y a un trabajo de Marta Sanuy, apareció publicada en el número 2 de la revista El Bosque, correspondiente a los meses mayo-agosto de 1992. Las fotos son de mi hermano Luis.

Borges, hablando con Caillois, afirmó que lo más importante en la poesía es el tono. ¿Qué le parece?

– ¿Qué quería decir con tono? ¿Se refiere a que el poema debe tener una personalidad identificable? ¿Es la actitud de un autor en relación con su material haciendo de él una voz y manera propias? Lo más importante en la poesía es la poesía misma, lo reconocible como tal, más allá de cuantas definiciones se hayan dado de ella.

– Desprestigiada hoy en día la bandera de combate que enarbolaban quienes defendían la poesía como comunicación no conviene alancear más sarracenos moribundos, sin embargo esto condena – al tiempo que la enaltece – la poesía a la marginación. ¿Cuál es su postura ante tan asendereada cuestión?

– Pase lo que pase, la poseía seguirá siendo lo que siempre fue: uno más entre los diversos métodos de conocimiento de la realidad que hemos descubierto o inventado o imaginado para darle existencia permanente a esa realidad cambiante y, acaso, aparencial. Todo lo dado existe, pero al mismo tiempo no existe sino por medio del poema que lo va creando. Podría decirse de otra forma, como Matthew Arnold, calificando a la poesía de crítica de la vida. Por lo pronto, tal crítica se ejerce en cuanto a la lengua, el Verbo, que en lo interior es pensamiento y en lo exterior es palabra. No es excesivo suponer que sin la conservación y el perfeccionamiento de su lengua, una comunidad terminaría por degradarse a su estadio animal, y hasta desaparecer. El poeta tiene el compromiso de contribuir a evitarlo. Su medio de expresión con las palabras, que son de todos, él no las puede inventar, pero puede preservarlas de lo impreciso, el adocenamiento, las abstracciones y generalizaciones que desnaturalizan la verdad de experiencias y valores.

– Williams escribió algo así: “¿Cómo puedo saber lo que pienso hasta que no veo lo que escribo” ¿Lo suscribiría?

– Creo que una cosa es lo que el poeta piensa, o supone pensar, y otra es lo que el poema piensa; lo creado por el poeta, su poema es un hecho y un objeto nuevo, original y autónomo, con su propio pensar. Es obvio: ni es necesario compartir las ideas de un poema para que nos parezca bueno ni hay que responsabilizar al autor por las ideas contenidas en el poema.

– ¿Cómo concibe el poema? ¿Cómo lo alumbra? Si es que el proceso de la creación artística puede explicarse, siquiera aproximadamente.

– El proceso de escribir el poema, en general puede partir de una idea, una frase oída al azar, una lectura, una imagen. Simultánea o alternativamente. Pero lo que importa es que esos pretextos, incitaciones circunstanciales, coincidan en mí con un estado de resonancia adecuado. Estado de atención (tan raro, por otra parte, ya que vivimos casi en constante distracción) capaz de conectarme no con la mera realidad apariencial de lo que constituirá la materia del poema, sino con lo que podríamos llamar, pretenciosamente, quizás, su real realidad. Un conocer por el cual se justifica que el poema que de allí nace sea escrito, expresado mediante palabras.

– En sus poemas hay tensión, como en toda gran poesía, pero hay también equilibrio, una suerte de serenidad escasamente romántica ….

– Diría que la naturaleza de mis poemas se definen por intentar una poesía de tono predominantemente intelectual, con fuerte tendencia a la abstracción, aunque de ella no están excluidos elementos emocionales o sensibles.

– ¿Considera el psicoanálisis si no como una terapia, sí como un procedimiento válido para interpretar el mundo y, más concretamente, la poesía?

– Mi única aproximación al mundo del psicoanálisis fue, en mi juventud, la lectura de algunos libros de Freud, un escritor notable en más de un sentido.

– No siendo un poeta torrencial, excesivo – como Rubén Darío o Neruda – su obra poética es muy extensa. En este momento, ¿lo lamenta, lo asume o le complace?

