(Publicado en Club de Tango nº 9, Buenos Aires, Mayo 1994, pp. 26-27 y Tango nº 13, Barcelona, diciembre, 1997).
Al lado de “La cieguita”, cuya fama se cifra en la versión de Gardel y del que no se han grabado demasiadas versiones, “Fumando espero” es, seguramente, el tango más famoso de los compuestos en España.
Como otros tangos argentinos de la época, Fumando espero, se escribió para una pieza teatral, la revista La nueva España, estrenada durante 1923 en el teatro Victoria de Barcelona que no tuvo éxito alguno. «La música produce el mismo efecto de una cosa muerta y desenterrada», escribió Bustillo, el comentarista de La Vanguardia, que en su crónica lo tildó con muy escaso fundamento de «tango cañí». En la Argentina fue introducido por Tania[1], que después devendría mujer de Discépolo. Entonces integraba con su primer marido, Antonio Fernández Rodríguez, el conjunto The Mexicans. Pronto, fue conocido y Firpo lo llevó al disco en versión instrumental[2].
En España el tango fue grabado en primer lugar por la cupletista Ramoncita Rovira (https://javierbarreiro.wordpress.com/2012/11/15/ramoncita-rovira/ ) en 1926 y en la partitura figura, precisamente, como «tango-cuplé». En la Argentina fue registrado por Rosita Quiroga en un disco Victor en Agosto de 1927 y por Corsini en Diciembre del mismo año. Pronto alcanzó muy numerosas versiones que, desde luego, han de continuar. Entre las más famosas figuran las de Argentino Ledesma con Héctor Varela (Columbia) en 1955 y con Di Sarli (Victor) en diciembre de 1956; la de Libertad Lamarque con Víctor Buchino en 1956, también para la casa Victor; la de Carlos Dante con Alfredo de Angelis (Odeón) en abril de 1956. Archifamosa se hizo la mórbida interpretación de Sara Montiel en la película más taquillera del cine español de su época, El último cuplé (1957). Entre otros muchos, también lo dieron a las planchas las orquestas de Alexandre y Eduardo Gadea, ésta con ritmo de mambo, Carlos Acuña, Imperio Argentina, la Bella Dorita, Corita Viamonte y hasta hubo versiones cómicas como la parodia que durante muchos años llevó por los escenarios españoles Mary Santpere.
Ramoncita Rovira
La letra, publicada en la Argentina por la revista El Alma que canta en febrero de 1928, pertenece a Félix Garzo y el cigarrillo que tan cálidamente saborea su protagonista es, evidentemente, de cocaína. Así, el texto alcanza pleno sentido. Otra de las composiciones de Viladomat tuvo relación directa con la famosa droga: “El tango de la cocaína”, perteneciente a una pieza corta («guignol en un acto») de Amichatis del mismo título estrenada con más éxito que la anterior en el Teatro Español de Barcelona (Octubre, 1926)[3]. Alcanzó más de 500 representaciones y lo cantaba Lolita Arellano.
Juan Viladomat había nacido en Manlleu (Barcelona) el 8 de Febrero de 1885. Aficionado a la pintura y hermano del escultor José, una de cuyas obras más conocidas es la estatua de Raquel Meller que desde 1966 figura en el Paralelo barcelonés. Probablemente, Juan aprendería música durante su estancia en el seminario de Vich. En 1899 lo vemos integrado como flautista en la banda de su pueblo y, ya en Barcelona, se examina de primer curso de piano en el conservatorio del Liceo (1906)[4].
Casado con Ramona Mercader en 1908, dos años después abre academia de varietés, que va a editar sus propias obras musicales. Su primer éxito notable lo constituyó El fox-trot de les campanes en 1918, con dos mil quinientos ejemplares de su partitura vendidos en 42 días, y que alcanzó éxito en Europa y fue grabado por numerosas orquestas. Durante la época de esplendor de este género Viladomat tuvo un protagonismo continuo y sus composiciones fueron interpretadas por las más famosas cancionistas como Raquel Meller, Mercedes Serós, Pilar Alonso, Elvira de Amaya, Amalia Molina, Adelita Lulú, Consuelo Hidalgo, Eugenia Roca etc. Citaremos algunas: “Al Sena”, “Carrer avall”, “Catalunya plora”, “De la China”, “El beso”, “El pintor cubista”, “El primer tango”, “El regreso”, “El 6 d’octubre”, “El tango de la cocaína”, “El vestir d’en Pasqual”, “Empordá lliure”, “Hoy”, “Julieta” (tango), “L’orfaneta”, “La canción de Margot”, “La catalanista”, “La expulsada”, “La golondrina”, “La mesonera”, “La puntaire”, “La Quima”, “La sardana republicana”, “La Verónica”, “Las cosas de palacio”, “Ninc-nanc”, “Niní”, “Palabritas amorosas”, “Porque era negro”, “Tango prohibido (¡Calla, tango!)”, “Una mujer”, “Ven a mi país”, “Zenga” (tango)… En total, más de quinientas conservadas en su archivo. Compuso también una zarzuela, El alcalde de Grifones (1923).
