TÍTULO MUNICIPAL DE EMANCIPADO

Publicado: agosto 16, 2011 en Artículos
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Uno conocía que el zaragozano Palacio de los Morlanes alberga la Filmoteca, una sala de exposiciones y una de esas concejalías con fines sociales que el ahora llamado “buenismo” hace tiempo que puso de moda. Lo que no sabía es lo que me dio a conocer un cartel que cuelga de las nobles paredes del edificio: allí se encuentra también la Oficina Municipal de Emancipación Joven.

La inmiscución de lo público en lo privado ha llegado hasta estos extremos. Si uno quiere emanciparse, va al ayuntamiento y lo emancipan o, al menos, lo orientan. Y, seguro, que lo subvencionan. ¡Quién nos lo hubiera dicho a quienes, de jóvenes, pensábamos que para hacerlo había que luchar contra todos los poderes para terminar aboliéndolos! Pero, no. Para salir de la sujeción en que se estaba y para, como dice el diccionario, libertarse de la patria potestad, de la tutela o de la servidumbre, hay que acudir al Palacio de los Morlanes. Es como si en la Alabama de 1850 se hubiera abierto una Oficina Municipal de Emancipación de Esclavos. O, no nos vayamos tan lejos, es como si los sindicatos que tienen como misión emancipar a los trabajadores se sostuvieran con fondos públicos. ¿Qué eso es lo que hay y no me había dado cuenta? Sí, seguramente.

Cuando uno daba clase a bachilleres, de aquellos que sabían quién era Carlomagno, en qué consistía el Barroco y leían y entendían al Arcipreste de Hita, solía decirles que su enemigo natural eran sus padres y sus profesores y que, como enseñaba la vida, había que matarlos metafóricamente para ser alguien. Uno no termina nunca de saber lo antiguo que puede quedarse.

Lo entendió bien Sáinz de Varanda en sus primeros tiempos de alcalde, cuando el movimiento popular, callejero y reivindicativo estaba en su apogeo. Eran entonces los libertarios quienes más bulla metían y comportamientos más radicales aportaban. Al alcalde se le ocurrió llamarlos, convencerles para que siguieran haciendo lo que les viniera en gana pero que, por favor, avisaran al ayuntamiento de lo que iban a hacer para que el ciudadano no saliera perjudicado. Y, si se inscribían como asociación, podía incluso conseguírseles alguna ayuda económica sin contraprestación alguna. Ahí acabó todo.

El título de “Joven Rebelde” lo expide hoy la concejala.

(Publicado en Aragón Digital, 20 julio 2009)

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