– Fuera de que haya publicado uno o veinte libros, el poeta es, en conclusión autor de un libro único, testigo e la parábola de su vida. La cuestión es puramente personal. Les fleurs du mal es el único volumen de versos de Baudelaire y, a la vez, es quizá más eminente cuerpo de poesía del siglo XIX; ¿invalida este caso el mérito de poetas tan fecundos como Pound o Wallace Stevens? En lo que a mí concierne, prefiero la presunta vanidad de publicar – someterme a prueba- a la soberbia de decidir que ese alumbramiento ha de dilatarse lo más posible, para dar en un solo libro algo con la pretensión de ser el fin de los tiempos como poesía.

– ¿Cómo ejecuta ese proceso de selectividad que a la hora de confeccionar un libro, sirve para desechar, aquilatar o recomponer un poema?

– Salvo en el caso de tales o cuales libros programáticos, como Elegías italianas o Propiedades de la Magia, al escribir mis poemas no pienso en el libro – al menos conscientemente- y sólo después de haber compuesto un número, variable, de poemas suelo darme cuenta de si hay o no un denominador común, estilístico énfasis de determinada clase de observaciones, como para integrar un grupo unitario.

– ¿Se considera una persona conflictiva?

– Decir conflictos es decir vida, considerando que no hay vida sin un permanente choque de opuestos, retos y respuesta constantes. Por lo tanto, no manejo ni soy manejado por conflictos, sino que, como todos, soy conflictos.

– Al parecer tuvo usted con Borges una buena relación, sin embargo, a éste le recuerdo alguna mención irónica sobre sus poemas.

– En los últimos diez años de su vida, tuve con Borges una relación para mí muy fecunda, al menos en el plano intelectual y en el del humor. A menudo disentimos, sobre todo en cuanto a su devoción por Lugones y su casi desdén por Eliot. En verdad, nunca supe qué pensaba de mis poemas, pero conociéndolo podría asegurarse que era mucho más benévolo en sus juicios irónicos que en sus elogios a cierta poesía, la de Almafuerte o la de Martínez Estrada, por ejemplo.

– En la Argentina ha habido siempre grandes poetas cultos que han practicado eso que convencionalmente se conoce como poesía popular. Usted que yo sepa, no ha hollado tales territorios…

– Es curioso, una de las acepciones de “hollar” es ajar, humillar. Efectivamente, nunca intenté la así llamada poesía popular, quizás por saber que las obras de arte son tan raras  como las de intención culta. Además, fuera de las Milongas de Borges, no conozco ningún otro caso rescatable.

– Es notoria su vinculación con las disciplinas ascéticas de tradición oriental …

– Se trata de participar en un estado de cosas que nos atañe a todos: buscar en otros tipos de pensamiento y cultura una salida, o ayuda, ante el desmoronamiento en Occidente de muchos valores aceptados por estables. En realidad, mi frecuentación de esas enseñanzas y filosofías de la vida es muy fragmentaria y aun simplista, por no decir frívola. En el prólogo a la antología Noventa y nueve poemas, que se publicó en Madrid, María Kodama establece una serie de conexiones y afinidades de esos textos con el taoísmo; por un lado me halaga, dada la poderosa espiritualidad de esa sabiduría, pero por el otro me sorprende. En definitiva, no he hecho sino leer algunos libros y autores que despertaron mi curiosidad y hasta mi apasionamiento: desde otras sobre el conocimiento tradicional, iniciático, como las de Guenon, hasta Lao Tse, Susuki Deshimaru o Krishnamurti. En relación con lo específicamente literario, cómo no envidiar la manera como un artista zen crea, por ejemplo. Ese peculiar distanciamiento de sí, su concentración, hasta que el vacío que se produce dentro y fuera de él empieza a ser llenado por las cosas, vistas entonces tal cual son. Así, escribe o pinta compone música en un estado en que él y lo que hace son lo mismo.

– ¿Se considera un poeta de Buenos Aires con todas las connotaciones que la pertenencia a esa ciudadanía arrastra?

– En mi libro Cuestiones y razones me refiero a que nací en Buenos Aires y que, en raptos de optimismo, pienso si la entonación de mis poemas no corresponde acaso al pulso íntimo de lo que son – o fueron- sus calles, y gentes. Un peculiar distanciamiento, cierto sentimentalismo… Es cierto –agregaba allí- que el  Buenos Aires de hoy sugiere una fachada en decrepitud. Una fachada detrás de la cual operan la desidia y la autodestrucción. Y, sin embargo, también de eso es posible extraer un alimento, poéticamente hablando. ¿Quién sabe, de seguro, con qué necesita ser condicionado? Por otra parte, mencionar a Buenos Aires, tanto puede ser ese irritante y falso cantar al barrio, al que tan afecta es nuestra sensiblería porteña, como cantarlo a mi manera mediante una lengua cuyas instancias principales son la austeridad, lo contenido, esa forma rioplatense de hablar en la que se insinúa más de lo que se dice.