J. Viladomat con su perra, Titina
Jaume Collel i Surinyach[5] comenta su afición -aunque mejor habría que decir que la de sus letristas- a temas curiosos, marginales o del día. Así, además de las citadas arriba, habría que citar la crítica política (“La catalanista”, “El 6 d’octubre”), el transexualismo (“Niní”), el cubismo (“El pintor cubista”) o el separatismo (“Empordá lliure”). Su vinculación con el catalanismo se patentiza en la composición de muy numerosas sardanas de títulos inequívocos.
Viladomat conoció el triunfo en vida pero tuvo también tiempo de asistir a la decadencia de los géneros que le dieron fama. Después de la guerra civil las varietés habían entrado en decadencia ante el creciente vigor de la comedia americana, la canción folclórica o el deporte. Juan Viladomat i Massanes las acompañó en su óbito. El 29 de diciembre de 1940 y a la edad de 55 años moría en Barcelona sin que su aún reciente fama diera pábulo a ninguna crónica periodística. La guerra había hecho pasar a segundo término lo que no fuesen sus siniestras consecuencias.
NOTAS
[1] Tania (Ana Luciano Divis) había nacido en Toledo el 13 de Octubre de 1900 (o 1893, según otras versiones). Llegó a Buenos Aires como cupletista en 1924, pasó al tango y, durante 24 años, fue pareja de Armando Santos Discépolo, hasta la muerte del compositor acaecida en 1951. Tania actuó hasta el año de su muerte (17-II-1999), acaecida, para algunos, a la edad de 105 años. Sobre su trayectoria puede consultarse: Sergio Pujol, Discépolo, una biografía argentina, Buenos Aires, Emecé, 1997 y https://javierbarreiro.wordpress.com/2016/02/09/tania-cantante-de-tangos-toledana-y-mujer-de-discepolo/ .
[2] V. Las letras de tango (ed. Eduardo Romano), Buenos Aires, 1990, Fundación Ross, p. 47.
[3] V. Popular Film, año I, nº 11, (14-X-1926).
[4] Algunos datos sobre su vida pueden espigarse en Marta Grané y Franch, «Joan Viladomat: Del carrer del Pont al Paral-lel» en Manlleu: músics del XX, Manlleu, Museu de Manlleu, 1991, pp. 15-22.
Ramoncita Rovira
«La guerra había hecho pasar a segundo término lo que no fuesen sus siniestras consecuencias».
Esta frase es una especie de eufemismo, parece dejar ver un trasfondo, como si fuese escrita durante los años del franquismo en forma de autocensura.
Decir que: «Después de la guerra civil las varietés habían entrado en decadencia ante el creciente vigor de la comedia americana, la canción folclórica o el deporte», es, lo menos, una inocentada. Es eludir las verdaderas causas de esa «decadencia» pues obviamente esas causas están ligadas a la dictadura, con su moral retrógrada, con sus prohibiciones y con su represión.
Entendió usted lo contrario a lo que quería decir. ¿Por qué eufemismo afirmar que el drama de la guerra y sus consecuencias implicaron el paso a un segundo plano de asuntos como el de una posible necrológica de Viladomat?