– ¿Cómo inserta el propio autor su obra en la gran tradición de la poesía argentina?

– No acierto a entender q qué se alude con la “gran tradición” de nuestra poesía. Creo que privaron las individualidades más que los movimientos. Creo que en los últimos setenta años de poesía argentina las pautas fueron fiadas por dos grandes individualidades que, acaso, terminaron por instaurar una tradición propia: una extranjera, por así decir, Rubén Darío, durante las décadas del Modernismo y la otra, Borges, desde la década de los cuarenta hasta hoy. Creo que lo que caracteriza nuestra poesía actual es su inconfundible uso del español y, en general, una voluntad de sobriedad, precisión y universalidad y que eso tiene un nombre: Borges. Casi como decir que para nosotros hay una literatura escrita en lengua española antes de Borges y otra desde él.

– Con gran tradición, me refería a su abundancia en poetas de calidad. Hágame una breve relación de los poetas que le han interesado a lo largo de su trayectoria.

– La lista sería larguísima pero las influencias decisivas las recibí de la poesía en lengua inglesa, la norteamericana de este siglo y los poetas metafísicos ingleses del siglo XVI. Donne, Marwell, Eliot, Pound, Stevens, Williams en mi opinión son admirables maestros de virtudes que considero fundamentales en cualquier poema digno de ese nombre: la concisión, la actitud paradojal, la concreción, aun para tratar los temas más elusivos, la inteligencia de los detalles, el distanciamiento irónico…

– Usted es uno de los más brillantes traductores de poesía dentro del ámbito de habla española ¿Se atrevería a hacer una prelación de los factores con los que debe contar un versionista?

– Traducir es, aproximadamente, intentar una casi inapresable equivalencia del tipo de lenguaje, imágenes, detalles específicos del original, su forma mentis. En mi caso, trato de eludir lo que llamaríamos una traducción “personal”, una forma de interpretar el texto elegido, tan a menudo arbitraria, que puede llegar a convertir el original en su caricatura; y trato también de evitar la “recreación” o mera imitación poética. Mi criterio no es brillante pero sí honesto: traduzco sin exagerar la literalidad pero a la vez sin excesivo temor de lo literal. Ni caer en la ansiedad perfeccionista ni en la quimera de la versión definitiva, ambas desproporcionadas.

                                                         BIBLIOGRAFÍA

POESIA

Playa Sola, Editorial Nova. Buenos Aires, 1946.

Coronación de la Espera, Ediciones Botella al Mar. Buenos Aires, 1949.

Trece poemas, Ediciones Botella al Mar. Buenos Aires, 1951.

El Tiempo que Destruye, Ediciones Botella al Mar. Buenos Aires, 1951.

Escándalo y Soledades, Ediciones Botella al Mar. Buenos Aires, 1952.

Línea de la Vida, Editorial Sur. Buenos Aires, 1955.

Examen de Nuestra Causa, Editorial Sur. Buenos Aires, 1956.

La Penitencia y el Mérito, Editorial Sur. Buenos Aires, 1957.

Propiedades de la Magia, Editorial Sur. Buenos Aires, 1959.

La Condición Necesaria, Editorial Sur. Buenos Aires, 1960.

Elegías Italianas, Editorial Sur. Buenos Aires, 1962.

El Ojo, Editorial Losada. Buenos Aires, 1963.

Poemas Elegidos, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1965.

Envíos, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1967.

Casa de la Mente, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1970.

Antología Temática, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1970.

Valores Diarios, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1970.

En la letra, ambigua selva, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1972.

Poesía de observación, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1973.

Quien habla no está muerto, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1975.

Galería Personal, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1975. Con 22 dibujos de Hermenegildo Sábat.

El motivo es el Poema, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1976.

Bestiario, Ediciones La Garza. Buenos Aires, 1976. Con 13 grabados en madera de Luis Seoane.

Obra poética I, Editorial Corregidos. Buenos Aires, 1977.