La cuestión de la decadencia de las variedades es más peliaguda e incluso estaría dispuesto a discutir si no había empezado ya en la segunda década del siglo XX. Abominar del franquismo y todo lo que trajo se da por entendido en personas de alguna cultura o alguna sensibilidad. Pero no siempre es necesario traerlo a colación
Tiene usted razón: mal interprete la frase. Sin embargo no estoy tan de acuerdo en que «no es necesario traer a colación» lo que el franquismo y toda dictadura produce ¿Porqué darlo por descontado?… «la comedia americana, la canción folclórica (y sí: las castañuelas la pandereta, la peineta y ¡olé!) y el Real Madrid, perdón y el deporte que fue lo que autorizó y fomentó la dictadura. Es histórico y bien vale la pena traerlo a colación para bien comprender, para quien no es tan culto ni sensible, lo que social y culturalmente conlleva una dictadura y que es básicamente la pérdida de la libertad…
Pero no me tome usted tan en serio ni tan a broma. Lo cierto es que una vez muerto Franco, España, o una gran parte, empezó a darle «vuelo a la hilacha» con el famoso «destape».
Por otra parte, no me doy por erudito ni apenas conocedor, pero tengo entendido que el origen de las varietés o al menos su apogeo fue consecuencia de la Gran Guerra del 1914 pues muchos ricachones europeos se daban la Gran Fiesta, gastando sus dineros, principalmente en Barcelona; época conocida como «Els feliços anys vint», en castellano tiene su nombre pero no consigo asirlo por más que me pasa por la cabeza…
Con respeto, lo saludo.
En el mundo del espectáculo y la música popular es muy difícil ser preciso pero disculpe que lo intente aunque sea exhibiendo una erudición que, en todo caso, es mínima.
Denominamos “varietés” –el nombre de un viejo teatro parisino- o “variedades” a espectáculos en los que se exhiben muy diversas atracciones (bailarinas, cómicos, equilibristas, cantantes, imitadores, magos, domadores y un sin fin artistas, que en otras épocas recibían muy variadas denominaciones).
Estos espectáculos, que más o menos, habían existido siempre de forma no profesional y al aire libre, en España comienzan a representarse en circos y teatros, sobre todo, a partir de la segunda mitad del siglo XIX. En el periodo de entresiglos, con la llegada a los escenarios del cuplé y, a la vez, de la llamada sicalipsis, género frívolo o género ínfimo, llegan a su época de esplendor. Incluso el naciente cinematógrafo ofrece varietés en directo entre película y película. Tras la Gran Guerra, el perfeccionamiento de la cinematografía, la revista de gran espectáculo, la llegada de la radio y otros fenómenos van a ir convirtiendo aquel tipo de espectáculo en algo cada vez más marginal. Marginalidad que en España va a llegar hasta los años noventa, con los estertores de los “teatros chinos” o de los últimos reductos, como la Sala Oasis de Zaragoza.
Por lo demás, supongo que compartimos el gusto por el humor –la forma más alta de inteligencia, de cortesía, que dijo aquel-, por la libertad y por este mundo fascinante, extremo y colorista del viejo espectáculo.
Estimado sr. Barreiro: podría ud. recomendarme publicaciones que se refieran a las giras de los artistas españoles de varieté por escenarios de Iberoamérica a fines del siglo XIX y principios del XX? Estoy buscando material sobre el tema y no encuentro libros específicos. Disculpe la molestia y muchas gracias.
Lamento decirle que esos libros creo que no existen. Llevo bastantes años dedicado a estas cuestiones y nunca he visto nada al respecto. Sí que hay algo sobre las actuaciones de las artistas españolas en América y, en este sentido, son citables, en la Argentina, el volumen de Osvaldo Sosa Cordero, Historia de las varietés en Buenos Aires. 1900-1925, Buenos Aires, Corregidor, 1978 y en Méjico los varios de Armando de María. En Buenos Aires, con el arquitecto Peña, entonces director del Museo de la Ciudad, quedamos en hacer algo al respecto pero, una vez convenido el trabajo, no respondió a mis requerimientos. Puede encontrar algo en los pocos libros de memorias de artistas que viajaron pero, ya le digo, muy poco. De cualquier manera, estaré encantado de ayudarle en lo que pueda e, igualmente, me gustaría me comunicara el resultado de sus investigaciones.
Apreciable sr. Barreiro:
No sé si es que estoy suscrito a recibir todos los comentarios que se publican en esta página o si erró usted al destinatario, destinataria de l último reciente. Por las dudas aclaro que me llegó a mi y tal vez no a Alicia que es quien solicita la información.
Aprovecho para saludarle y desearle salud y éxito para este 2012.