Árbol de la estirpe humana, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1978.

Obra Poética II, Editorial Corregidos. Buenos Aires, 1978.

Lo propio lo de todos, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1980.

Obra Poética III, Editorial Corregidos. Buenos Aires, 1980.

Homenaje a W. C. Williams, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1981.

Los Diez Mandamientos, Ediciones Estudio Abierto. Buenos Aires, 1981. Con dibujos de Raúl Alonso.

Poemas, Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1982.

Borradores, Ediciones Galería Rubbers. Buenos Aires, 1982. Con 16 dibujos y collages de Raúl Alonso.

Lírica de Percepciones, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1983.

Páginas de Alberto Girri seleccionadas por el autor, Editorial Celtia. Buenos Aires, 1983.

Monodias, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1985.

PROSA

Crónica del héroe, Editorial Nova. Buenos Aires, 1946.

Un brazo de Dios, Americalee. Buenos Aires, 1966.

Diario de un libro, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1972.

Prosas, Monte Ávila. Buenos Aires, 1977.

Notas sobre la experiencia poética, Editorial Losada. Buenos Aires, 1983.

TRADUCCIONES, ANTOLOGÍAS, CRÍTICA

Canto del sol poniente, de R. Tagore, Comisión Argentina de Homenaje a Tagore. Buenos Aires, 1961.

Quince Poetas Norteamericanos. Primera parte, Bibliografía Omeba. Buenos aires, 1966.

Poemas de Wallace Stevens (Bibliográfica Omeba. Buenos Aires, 1967).

Quince Poetas Norteamericanos. Segunda parte, Bibliografía Omeba. Buenos aires, 1969.

Poemas de Robert Lowell, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1969.

Devociones de John Donne, Ediciones Brújula. Buenos Aires, 1970.

Versiones, Editorial Corregidos. Buenos Aires, 1974.

Antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters (Barral Editores. Barcelona, 1974. Ediciones Fausto. Buenos Aires, 1970).

Poemas de Theodore Roetkhe, Editorial Fraterna. Buenos Aires, 1960.

Poemas de W. Stevens, W.C. Williams y R. Lowell, Editorial Corregidor. Buenos Aires 1982.

99 Poemas. Prólogo de María Kodama. Alianza, 1988.

TRADUCCIONES EN COLABORACIÓN

Poesía Inglesa Contemporánea, Editorial Nova. Buenos Aires, 1948.

Poesía Italiana Contemporánea, Editorial Raigal. Buenos Aires, 1956. Con C. Viola Soto.

Poesía Norteamericana Contemporánea, Editorial Raigal. Buenos Aires, 1956. Con William, Shand.

Poemas de John Donne, Ediciones Culturales Argentinas. Buenos Aires, 1963. Con William Shand.

Stephen Spender: Poemas, Editorial Losada. Buenos Aires, 1968. Con William Shand.

T. S. Eliot: Retrato de una dama, y otros poemas, Editorial Corregidor, Buenos Aires, 1982. Con Enrique Pezzoni.

comentarios
  1. Antonio Moro dice:

    Muchas gracias Javier Barreiro por esta entrevista que le hiciste a Girri. La bibliografía es exhaustiva y precisa. Después de Monodias, publicó Tramas de conflictos, Sudamericana, 1988; 1989/1990, Fraterna, 1990; y póstumo Juegos alegóricos, Fraterna, 1993.
    Vinculamos tu entrevista con nuestra web donde tenemos una sección Lecturas:
    http://www.elespejolibros.com.ar/index.php/Lecturas/det/35
    un abrazo, Antonio Moro

  2. Antonio Moro dice:

    y también publicó: Existenciales, 1986, creo que en Sudamericana. Tengo la edición de Corregidor: Obra poética V.
    Antonio Moro

    • Agradezco tus informaciones y tus palabras sobre mi trabajo. En España Girri está bastante olvidado aunque la entrada ha tenido bastantes visitas pero me figuro que, en su mayoría, del Nuevo Continente.

      He entrado en vuestra web y creo que en alguno de mis viajes, he visitado la librería. Y espero volver a hacerlo en agosto, pues me han invitado a un congreso sobre tango y literatura en la Universidad de Lanús.

      Veo que eres cordobés, como mi gran amigo, desaparecido prematuramente, Juan Carlos Curutchet. Un genio.

      Abrazos.

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